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Julio Pomés

El riesgo de Rajoy

El trofeo de una España moribunda en la UVI es el peor comienzo para su acción de gobierno. Rajoy debe dejar a un lado absurdas tretas electoralistas.

Es clave conocer el punto de riesgo a partir del cual aumentar la agresividad introduce incertidumbres incontrolables. Cuando uno se pasa de listo suele cometer las torpezas más estúpidas. Probablemente Mariano Rajoy ha sobrepasado ese límite de prudencia, convirtiendo su audacia distintiva en temeridad. Tener como prioridad absoluta y única ganar las elecciones puede ser el camino más rápido para perderlas. Para que cada avance que da el Partido Popular en la intención de voto se consolide, es imprescindible que trasmita de un modo convincente que al PP le importa más España que conseguir el poder.

En esta línea, el Partido Popular se equivocó cuando votó en contra del ‘decretazo’ de Zapatero en el Congreso. El riesgo como país en los mercados internacionales era demasiado importante para jugar al electoralismo. El PP hubiera hecho un gran servicio a España si hubiera mostrado su responsabilidad ante la Unión Europea de un modo contundente: afirmar que sus diferencias con el PSOE son irrelevantes cuando está en juego la credibilidad de España. Prestar dinero a un país, en el que los principales partidos están a la gresca continua, añade riesgo y no favorece una buena calificación en las agencias de rating.

El mensaje permanente que los populares debieran proclamar debiera ser más constructivo. Aunque las medidas de Zapatero no sean las mejores; es más, a pesar de que algunas propuestas pudieran ser contraproducentes para la recuperación, es mejor para España que se tomen esas medidas con apoyo del PP, o al menos con su abstención, a que salgan adelante con el voto en contra de los populares. O el PP trasmite una imagen de responsabilidad nacional o cosechará una abstención entre sus habituales electores, y esa pérdida de votos le puede hacer fracasar en los comicios, o tener que pactar con partidos impresentables. Rajoy debiera considerar que el éxito que necesita España es su cohesión, lo que exige alcanzar la mayoría absoluta para no tener que pactar con partidos nacionalistas.  

Hace dos meses parecía probable que tras la presidencia europea Zapatero y las elecciones catalanas pudiera haber un adelanto electoral. La sensación de anticipación de los comicios era provocada por la insostenibilidad de la economía española. El PSOE se negaba a aceptar la trágica realidad y éramos muchos los que pensábamos que habría un momento en que el deterioro sería tan grande que sería inevitable una moción de censura. Esa lógica se ha truncado desde fuera, cuando la Comisión Europea, tras la experiencia de Grecia, ha exigido medidas a España para enderezar su déficit y no perjudicar al euro.

Esta intervención ha obligado a Zapatero a enfrentarse con la realidad. Sus recortes, aunque no sean los más adecuados, favorecerán una leve recuperación económica. La posible aparición de unos primeros brotes bordes en el próximo bienio, por poco prometedores que sean, unido a algún acierto en la lucha contra el terrorismo, y sobre todo, su excepcional capacidad de marketing, pueden darle posibilidades de ganar las elecciones de 2012. La consecuencia es que Rajoy debe jugar con ese horizonte de calendario electoral y ser consciente de que quemarse prematuramente en acciones excesivamente agresivas es muy arriesgado.

Si faltaran pocos meses para las elecciones la estrategia cortoplacista es indudablemente la única válida para obtener el mejor resultado, pero apostar tan pronto al mayor desgaste posible del Gobierno es jugar con fósforos y pólvora. La altísima intención de voto conseguida por el PP puede saltar por los aires si desde todos los medios afines al poder se convence a los electores que lo único que quiere Rajoy es llegar a La Moncloa a cualquier precio. Además, un ataque tan implacable al PSOE, al que se acusa de hacer todo mal, también desgasta a Rajoy.

Alemania no es España y la coalición del CDU y el SPD protagonizada por Angela Merkel y el que fuera partido de Gerhard Schröder no es factible de ser imitada en nuestro país, pero la crisis impresionante que estamos viviendo debiera permitir alcanzar los consensos imprescindibles que el país necesita. Rajoy debiera darse cuenta de que cuanto mejor esté la economía de la nación, más eficiente podrá ser su política cuando llegue a La Moncloa. El trofeo de una España moribunda en la UVI es el peor comienzo para su acción de gobierno. Rajoy debe dejar a un lado absurdas tretas electoralistas. El líder popular consolidará su alta intención de voto si demuestra más responsabilidad por la suerte de España.

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