Bueno, pues voy a animarme para contar otro caso real, algo más difícil de entender.
Conozco a una pareja de ancianos, ambos de más de 80 años. Él tiene Parkinson, y su estado ha empeorado mucho en los últimos dos años, hasta el punto que no puede valerse por sí mismo. Pero, claro, su mujer, con más de 80 años, tampoco puede con las tareas diarias de vestirlo, desvertirlo, moverlo. Conclusión: pedir una ayuda conforme a la Ley de Dependencia para contratar a una persona que haga lo que la esposa no puede hacer: mover al anciano. Un caso claro, ¿no?
Pues no. Porque la pareja tiene cuatro hijos, de los que uno es funcionario (y está casado con una funcionaria), otro es interino, un tercero trabaja en el sector privado y el cuarto, este sí, está en paro. ¿Por qué los tres primeros no pueden pagarle un sueldo (un trabajo a tiempo parcial) al cuarto para que se ocupe de su padre?
El que algo quiere algo le cuesta, el tener envidia del que tiene algo sin saber cuantas tardes se paso trabajando hasta las mil sin ver s a su familia, con sus correspondientes noches de insomnio por ver como devolvía al banco lo prestado, es solo buscar excusas en vez de ponerse las pilas y buscarse la vida, para encontrar la ecuación de ingresos, riesgo y trabajo que nos haga más feliz dentro de nuestras circustancias.