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Los temores no confesados de la zona euro: quiebra de Grecia, Irlanda y Portugal

Atenas suspenderá pagos, Dublín y Lisboa corren el mismo riesgo. Autoridades y expertos sopesan una nueva fase en la crisis de la eurozona.

La caída de Portugal ha puesto de manifiesto el fiasco del plan de rescate de países ideado por la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI) el pasado mayo. El famoso Fondo, dotado con 750.000 millones de euros, para asistir financieramente a países en problemas, nació con el objetivo de evitar que la crisis griega se contagiara a las economías más débiles de la zona euro. Desde entonces, sin embargo, ya son tres los países (Grecia, Irlanda y Portugal) que han precisado de ayuda internacional, cuyas peticiones de auxilio han acontecido, casualmente, con una diferencia media de seis meses.

En esencia, el Fondo se dedica a refinanciar deuda, sustituyendo la mala (los bonos soberanos de los países afectados), cuyo coste de financiación en el mercado es prohibitivo dada su baja calidad y alto riesgo, por deuda buena (avalada por Alemania y el resto de socios de la zona euro), a un coste (tipo de interés) inferior.

Pero, pese a tal sustitución, el nivel de deuda que deben seguir afrontando estos países es insostenible con lo que, tarde o temprano, la zona euro asistirá a una nueva fase caracterizada por la llegada de los default (suspensiones de pagos), es decir, procesos de reestructuración de deuda en los que se aplicarían quitas a los acreedores (tenedores de bonos públicos) y se alargaría los plazos de devolución.

Ésta es, al menos, la opinión que, poco a poco pero de forma creciente, está calando entre algunos de los analistas más prestigiosos del mundo e, incluso, entre las autoridades de la zona euro y el FMI.

PIMCO

Neel Kashkari, uno de los altos ejecutivos de PIMCO, el fondo soberano más grande del mundo, indica que los rescates no han solventado los problemas estructurales de los países más endeudados de Europa. "Grecia, Irlanda y Portugal, simplemente tienen demasiada deuda, más de la que sus economías pueden permitirse". Por ello, es "probable que precisen de una reestructuración. La pregunta es cómo hacerlo de una manera ordenada sin causar el contagio a España y otros países y provocar el caos".

El instituto germano IFO

Al igual que PIMCO, el presidente de la prestigiosa entidad alemana de estudios económicos IFO, Hans-Werner Sinn, advirtió en su momento que "Grecia debe reestructurar su deuda debido a que su carga de intereses es insostenible en el largo plazo. En realidad, creo que pronto será necesaria una reestructuración de la deuda griega".

Sin embargo, a diferencia de Kashkari, este experto señalaba que el default de Irlanda y Portugal es "proco probable", al menos por el momento. "Portugal e Irlanda están en mucha mejor forma que Grecia. Pertenecen a una categoría diferente" y serán capaces de pagar sus deudas, dijo. En este sentido, el IFO elaboró recientemente un informe en que se abogaba claramente por permitir la suspensión de pagos de países sin necesidad de que implique la salida del euro, rechazando así de forma frontal el rescate ilimitado que viene aplicando Bruselas y el FMI.

Cambio de rumbo en Bruselas

Pero este enfoque ya va mucho más allá de la mera opinión de destacados analistas. Pocos dudan ya de que la situación griega es insostenible. El servicio de estadísticas griego (Elstat) revisó al alza los peores pronósticos la pasada semana: el déficit público alcanzó el 10,6% del PIB en 2010, con lo que superó el 9,5% pronosticado oficialmente hace unos meses; esta cifra altera los planes presupuestarios del Estado, que tiene como objetivo reducir este año su déficit a los 17.000 millones de euros, o sea al 7,5 % del PIB; se calcula que el porcentaje de la deuda pública griega superará el 156% del Producto Interno Bruto (PIB), 350.000 millones de euros.

Un equipo de expertos de la Unión Europea (UE), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Central Europeo (BCE) inspeccionaron hace apenas diez días el programa de austeridad de Grecia para estudiar medidas adicionales con las que afrontar este creciente agujero presupuestario, que no cae pese a la ayuda financiera de 110.000 millones de euros otorgados por la UE y el FMI hace algo menos de un año.

De hecho, la Comisión Europea (CE) aprobó la pasada semana un incremento de 30.000 millones de euros del programa de garantías a la banca puesto en marcha por Atenas tras el estallido de la crisis financiera en 2008, señal de los graves problemas de solvencia que atraviesa sus sistema financiero, agravados por la fuga de capitales y depósitos que sufre el país.

La cuestión es que, ante tales datos, la reestructuración de la deuda griega ya está siendo barajada por las grandes potencias europeas. Alemania rechaza ampliar el rescate griego y su ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, sondeó la posibilidad del default en una conferencia telefónica a varias bandas mantenida el sábado 2 de abril con algunos de sus colegas comunitarios (entre ellos, la francesa Lagarde) y autoridades europeas, tales como el comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn, o el presidente del BCE, Jean-Claude Trichet.

Schäuble y algunos de sus colegas expresaron su inquietud por la situación helena y, aunque se forma muy cautelosa, alguno de ellos indicó que tendría más sentido permitir la suspensión de pagos. Una posibilidad que, sin embargo, fue rechazada por Trichet: "No estoy preparado para hablar de eso".

El presidente del BCE teme que la aplicación de quitas a los tenedores de bonos desate el pánico y agrave la crisis de confianza que sufre la zona euro en su conjunto. Además, tal medida impactaría de forma intensa en el balance del propio BCE, debido a la acumulación de deuda pública griega tras el programa de compras iniciado el pasado mayo.

Todos estos puntos fueron desmentidos después públicamente por las autoridades comunitarias, al igual que ha sucedido otras muchas veces desde el inicio de la crisis, pero lo cierto es que esta solución lleva barajándose desde hace tiempo.

El plan oculto del FMI

A esto se suma que en las últimas semanas, el FMI ha estado presionando a Atenas para que acepte reestructurar su deuda, ante el fracaso de las medidas aplicadas y la probable necesidad de ampliar su rescate. Todo ello supone un cambio radical de rumbo respecto al enfoque mantenido por la entidad y Bruselas hace un año, cuando se abogó por rescatar al país del default.

Con una deuda prevista del 150% del PIB, los técnicos del FMI consideran que Grecia no será capaz de afrontar tal carga sin la aplicación de quitas, la ampliación de los plazos de devolución o la reducción de los intereses. Cualquiera de las tres medidas implica suspender pagos. Ya existe un plan encima de la mesa, según el semanario alemán Spiegel, para que las autoridades griegas inicien un proceso de negociación con sus acreedores, tal y como avanzó Libre Mercado. Nuevamente, las informaciones fueron desmentidas por el FMI y Grecia, pero los mercados ya descuentan esta opción desde hace meses, y no sólo en el caso griego, tal y como muestra la creciente rentabilidad de los bonos helenos, irlandeses y portugueses pese al rescate, y la de la deuda alemana por el coste asumido.

Por último, Schäuble ha advertido esta misma semana la posibilidad de que Grecia necesite más ayuda financiera de la inicialmente prevista, menores tipos de interés o una prolongación de los plazos para devolver el rescate europeo de 110.000 millones. Pero Alemania no quiere ampliar el rescate.

Por su parte, y pese a todas las negativas de reestructuración anunciadas en público, el secretario general de la OCDE, Ángel Gurría, señalaba que es posible que Atenas precise más tiempo para devolver sus deudas a los tenedores de bonos. Aunque Gurría matizó que se trataría de una "reprogramación" de la deuda, atrasar pagos es y ha sido siempre un default. "El programa de ajuste de un país como Grecia es muy doloroso, y si es preciso hacer una reprogramación de los pagos para que estas políticas funcionen, entonces eso es lo que debe hacerse", señaló a Bloomberg.

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