Han pasado ya tres meses desde que comenzó la actual crisis financiera internacional y algunos meses más desde que se hizo patente el final del ciclo expansivo de la economía española. Los acontecimientos relevantes se suceden atropelladamente; por eso creo oportuna una puesta al día de la situación.
En primer lugar, la crisis financiera internacional no amaina. Tras un par de semanas en las que parecía que los problemas de liquidez y la asignación de una nueva escala de riesgos a los diferentes activos se perfilaba, varios hechos han contribuido a mantener la incertidumbre en los mercados financieros internacionales: el anuncio de las enormes pérdidas de Merrill Lynch, de más de 7.900 millones de dólares, el reconocimiento por parte de UBS de que también ha sufrido pérdidas en el tercer trimestre, aunque mucho más reducidas, y el anuncio por parte de las entidades afectadas de que el ajuste y las posibles pérdidas no han terminado. La crisis de financiación –que no la de liquidez, de la que se están ocupando los bancos centrales– se alarga y, con ella, los problemas de financiación a medio y largo plazo de todo tipo de entidades, financieras y no financieras. Y para todo tipo de proyectos: industriales, comerciales, de servicios y, por supuesto, de tipo inmobiliario.
Por otro lado, las perspectivas de crecimiento de la economía mundial siguen siendo muy positivas, pues se piensa que en 2008 el conjunto del mundo podría crecer en torno al 4,7%. Un alivio para todos. Aunque, de haber revisión, será a la baja, porque en China el consumo privado parece que se está estancando (a pesar de lo cual el crecimiento en 2008 puede ser del 11%, pero con tendencia a la baja) y las perspectivas de la Unión Europea, en particular del área euro, empeoran, pues es más difícil vivir para todos con un petróleo a 90 dólares el barril y con un euro a más de 1,40 dólares USA. Por su parte, la economía norteamericana no deja de sorprender, pues en el tercer trimestre ha crecido un 3,9%, a pesar de la crisis inmobiliaria y gracias al aumento de las exportaciones, impulsadas por un dólar en mínimos.
En tercer lugar, la continuación de la crisis financiera internacional sigue actuando en España como catalizador, precipitando la parte descendente del ciclo de nuestra economía.
En mi opinión, es imposible que la economía española alcance el 2% de crecimiento en 2008. Es, hoy, mucho más probable que hace un mes, un crecimiento en torno al 1,5% que al 2,7%, la tasa que, en promedio, predicen las agencias internacionales y la mayoría de los analistas económicos; o el 3,3% que defiende el ministerio de economía. Con el petróleo a 80 o 90 dólares el barril, el euro a niveles de más de 1,40 dólares y el desplome del sector inmobiliario y la ralentización del sector de la construcción que ya han comenzado, las cartas están echadas.
En concreto, las sociedades inmobiliarias-constructoras-promotoras que cotizan en bolsa han empezado a informar de sus ventas en el tercer trimestre de 2007. Me refiero, por ejemplo, a Riofisa y Realia. Las ventas de esta última se han desplomado en un porcentaje superior al 50%. Los resultados son buenos porque, en ambas compañías, hay fuertes ventas de suelo; unos ingresos que serán más difíciles de lograr en los próximos meses. Esta situación es general, con las lógicas excepciones, pues es mucho mejor la situación de las empresas puramente inmobiliarias y mucho peor las de las puramente promotoras.
La crisis, contrariamente a lo que se podría deducir de las manifestaciones públicas realizadas la semana pasada por parte del grupo de presión denominado G-14, que une a muchas de las grandes compañías promotoras, se va a agravar. El anuncio del presidente de Fadesa de que dentro de dos años podría producirse un aumento enorme del precio del suelo es entre alucinante e indignante. Es un anuncio destinado a asustar, no a informar, a los potenciales compradores de viviendas, que están esperando, con razón, a que bajen los precios para llevar a cabo sus compras.
Y, finalmente, el fortísimo aumento de la inflación hasta el 3,6% precipitará todavía más el ajuste a la baja del crecimiento. El consumo se resentirá. En este contexto, las perspectivas del Gobierno para 2008, tanto en lo que respecta a crecimiento (3,3%) como a los ingresos presupuestarios, resultan surrealistas. Y eso sin tener en cuenta los traspasos de ingresos sin justificación a las autonomías controladas por los aliados nacionalistas del PSOE de Rodríguez Zapatero.
Conclusión para españoles: abróchense los cinturones. El aterrizaje se anuncia durísimo.