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Zapatero deja en herencia una deuda de 24.000 euros a cada contribuyente

Cuando el presidente deje su cargo, los contribuyentes tendrán que pagar una deuda extra de 341.000 millones de euros.

Después de que Zapatero anunciara el pasado fin de semana su renuncia a la reelección como candidato del PSOE a las elecciones generales de 2012 muchos han sido los análisis acerca de la gestión económica del presidente. Los casi 5 millones de parados que registra en la actualidad España así como las reformas emprendidas y las que aún quedan por hacer han centrado la atención de este tipo de análisis en los últimos días. Sin embargo, ha pasado desapercibido un punto clave: el manejo de las cuentas públicas.

El presidente del Gobierno es el principal responsable de los Presupuestos Generales del Estado (PGE), la ley más importante de cada ejercicio. La cuestión es que si el consejero delegado de cualquier gran empresa es valorado en función de los resultados que presenta su sociedad (balance de pérdidas y ganancias) y, por consiguiente, el reparto de ganancias (dividendos) entre sus accionistas, la gestión del presidente bien se podría considerar en base a la evolución presupuestaria (ingresos/gastos) del sector público y sus efectos directos sobre el contribuyente (accionistas forzosos).

Así, desde este particular enfoque, Zapatero habría sido sustituido hace tiempo por sus accionistas en caso de presidir cualquier cotizada, a la vista de los resultados que arroja su gestión presupuestaria durante la crisis. Los últimos datos oficiales indican que el conjunto del sector público -Zapatero también es responsable, aunque indirecto, del gasto de CCAA y ayuntamientos a través de la financiación interregional- ha endeudado a los españoles en 258.106 millones de euros desde 2007.

Sin embargo, dicha cifra tan sólo muestra parte del cuadro. Las cuentas públicas españolas acaban de cerrar su tercer año consecutivo en números rojos, y el Gobierno confía en reducir el déficit fiscal hasta el 6% del PIB en 2011 (algo más de 60.000 millones de euros), tal y como se ha comprometido con Bruselas. En caso de que cumpla su objetivo, Zapatero habrá cargado sobre los contribuyentes una losa total de 340.788 millones de euros entre 2007 (inicio real de la crisis) y 2011.

Y es que, con la excusa de combatir la crisis a base de "planes de estímulo", el Gobierno decidió echar mano a los 20.066 millones de euros de superávit registrados en 2007 para, posteriormente, incurrir en un déficit estructural de 45.189 millones en 2008, 117.306 millones en 2009, 98.227 millones en 2010 y algo más de 60.000 millones en 2011 (si cumple sus previsiones).

En total, un deterioro presupuestario de casi 341.000 millones de euros, lo cual equivale a una media de 19.600 euros por trabajador, según los últimos datos de cotizantes de la Seguridad Social (casi 17,4 millones en marzo), y algo más de 24.000 euros si tan sólo se toman como referencia los empleados del sector privado (unos 14,2 millones), excluyendo pues a los funcionarios (receptores netos de rentas públicas).

Es decir, el contribuyente neto ha perdido una media de 24.000 euros de forma directa desde 2007 gracias a la gestión presupuestaria de Zapatero. Y ello, sin tener en cuenta los efectos indirectos de no haber admitido la crisis a tiempo o haber emprendido las numerosas reformas que precisa España para posibilitar la recuperación.

Evolución de las cuentas públicas

Y es que, España ha sufrido el mayor deterioro fiscal de los países desarrollados (OCDE) durante este período. Tras el estallido de la crisis financiera internacional a mediados de 2007 y su posterior materialización en lo que se ha venido a denominar la Gran Recesión, los países más desarrollados del planeta, agrupados en torno al G-20, pusieron en marcha amplios y extensos planes de estímulo fiscal con el ilusorio fin de impulsar la ansiada recuperación.

Su aplicación se concentró fundamentalmente en 2008 y 2009, al menos en lo que se refiere a la zona euro, ya que el estallido de la crisis de deuda soberana en 2010 hizo que los gobiernos se vieran forzados a frenar en gran medida la extensión de tales estímulos ante el riesgo inminente de quiebra por parte de algunos países. Este cambio de rumbo se observa perfectamente en las cuentas españolas:

Gastos (interanual): aumento del 8,8% en 2008; 7,4% en 2009; y caída del 1% interanual en 2010.

Ingresos (interanual): -6,6% en 2008; -9,6% en 2009; 3,8% en 2010.

De este modo, el gasto público aumentó un 15,7% si compramos los PGE de 2007 y 2010, mientras que los ingresos cayeron un -12,3%. La evolución de estos saldos se observa a la perfección en los siguientes gráficos, que reflejan el deterioro de las cuentas del Estado (sin incluir CCA y Ayuntamientos):

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Sin embargo, medir el déficit público en términos de PIB maquilla, en gran medida, el despilfarro presupuestario del Gobierno. En este sentido, si las cuentas públicas se analizaran empleando términos contables similares a los aplicados en las empresas observamos las siguientes cifras: el conjunto de las Administraciones Públicas gastó en 2007 un 4,6% menos de lo que ingresó por vía fiscal; pero en 2008 gastó un 11,2% más de los que ingresó; un 32% más en 2009; y hasta un 25% más en 2010.

Así pues, el caso más paradigmático en este campo se produjo en 2009, año culmen de los planes de estímulo a nivel internacional y, sobre todo, nacional. Durante ese ejercicio el déficit del Estado (excluyendo CCAA y Ayuntamientos) alcanzó la cifra récord de 99.258 millones de euros. En concreto, sólo el Estado -Gobierno central- gastó 205.000 millones de euros frente a unos ingresos no financieros de 105.000 millones. Es decir, gastó un 93,8% más de lo que ingresó, casi el doble.

Pero tras el plan de austeridad impuesto en 2010 por las autoridades comunitarias, este descuadre se redujo de forma sustancial: el Estado tan sólo gastó un 35,1% más de lo que ingresó. Aún así, a día de hoy seguiría constituyendo un desequilibrio presupuestario prácticamente inasumible para cualquier empresa privada.

El mayor deterioro internacional

Ahora bien, si estas cifras se comparan con la evolución del resto de países desarrollados, la gestión de Zapatero queda perfectamente reflejada. Entre 2007 y 2009, Irlanda, Grecia, España y Portugal registraron los déficits públicos más elevados de la zona euro, e incluso de toda Europa si se excluye a Reino Unido y a la ya quebrada Islandia.

En concreto, España ha acumulado durante la crisis un déficit público total de 260.000 millones de euros, equivalente al 25% de la riqueza que produce todo el país en un año. El Gobierno se ha gasto un 22,6% más de lo que ha ingresado por vía fiscal entre 2008 y 2010. ¿Resultado? El Ejecutivo socialista ha incurrido en uno de los mayores deterioros presupuestarios del mundo desarrollado, tan sólo superado por Islandia e Irlanda, tal y como muestra el siguiente gráfico:

En concreto, Zapatero ha impulsado un desequilibrio fiscal neto superior al 13% del PIB entre 2006 y 2009 (últimos datos disponibles a nivel internacional). Todo este descuadre, como es lógico, se ha materializado en un espectacular aumento de la deuda pública, que ha crecido desde el 36% del PIB en 2007 hasta el 60% en 2010. Es decir, 24 puntos porcentuales del PIB, equivalentes a esos 260.000 millones de déficit acumulado hasta la fecha.

La losa de la deuda pública

Una cantidad que, sumada a las previsiones de deuda pública que maneja el propio Gobierno, alcanzará el 70% del PIB en 2011. Es decir, cuando Zapatero abandone el poder habrá duplicando la deuda pública existente, hasta el punto de alcanzar el endeudamiento público de Alemania: del 36% del PIB en 2007 al 70% en 2011.

Es decir, los contribuyentes tendrán que pagar una deuda extra de 34 puntos porcentuales del PIB, unos 340.000 millones de euros, 19.600 euros por trabajador, algo más de 24.000 por empleado del sector privado. Ésa es la herencia directa que habrá dejado Zapatero a los españoles.

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