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Cristianos, ricos, desiguales y parásitos

Que alguien gane mucho dinero sin infringir los Diez Mandamientos debería ser cosa inobjetable para un cristiano, por ser riqueza lograda sin matar, robar ni mentir.

berdonio dijo el día 30 de Noviembre de 2010 a las 13:23:

Henriks:

¿A quién roba el empresario que decide ofrecer menos salario a cambio del mismo trabajo? ¿A quién roba usted cuando regatea el precio de cualquier transacción? Lo que es un robo es obligar a contratar según condiciones preestablecidas o imponer precios al margen de la negociación del libre mercado; es peor que un robo, es un inmenso error que provoca desempleo y escasez.

Lo que usted llama “comerse el mercado” es, como ya le han señalado, mejorar la relación calidad-precio, o sea, aumentar la eficiencia productiva y con ello el bienestar de todos. Si eso es “codiciar los bienes ajenos”, no debería ser un pecado sino una sanísima virtud.

Quien se sirve del poder político para obtener favores y ventajas ilegítimas (subvenciones, monopolios e información privilegiada) no es un empresario sino un delincuente socialista, que es justo lo que se está criticando: la criminal intromisión del poder político, en contra del libre mercado basado en la igualdad ante la ley (una igualdad tan incorruptible frente al soborno del poderoso como a las lágrimas del “débil”), para privilegiar a los chantajistas políticos más activos. Eso es el socialismo: el robo sistemático e institucionalizado sublimado bajo la cobertura de diferentes fines sociales ad hoc a fin de aplastar derechos que sólo pueden ser individuales. Algo nada nuevo y muy anterior a Marx y a toda esa patulea cuya única originalidad radica en la excusa “justificadora” del expolio: presuntos derechos sociales que avalan, dicen, el saqueo de quienes se han ganado honradamente lo que tienen.

¿Pero cómo que derechos sociales? Eso es una contradicción en los términos. Parémonos a pensarlo un momento, que parecemos tontos. Las responsabilidades y derechos colectivos son injustos por definición; es aquello del pecado original, es hacer pagar a todos por las culpas o méritos de unos pocos que habrán de solventarse individualmente y caso por caso. Es una filfa, una falacia para maquillar el abuso. Como en la fábula, cuando el lobo se quiere comer al cordero acaba acusándole de presuntos agravios que le infligieron sus padres, la cuestión es comérselo como sea. La dialéctica socialista es esa: tú tienes, yo no, te robo; como he de disimular un poco la iniquidad y ante la imposibilidad de imputarte personalmente algo, recurro a inventarme vagas responsabilidades diluidas en lo social y en razonamientos circulares: la clase de los tuyos ha robado alguna vez a la de los míos, la prueba es que tú tienes y yo no.

La claudicación sugerida por el escepticismo ante un sistema de libre competencia perfecta es algo así como pretender legalizar el asesinato ya que nunca se podrá erradicar. Por muchas dudas prácticas de que adolezca, el liberalismo es teóricamente impoluto e inatacable; el socialismo, por el contrario, no sólo conduce al crimen masivo y al desastre absoluto en la práctica, sino que es una imposibilidad teórica perfectamente demostrada.

Lejos de ser causa de todo mal, el amor excesivo al dinero es un vicio privado que se transmuta en virtud pública. Pretender extender la moral calida a toda la humanidad es, aparte de una ñoñez insufrible, un factor criminógeno de primer orden: quien evita la ocasión evita el pecado. Además, el reparto coactivo, de moral, fría o cálida, tiene bien poco y sí mucho de envidia, la piedra angular del socialismo, la auténtica causa de todo mal.

Alex_Mac dijo el día 24 de Noviembre de 2010 a las 17:47:

Tiene Vd. razón, Henriks, en el caso del empresario que se pase de "aprovechado" y abuse de una posición de dominio sobre el empleado (aunque éste seguramente rendirá menos desde entonces, y se irá de la empresa en cuanto pueda), pero no comparto su punto de vista cuando el empresario deba recortar los salarios para que no se hunda la empresa a la corta o a la larga. En ese último caso, por simetría, también roba al empresario el empleado que, oponiéndose a reducir su paga o incrementar su productividad, y amparado por los derechos que a este respecto le otorga la legislación actual, aboca a su empresa a la quiebra.

¿Cuántas empresas en crisis se hunden porque los empleados se niegan a ver reducido su salario? Yo he vivido como víctima una de estas quiebras, que llevó a la calle a unas cien personas. Y, en ella, si hubo robados, fueron los dueños, los proveedores externos que no vimos un duro de lo que nos debía la empresa, y los bancos que perdieron todo lo que habían prestado a la empresa. Entre los trabajadores, que cobraron varios meses de salario cuando la empresa ya estaba en pérdidas insostenibles, y Hacienda y la SS, se llevaron todo lo que quedaba en caja.

En cuanto al empresario que se come un mercado por ser más competitivo, no daña de forma ilegítima nada de nadie. ¿O acaso los clientes deben ser propiedad de quienes les ofrecen productos o servicios con peor relación calidad / precio que los de otro empresario más competitivo que ellos? Sólo es así cuando se trata de clientes coaccionados por una mafia, o cautivos por cualquier circunstancia que no es de libre mercado, sino de algo mucho más feo.

punt dijo el día 24 de Noviembre de 2010 a las 17:34:

Me temo que lo del camello por el ojo de una aguja no se refería a la honradez o no de las prácticas comerciales, sino al apego a las cosas mundanas por encima de las espirituales.

Leí (en una versión sobre la que hay controversia) que la "aguja" que cita Jesucristo no era la de coser sino que se refería a unas puertas pequeñas situadas en las murallas de las ciudades junto a las puertas principales, que se cerraban por la noche. Los comerciantes que llegaban a la ciudad de noche no podían entrar por las puertas mayores, ya cerradas, de modo que tenían que pasar por las "agujas", por las que cabía una persona cómodamente, pero por las que solo cabía el camello de carga si antes se descargaban todos los fardos que transportaba.

Así, el camello que no se descargase de sus mercancías no podría pasar por la "aguja", del mismo modo que no podría entrar en el Reino el rico que no se descargara de su apego por las riquezas mundanas.

[Henriks] Cuando un empresario decide que o se bajan los salarios o la empresa quiebra, no agrede a sus empleados sino que les ayuda a conservar sus trabajos y, con ellos, una parte importante de los salarios que ganan. Ese empresario no incurre en el "no robarás" puesto que no se apropia de bienes que sean propiedad de sus empleados. Además, la relación laboral entre el empleado y la empresa se rige por los términos de un contrato aceptado por ambas partes: lo que esté contemplado en el contrato será legítimo y, si alguna de las partes no está de acuerdo con los términos, tiene la posibilidad de renegociar o de romper el contrato. Siendo así, la renegociación de los contratos no puede considerarse "robo" (de hecho, sí puede considerarse "robo" que una legislación tan rígida como la española prohiba a menudo tal renegociación cuando ésta es necesaria; eso sí, se trata de un robo al empresario, y eso está bien visto por muchos).

Cuando un empresario pretende aumentar su cuota de mercado, no codicia los bienes ajenos puesto que la forma de aumentar dicha cuota consiste en mejorar el producto o servicio que la empresa presta, sea en calidad, en comodidad o en precio. Si con esas mejoras consigue aumentar su cuota de mercado, la ganancia que obtenga de ello será suya por derecho propio, de modo que esa mejora no será "ajena" en el momento de aspirar a ella. Además, si es cierto que "quien no trabaje, que no coma", también deberá serlo que "quien trabaje más, que pueda comer más".

Por último, el caso que sí es delictivo: Cuando un empresario (o inversor, o lo que sea) hace uso de información privilegiada obtenida por medios ilícitos, no es que incurra en pecado sino que incurre en delito, de modo que corresponde una pena por ello. Dicha información puede haberla obtenido de dos formas: mediante el robo de la misma (por ejemplo con espionaje industrial) o mediante un trato de favor (en cuyo caso el delito lo cometen tanto el corrupto que brinda dicho trato como quien se aprovecha de ello, aunque más el primero)

En cualquier caso:

- la imposición de condiciones laborales sin contar con el libre acuerdo entre las partes contratantes es algo propio del socialismo (que impone convenios colectivos y distorsiona el mercado laboral con todo tipo de intervencionismos)

- la imposición de monopolios es algo propio del socialismo (que siempre tiende hacia la economía planificada, que es monopolística por cuanto tiene de ausencia de competencia, y eso incluye el monopolio del dinero, detentado -que no ostentado- por los bancos centrales)

- finalmente, la corrupción institucionalizada y los tratos de favor que quedan impunes por inacción de los resortes legales que deberían perseguirlos es también algo propio del socialismo (para quien "el fin justifica los medios" y que, en consecuencia, rompe la separación de poderes y viola el espíritu de la Justicia con su "uso alternativo del derecho", que no es sino otra forma de llamar a la prevaricación).

La verdad, a estas alturas no debería extrañarnos que el socialismo actúe de forma pecaminosa y/o delictiva, ¿no cree?

Un saludo.

Henriks dijo el día 24 de Noviembre de 2010 a las 10:37:

Vamos a ver..
Cuando un patrono recorta salarios para hacerse más competitivo y/o aumentar el margen de beneficio, y obliga/insinúa que debe trabajar más por el mismo/menos dinero, está directamente faltando al Mandamiento: No robarás.

Cuando un empresario pretende "comerse" el mercado porque si no lo hace probablemente se lo coman a él, están incurriendo todos en el Mandamiento: "No codiciarás los bienes ajenos".

Cuando un empresario realiza un contrato con el Estado y posee información prinvilegiada frente a otros que concurren sin esa información y/o contactos, probablemente incurra en el pecado tipificado en el Mandamiento: "No mentirás".

Y en definitiva como el régimen de competencia perfecta no se da más que en la teoría, el resumen de las injusticias sociales y económicas se resumen en otra cita bíblica, (ésta del Nuevo Testamento) que dice que la raíz de todo los males es el amor excesivo al dinero. ¿ Por qué será que el dios del dinero se le conocía como "Mamón"?

berdonio dijo el día 23 de Noviembre de 2010 a las 19:29:

Tiene usted más razón que un santo.

La riqueza no surge de la nada sino que alguien ha de crearla. Por tanto, hay dos formas de hacerse con ella: producirla o robarla (conseguir que te la cedan por las buenas se puede incluir al efecto en lo primero). La izquierda no sabe nada de generar capital, pero de robarlo…bueeeno, en eso es especialista.

Es sabido que toda institucionalizada banda de criminales necesita una excusa que sublime el expolio: ser el pueblo superior o elegido, imponer el orden divino o la civilización, el espacio vital… o la justicia social. Esto de la “justicia social” es un invento guapo; tela marinera; los ladrones cada vez se refinan más a la hora de justificar sus latrocinios. El engaño parte del estúpido supuesto de que el trabajo per se crea valor, y sólo él, cuando es obvio que no es así: póngase usted a picar piedras para arrojarlas a la Fosa de las Marianas y sorpréndase luego de que nadie se lo valore. El trabajo sin una buena idea ni ahorro (capital) es por completo inútil. Por tanto, quien tiene una buena idea no explota al que no la tiene, le ayuda. Por tanto, las diferencias económicas no necesariamente son un resultado injusto, sino que pueden ser imperativo de justicia: en tanto no se pueda demostrar que ha habido enriquecimiento personal ilícito, es decir, fruto de algún tipo de coacción objetiva, toda ganancia será justa. Luego el mismo concepto de “justicia social” es absurdo y una contradicción en los términos: la justicia es una idea sólo predicable y atribuible al individuo, nadie por su mera pertenencia a un grupo es acreedor o tributario de justicia, salvo que se pudiera demostrar que en todo momento se ha actuado solidariamente en fines y medios al punto de disolver toda individuación, algo por completo absurdo.

La “justicia social” es una mera excusa justificadora del robo que ejercen ciertas bandas de presión (políticas) sobre el resto de la sociedad. Y lo malo del robo no es sólo que sea un injusto juego de suma cero, sino que perjudica gravemente la generación de riqueza futura.

Y, por cierto, Cristo jamás apoyaría ideologías que sacrifican al individuo (valor intrínseco y eterno) en el ara de ídolos sociales, jamás votaría al partido del GAL y el asesinato.