No estaríamos igual dentro de un año, estaríamos bastante peor, ya que no solo deberíamos más intereses sino que el balón de oxigeno les habría dado alas para acostumbrarse a seguir derrochando y ni se habrían hecho reformas necesarias, ni la gente se habría enterado de lo golfos que son y estarían cansados de los que les cuentan lo que hay porque no cuadra con la mentira oficial y encima habría más caraduras enchufados a la teta que disimulando impedirían que bajen los impuestos y llegue el crédito a los emprendedores y para colmo habría menos que mal vender.
Ciertamente, es muy probable que Zapatero se gaste más o menos a lo loco esos 14.000 millones. Pero, ¿quién es el dirigente político electo que no lo haría?. Las urnas no están pensadas para seleccionar la mejor de las opciones que se ofrezcan más allá del corto plazo, porque así somos los votantes. El electoralismo domina las orientaciones de las decisiones políticas a todos los niveles y en todos los partidos. Cualquier medida que tienda a reducir las ventajas de ese tipo de decisiones, limitando la elegibilidad, facilitando la alternancia, etc. tal vez sería adecuada para nuestra joven e imperfecta democracia y, concomitantemente, para el bienestar de nuestro pueblo. El gran problema es que esas medidas son urgentes, porque muy urgentes son las decisiones políticas adecuadas.