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Luis Hernández Arroyo

Deflación competitiva

El principal precio intermedio, aparte la energía, es el salario, y éste no cae o no lo hace a la misma velocidad que los precios. Por lo tanto, lo márgenes empresariales se contraen.

Es evidente que los precios están cayendo desde hace dos o tres meses en toda en nuestro país y también en la zona del euro.

Dicen reconocidos expertos que esto es debido a la bajada de los precios del crudo. Sin embargo, si restamos de los índices el componente energía, las caídas son iguales o más intensas. Caídas del precio del crudo hemos vivido en años pasados, como durante los noventa, y no hemos tenido deflación de precios. Entonces la demanda crecía, y eso permitía defender o ampliar los márgenes empresariales.

Lo que dicen los gráficos –aunque es pronto para saber cuánto recorrido va a tener el fenómeno– es que los precios no energéticos también caen, lo cual sólo puede explicarse por la extrema debilidad de la demanda. Mientras los precios caen, cae también la producción, como ya sabemos (el PIB lleva dos trimestres cayendo, y seguirá cayendo en este trimestre). Mientras caigan ambas cosas, precios y producción, puede hablarse de deflación sin miedo a errar.

Los precios finales, detraída la energía, caen ¿y los precios intermedios? El principal precio intermedio, aparte la energía, es el salario, y éste no cae o no lo hace a la misma velocidad que los precios (aparte de convenios inteligentes que están priorizando mantener los puestos de trabajo). Por lo tanto, lo márgenes empresariales se contraen.

Los que dicen que es un ajuste necesario para recuperar competitividad, deben observar que mientras caigan los precios en la zona euro –y en algunos sitios más que en aquí– España no estará ganando competitividad. La deflación competitiva es un desastre para todos, y más si está envenenada por una crisis bancaria.

¿Hay alguna probabilidad de frenar esto? Por el contrario, dado el empeoramiento de todos los países, y los riesgos de contagio serios que amenazan con producirse –especialmente de los nuevos miembros de la UE–, sólo una acción concertada con apoyo del BCE podría ser de alguna utilidad. El BCE, tras el cambio de rumbo del Banco de Inglaterra y del de Japón, es el único banco central importante que no ha reaccionado al peor escenario imaginable.

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