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Jorge Valín

Rajoy pedirá el rescate... o debería

Las medidas oportunas pueden hacer que España esté boyante en tres años. No hemos de subestimar la economía de este país. Es la duodécima potencia mundial por Producto Interior Bruto. Tiene potencial.

En caso de que las próximas elecciones generales las gane el Partido Popular, ¿qué debería hacer?

Mientras que todos los países de la Unión Europea han tomado, o están haciendo, duras reformas para saltarse la crisis, el Gobierno español no hace nada. El drama real es el despilfarro descomunal que no está siendo compensado por nada. Zapatero ya ha dicho que no subirá impuestos y, como el país no está creando un tejido productivo fuerte, no hay perspectivas que el Estado vaya a ingresar más dinero por otros medios, como privatizaciones masivas de todo tipo (empresas de la SEPI, parques nacionales, televisiones, sector de la salud...).

¿Qué puede hacer Rajoy ante este panorama? Si gana las elecciones, se va a encontrar que las arcas del Gobierno están vacías. Algo muy similar a lo que le pasó a Artur Mas; pero el Partido Popular no tiene programa ni valentía para tomar medidas impopulares a diferencia de lo que ha hecho CiU. Hay una solución: pedir el rescate a Europa de forma inmediata.

¿Qué ocurriría? En el corto plazo rabioso la bolsa se hundiría, el diferencial del bono español con el alemán se dispararía, incluso podría subir el tipo de interés del propio bono alemán. El euro bajaría y el temor se apoderaría del mercado momentáneamente. El recurso de acudir a Europa no sería para pedir dinero real, sino un programa. La UE, Banco Central Europeo y FMI escribirían al Partido Popular lo que ha sido incapaz de hacer hasta ahora: un programa realista para salir de la crisis.

El rescate total de España podría subir hasta 800.000 millones de euros. Política y económicamente inasumible para la UE, pero en realidad España podría pedir mucho menos. El objetivo es que desde Europa hicieran al país una hoja de "ruta impopular", imposible de asumir para un político local demasiado acostumbrados al populismo, burocracia y clientelismo. Privatizaciones masivas, radical cambio del mercado laboral, abolición de regulaciones y barreras de entrada al capital extranjero y a la innovación nacional. En EEUU, montar una empresa cuesta un día y diez dólares. Aquí, más de doscientos días y múltiples visitas a la administración. Los políticos no han podido arreglar por sí mismos algo tan clamorosamente desastroso, por lo tanto, es mejor que les venga impuestos todos los planes "desde arriba". A muchas grandes empresas les ocurre lo mismo; agobiadas por la atrofia de la burocracia interna y grandes directivos acomodados, contratan una consultara para que cambie el rumbo de la compañía. Lo que dice la consultora va misa, y hacer los cambios es mucho más fácil internamente.

¿Y qué pasa con la izquierda radical? Los medios de comunicación pondrán el grito en el cielo para alimentar el populismo, los sindicatos se movilizarán y organizaciones que ni conocemos saldrán a la calle. ¿Es malo algo así? No necesariamente. En España se ha demostrado una cosa esencial para que cualquier lobby triunfe o muera: el primero que usa la fuerza pierde. Se ha visto con los indignados y la policía. Cuando los primeros usaban la fuerza, sus ideas perdían fuerza ente la opinión popular, y cuando la fuerza era ejercida por la policía, era ésta la que se volvía impopular. La última manifestación de los indignados fue penosa: ellos con lemas en contra de la violencia y la policía con órdenes de no recurrir a la violencia en ningún caso. Evidentemente, esta medida ha provocado que los indignados estén cayendo en el olvido, porque no parecen una solución a nada, ni en ideas, ni en métodos. Son incapaces de hacer una presión real.

Si la izquierda, masivamente, sale a las calles ante las privatizaciones y recortes, acabarán usando la fuerza. No se les puede controlar centralizadamente. Y eso será su tumba.

¿Y qué tal con la popularidad del partido del Gobierno? Pasará lo mismo que en Cataluña; al final la gente lo va a aceptar porque lo entiende. A pesar de las medidas impopulares de Mas, un reciente sondeo del Govern de Cataluña daba a CiU la máxima puntuación sobre el resto de partidos políticos y a Mas el mayor reconocimiento político sobre sus colegas de otras formaciones.

Quedarán además cuatro años para las siguientes elecciones y el elector medio olvida rápido, muy rápido. En EEUU, el tercer año presidencial suele ser el que más sube la bolsa, pues los políticos yanquis creen que el votante solo recuerda el tercer año de presidencia y, por tanto, desde el Gobierno federal hacen todo lo que pueden para hacer subir la bolsa, mejorar el desempleo y regalar favores. Las medidas oportunas pueden hacer que España esté boyante en tres años. No hemos de subestimar la economía de este país. Es la duodécima potencia mundial por Producto Interior Bruto. Tiene potencial.

Si el votante vive bien, el partido en el Poder sale reelegido. Es un arma más efectiva y sostenible que el habitual populismo y compra de votos español. Sea cual sea la solución final, el camino a la recuperación de España será duro aún. Una crisis de este tamaño se ataja atacándola, no dejando pasar el tiempo. Si el próximo Gobierno no hace algo radical, el futuro será mucho peor.

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