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El suicidio demográfico de España I

Comienza aquí una serie de tres artículos sobre el gravísimo problema demográfico en España, consecuencia de nuestra muy deficiente fertilidad y del formidable incremento de nuestra esperanza de vida, que en 2010 dobla a la de 1900.

ELEMENTA dijo el día 3 de Mayo de 2010 a las 10:21:

En líneas generales, muy de acuerdo con herbert.
Es por ello que no sólo no he querido tener hijos, y eso que
estoy casado con mahometana de origen.
Ni siquiera trabajo, para no engordar a las ladillas. Ni dejo
sujetos susceptibles de ser parasitados en el futuro.
La llamada a los inmigrantes mahometanos, tan "prolíficos ellos",
entiendo que es precisamente para asegurarse sangre futura
de la que seguir chupando. Y la mayoría de sus analfabetos
miembros, pensando que van a reconquistar algo..., ilusos.....
Una ful de Estambul para ellos....
Que a las ladillas y garrapatas las mantengan sus putos
progenitores A, B, C, .......

Vollmond dijo el día 2 de Mayo de 2010 a las 11:02:

Para la supervivencia de España el 'suicidio demográfico' es, tal como están las cosas, secundario. Antes de que ese suicidio se consumara, España posiblemente habría dejado de existir como tal. El suicidio político ya está muy avanzado: España está cerca de dejar de existir como nación y como estado.

En cuanto a Europa, si desde las altas instancias europeas se ha promovido deliberadamente la islamización del continente (la llegada masiva de inmigrantes musulmanes no es un accidente, fue decidida como ha demostrado con documentos Bat Yeor en su “Eurabia: the Euro-Arab Axis”) y si se ha promovido también la muerte de toda una tradición cultural y un esquema de valores (eso que solía llamarse la civilización grecorromana y judeocristiana), pues la demografía a lo más que puede llegar es a corroborar ese suicidio, pero no a desencadenarlo.

Ah y para competir demográficamente con el islam sólo hay una vía: reducir a las mujeres a la condición de siervas sexuales y promover la dominación de su sexo por el otro. Y con el mínimo amor erótico posible, por supuesto. Porque ya se sabe que el amor erótico intenso se lleva mal con la reproducción abundante. ¿Ese es el modelo deseable para los demógrafos? Dígase claramente.

paserifo dijo el día 2 de Mayo de 2010 a las 10:37:

Un suicidio es un acto voluntario y deliberado.

La combinación de mayor esperanza de vida con menor número de nacimientos (que, posiblemente, también se dé en otros países acomodados) no me parece una decisión sino una conclusión lógica. Para qué vamos a tener hijos, dirán algunos, si luego seremos viejos, no nos querrán con ellos (como nosotros no queremos a nuestros padres) y encima tendremos perderemos independencia económica y, a cambio, obtendremos disgustos y penurias.

¿Será esto malo para España? Depende de si logramos que los nuevos españoles, los hijos de los extranjeros, entiendan que España es su país, y asuman su Historia y sus costumbres como propias. Ojo, no implico que las tradiciones y las costumbres no deban cambiar o que sean inamovibles. Creo que las tradiciones son lo que relaciona a las generaciones y justifican el presente.

¿Será posible que los españoles "puros" (suponiendo que tal animal exista) cambien la tendencia y vuelvan a producir españolitos? Depende de si se pone de moda que formar una familia es bueno, con niños correteando y gritando y matrimonios abrazados temblando de miedo ante los monstruitos que no dejan de comer y de crecer y de volverse más impertinentes y pesados. También suele venir bien la familia: a veces, cuando los críos se portan mal y no atienden a razones y retan a sus padres, pasar unas semanas viviendo en otra casa, con primos, tíos, abuelos o, incluso, amistades, puede ayudar a corregir las malas conductas y a sociabilizar a los futuros pagadores de impuestos.

Pero vamos, todo esto no es más que mi opinión.

Buen artículo, por cierto.

Salud

zaramana dijo el día 1 de Mayo de 2010 a las 23:51:

No sólo los musulmanes tienen hijos en España. También los cristianos que ponemos en práctica la palabra de Dios, vemos la maravilla de una familia numerosa y no nos dejamos llevar por los "cantos de sirena" de aquellos que quieren vivir sin Dios. Los mismos que, con la monserga de la "igualdad", nos quieren, y por desgracia consiguen, inculcar la idea de que las mujeres y los hombres somos iguales. Gracias a Dios para ambos sexos, no lo somos. Han igualado "recortando" a la mujer, que no se piensen que ampliándola. Diciéndola que es más libre no teniendo hijos. Que le pregunten a mi esposa, y a otras muchas mujeres como ella, con la que tengo 5 hijas, cómo se siente más libre. Ha renunciado a su carrera profesional por lo realmente importante DE FORMA VOLUNTARIA y con mucha satisfacción. Y sí, HIJAS, que Dios me diese otras cinco. Después de ver cómo tratan a las mujeres en otros países "pretendidamente avanzados" (léase comunistas, musulmanes, indios, y con esto ya incluyo a la mitad de la población mundial) QUE DIOS ME SIGA DANDO HIJAS, que ya me encargaré de cuidarlas y de enseñarles la palabra de Dios, para que sean REALMENTE LIBRES.

Herbert dijo el día 1 de Mayo de 2010 a las 22:06:

Es un problema que bien puede interpretarse en términos económicos. Más de la mitad de nuestro trabajo sirve, de una u otra manera, para mantener la estructura de un estado agobiante y en gran parte superfluo, siempre ávido de nuestro esfuerzo.

Además de los impuestos de todas las clases imaginables, el estado ha utilizado la especulación urbanística para financiar los derroches municipales (robos incluidos), encareciendo las viviendas hasta límites disparatados, muy por encima de lo que un trabajador medio puede pagar.

"Hay que pensar en algo; necesitamos más esclavos", parecen decirse. Entonces entra en escena la "igualdad" entre hombres y mujeres. Hay que poner a trabajar a todas las mujeres, "para que todos seamos iguales", nos dicen. Hay que facilitar el aborto y fomentar la anticoncepción, porque los hijos retraen recursos de las familias y dificultan el trabajo de las mujeres. Pero el verdadero "problema" es que los hijos reducen el flujo de recursos hacia el estado.

Bajo el idealismo y el objetivo aparente de las grandes palabras, como "igualdad" o "solidaridad", se esconde la necesidad inconfesable de obtener más recursos para mantener al estado parásito. Las discretas ladillas se esfuerzan para proliferar a sus anchas, invadiendo nuevos yacimientos de sangre fresca.

De esa manera, un matrimonio joven puede comprarse una vivienda modesta, a condición de que empeñe en ello la mayor parte de sus ingresos durante medio siglo. Grandísima parte de ese esfuerzo fluye sin obstáculos hacia el estado, mientras que nadie parece ser consciente de ello.

En tal situación no se pueden tener hijos, porque no hay dinero suficiente para que la madre pueda criarlos; su esfuerzo es imprescindible para pagar la vivienda destinada a albergarlos en un futuro... un futuro que jamás llegará.

Entonces, ridiculizamos a las madres sin compasión, las denigramos, las insultamos, y alagamos a las mujeres trabajadoras con el mismo ahínco. Exageramos los inconvenientes de convivir con niños, sin atender a las impagables satisfacciones que aportan a nuestras vidas.

Sin tener en cuenta quienes somos y como somos, acabamos creyéndonos que lo normal, lo correcto y lo deseable no es que las mujeres paran y cuiden de sus hijos, sino que trabajen fuera de casa, igual que los hombres. Todo el mundo debe trabajar. No necesitamos madres, sino más trabajadores iguales... más esclavos.

Tener hijos se convierte para las parejas en una necesidad pospuesta ad eternum. Al cabo de muchos años de añorar una familia con hijos, los matrimonios acaban desistiendo, completamente agotados por un esfuerzo desproporcionado y ridículo, que los convierte durante toda su vida en esclavos del estado, sin que lleguen siquiera a sospecharlo. Su única esperanza acaba siendo que, en la vejez, será el estado quien cuide de ellos, ya que no tienen familia que los proteja; no han podido permitirse tenerla.

Pero el estado sólo cuida de sí mismo. Cuando no haya nadie para soportar al estado, nadie cuidará de nosotros, porque no tendremos hijos que puedan mantenerlo a él... ni a nosotros.

Entonces, las ladillas comenzarán a pensar que, para descargar el peso del estado, es necesario que los esclavos trabajen más años. Y hay que deshacerse también de los esclavos viejos y enfermos, que no producen nada y cuesta mucho mantener. La solución para ellos sólo puede ser la eutanasia. Ya les convenceremos para que vayan con gusto al matadero.

El resto, dejemos que malvivan en asilos o viviendas perpetuamente hipotecadas, que ellos mismos tendrán que usar como mermada reserva de valor, para mantenerse con un hilo de vida, larga y aburrida vida, hasta que les llegue su triste hora. Si algo queda después de su muerte, el estado se encargará también de apropiárselo, porqué no habrá herederos.

Los "proletarios" (etimológicamente significa "quienes sólo tienen a sus hijos") ya no existen, porque los hijos son un lujo que sólo unos pocos pueden permitirse tener. Ya no hay nadie que sólo tenga a sus hijos. Todo el mundo tiene una casa (hipotecada), un coche, un televisor, pero un hijo... Cuando les hables de niños, verás sus miradas tristes. Mirarán hacia el suelo, suspirarán con la mirada perdida, se consolarán con un abrazo, se encogerán de hombros, negarán con sus cabezas canas y dirán con pena: "no pudo ser. Nos robaron nuestras vidas. El tiempo... no nos dio tiempo..."

De repente, tener hijos es algo inalcanzable que todo el mundo desearía haber tenido, pero muy pocos tienen. Las madres, pocas, son de nuevo adoradas, y los niños deseados, ahora que no pueden llegar. Las familias normales son sólo las de unos pocos ricos, verdadera y definitivamente ricos.

El proceso lleva la extinción definitiva de nuestra civilización. Pero eso no les importa a las ladillas, ya que se sienten gordas, calentitas y satisfechas. Ellas si tienen hijos. Las ladillas siempre son las últimas en desaparecer del cuerpo de un moribundo. También sus días están contados, pero no son conscientes de ello. "Carpe diem", se gritan unas a otras, mientras juegan entre los cálidos cabellos púbicos de sus atareadas y escuálidas víctimas.

KingCreo dijo el día 1 de Mayo de 2010 a las 21:29:

Sí, con los sueldazos españoles y las tasas de desempleo vamos a traer un rancho de hijos. Ya, ya. Qué lean esto los banqueros y los de la CEOE.

Vollmond dijo el día 1 de Mayo de 2010 a las 20:07:

En el caso de España el 'suicidio demográfico' importa bastante poco. Antes de que ése se consumara, España ya habría dejado de existir como tal. De hecho ya está dejando de existir. El suicidio político -o el asesinato desde dentro- ya está muy avanzado. Si España puede dejar de existir como nación y como estado en un futuro bastante cercano, si desde las altas instancias europeas se ha promovido deliberadamente la islamización del continente y la muerte de toda una tradición cultural y un esquema de valores (eso que solía llamarse la civilización grecorromana y judeocristiana), la demografía a lo más que puede llegar es a corroborar ese suicidio, pero no a desencadenarlo.

Ah y para competir demográficamente con el islam sólo hay una vía: reducir a las mujeres a la condición de siervas sexuales destinadas a ser folladas y preñadas. Y con el mínimo amor erótico posible. Porque ya se sabe que el amor erótico intenso se lleva mal con la reproducción abundante. ¿Ese es el modelo deseable para los demógrafos? Dígase claramente.

Goblin77 dijo el día 30 de Abril de 2010 a las 23:10:

Dice usted que necesitamos 250.000 nacimientos más al año...

Lo más triste es que casi la mitad de esos 250.000 no nacen porque los matamos. Y el partido en el gobierno acaba de ampliar la ley del aborto para que todavía nazcan menos. Bibiana y compañía, entre aplausos y sonrisas, engrasando la máquina de picar carne.

España: un país "autogenocida".

jorari71 dijo el día 30 de Abril de 2010 a las 15:20:

Excelente artículo.

Seguro que un progre que lea este artículo te tachará de fascista, primitivo y retrógrado. O "moralista".

Por decir lo mismo pero sin demostrarlo con gráficas y datos a mí me han llamado lo mismo. Pero claro, eso es gente a la que le da vergüenza admitir, por ejemplo, que tenía la necesidad de casarse...

Esa es la diferencia monstruosa de nuestro país con EEUU: allí la mayoría de las madres ejercen como tal a partir de los 23 años...En Ex-paña, quizá a partir de los 32.

Gran artículo.