Dice Beidha: "La otra cara de esa idealización del empresario de Rallo (me pregunto para cuántos empresarios ha trabajado) es la demonización de los que osan dedicarse a cosas que no tienen mucha demanda o que no generan riqueza sino otro tipo de valores, como conocimiento puro y duro, por ejemplo. Mentes como la de Rallo no son capaces de entender que alguien quiera dedicarse a algo que no les dé a ellos mucho dinero ni produzca riqueza para los demás. Pero yo insisto en que hay cosas que tienen valor aunque nadie quiera pagar por ellas."
Y yo le pregunto: ¿A qué se dedica el profesor Rallo? ¿Acaso no se dedica al conocimiento puro y duro? ¿Cómo puede decir que "mentes como la de Rallo no son capaces de entender que alguien quiera dedicarse a algo que no les dé a ellos mucho dinero"? Por otro lado, no estoy de acuerdo con usted cuando dice que el conocimiento no genera riqueza. Eso es un disparate, que desafía incluso al sentido común. Puede que no haga ricos a quienes aportan ese conocimiento, pero es un capital que contribuye al enriquecimiento de las sociedades humanas. Piense, por ejemplo, en la investigación científica y el partido que le sacan las empresas de biotecnología. Piense en la riqueza que podría generar un mejor conocimiento del funcionamiento de la economía, conocimiento que evitaría los errores y vicios que lastran nuestra prosperidad.
El profesor Rallo no se dedica en este artículo a desacreditar o despreciar a los profesores de filosofía o de lenguas muertas, a los artistas bohemios o a los misioneros católicos, sino a explicar que el afán de lucro es un agente de prosperidad, no solo individual, sino para la sociedad en su conjunto (siempre que ese afán de lucro se limite a actuar dentro de las leyes de la economía de mercado, eso se sobreentiende, aunque tal vez Rallo debería haber subrayado ese detalle).
Beidha, creo respetuosamente que te quedas en la superficie un poco. Por ejemplo, en el caso que pones de la discográfica estás partiendo de una premisa: los discos de Operación Triunfo tienen menos calidad que los de XXX. Es una apreciación tuya basada en una escala de valores individual. Personalmente, casi seguro que estoy de acuerdo contigo, pero quién es nadie para determinar lo que es calidad y lo que no, lo que aporta una discográfica popular o una discográfica de autor.
Algo parecido aunque en un nivel distinto es el tema de las personas que altruístamente o por puro placer, que igual da para el argumento, se dedican a actividades como el conocimiento, el arte, la ayuda desinteresada. Estoy de acuerdo en que Rallo tiende a argumentar de manera que parece excluir del ámbito de lo "económico" este tipo de actividades si no persiguen el fin de generar riqueza, pero creo que es más un estilo ligeramente agresivo que irá corrigiendo con el tiempo que un pensamiento real. Si algo caracteriza a la escuela austríaca de la que Rallo es ya uno de sus referentes en Europa es la asunción de que solo el propio individuo debe decidir cuáles son sus preferencias. Si estas preferencias son renunciar a millones de euros -mientras siga valiendo algo el euro- para dedicarse a investigar sobre la curación del Alzheimer sin ánimo de lucro, es su decisión personal que será agradecida por millones de personas, pero que pertenece única y exclusivamente a su voluntad.
A diferencia de casi todas las escuelas económicas, la escuela austríaca niega la posibilidad de que exista una "eficiencia colectiva" o "felicidad colectiva". El hecho de que existan Amancios Ortegas en el mundo es un indicativa de que millones de personas han obtenido más de lo que han dado en un intercambio voluntario, pero eso no indica que muchas personas no busquen maximizar su riqueza -en realidad, la inmensa mayoría, porque si no fuera así, yo no estaría escribiendo este comentario sino aprendiendo chino.
No sé si me he explicado bien, Beidha o si quizá no he entendido bien tu comentario. Gracias si te lees el tochazo que me ha salido.
No hay nada malo en querer ganar mucho o muchísimo dinero, pero como siempre el artículo de Rallo se queda en la teoría. Es incapaz de ir más allá de su visión idealizada de los emprendedores, como si por definición todo el que gana mucho dinero es a cambio de producir cosas y generar riqueza para toda la sociedad. Sabemos que no siempre es así.
Estoy de acuerdo en que no hay que demonizar al que aspira a ganar mucho, es necesario que haya gente así. Pero tampoco hay que idealizarlo. Está bien que alguien quiera ganar dinero, pero no todas las formas de ganarlo me inspiran la misma admiración.
Pongamos el ejemplo de una discográfica. ¿Es mejor la que vende muchísimos discos explotando siempre la misma fórmula estilo Operación Triunfo o la que vende menos discos pero estos tienen mejor calidad? Desde el punto de vista empresarial, la primera. Pero si se aspira a algo más que ganar dinero, la segunda. El valor de las cosas no reside exclusivamente en el dinero que generen, y no son beneficiosos para la sociedad sólo quienes generan riqueza.
La otra cara de esa idealización del empresario de Rallo (me pregunto para cuántos empresarios ha trabajado) es la demonización de los que osan dedicarse a cosas que no tienen mucha demanda o que no generan riqueza sino otro tipo de valores, como conocimiento puro y duro, por ejemplo. Mentes como la de Rallo no son capaces de entender que alguien quiera dedicarse a algo que no les dé a ellos mucho dinero ni produzca riqueza para los demás. Pero yo insisto en que hay cosas que tienen valor aunque nadie quiera pagar por ellas.
A jonsy: la lectura de Rand evidentemente puede tener una influencia en el pensamiento de mucha gente, pero al menos te digo en mi caso -que el primer contacto fue la película El manantial, no sus libros- Rand no pasa de ser una pensadora a tener en cuenta, aunque en mi opinión con ideas equivocadas en cuanto a la propiedad intelectual. Diría que en el caso de Rallo y de muchos otros es Mises quién una vez que alguien ha abierto la puerta -en mi caso, aunque luego he renegado de él por estatista encubierto fue Milton Friedman- muestra toda la nitidez del funcionamiento de la economía. Otros han aportado o complementado las ideas de Mises como Hayek, Rothbard, Kirzner, Hoppe, Huerta de Soto, Block, Leeson, Horwitz ...
Del artículo de Rallo discrepo en una solo cosa, aunque quizá sea un olvido involuntario; en ligar de alguna manera destrucción a dictador supuestamente altruista. Las democracias tampoco tienen un pasado limpio. Hiroshima y Nagasaki fueron bombardeadas por una democracia. Iraq ha sido destruido por una coalición de democracias.
No solo es la consecuencia de la creación previa de riqueza, sino también la causa. No hay contradicción en ser simultáneamente causa y consecuencia, pues la economía es un sistema realimentado; es en realidad una paradoja que a algunos le cuesta comprender.
La riqueza, la prosperidad de la sociedad es una propiedad emergente de miles de millones de personas luchando por su bienestar y su prosperidad personal. Por ello, el ansia de enriquecimiento personal es causa de prosperidad social. Es la preocupado motivación de enriquecimiento social, y quizá la única verdaderamente efectiva.
Consecuentemente aquella sociedad que no reta la propiedad privada, hunde sí economía. A esta destrucción y por ese método se dedica el socialismo, y también paradójicamente obtienen lo contrario de lo que afirman buscar. Paradoja que no comprenden.
En cuanto al artículo en sí, creo que acierta usted al señalar lo arraigado que está en nuestra naturaleza, por la lógica evolutiva (y aquí Alberto Gómez seguramente estaría de acuerdo), el rechazo hacia los "grandes acumuladores". Todas las religiones antiguas tienden a desaprobarlo, pero esas religiones eran expresión cultural de sociedades de muy baja productividad, donde la riqueza crecía muy lentamente si es que crecía, por lo que la economía daba la impresión de ser un juego de suma cero. En tiempos más modernos, surgieron en Europa corrientes religiosas que aprobaban el afán de lucro, pero dentro de una disciplina moral y ligada a la ética del trabajo. Esas corrientes corresponden a una sociedad que ve aumentar la productividad con respecto a épocas anteriores.
Afirma que los codiciosos tienen necesariamente que servir al público, ofreciéndole bienes o servicios útiles, para poder prosperar y acumular grandes fortunas. Bien, pero eso es en una economía de mercado ideal, donde hay unas normas claras, iguales para todos, un régimen de competencia perfecta; donde hay ausencia de coacciones y se cumple la ley. En el mundo real hay demasiadas adulteraciones de la economía de mercado, y en grado demasiado elevado (hay mucho "capitalismo de amiguetes"), para que esa norma se cumpla a rajatabla. Por desgracia, en el mundo real, la vía más fácil para enriquecerse no es servir al público en régimen de competencia perfecta, sino buscarse algún favor, algún privilegio, algún chollo en connivencia con el poder político. También está el crimen organizado y la delincuencia de altos vuelos, que utilizan la coacción y el engaño, el chantaje y el soborno, el crimen sangriento. Hay muchos atajos y vías sucias para acumular dinero y riquezas. Por eso mismo es tan necesaria la economía de mercado: para minimizar esas vías sucias y obligar a los que se guían por el afán de lucro a servir a la sociedad con bienes y servicios útiles y competitivos si quieren enriquecerse. Parafraseando a la Biblia, "te ganarás tu fortuna con el sudor de tu frente".
Permítame una observación, Sr. Rallo:
Sus artículos siempre están muy bien argumentados, son una magnífica muestra de pensamiento racional, pero tienen un inconveniente, a mi juicio: por su extensión, parecen más apropiados para una revista como La Ilustración Liberal o para los suplementos de LD. Creo que muchos potenciales lectores se sentirán un poco desanimados ante la extensión de sus artículos, y se abstendrán de leerlos o se conformarán con echarles una ojeada superficial. Tal vez sería conveniente abreviarlos un poco en lo sucesivo. Perdería en profundidad y exhaustividad, pero ganaría en lectores.
Me parece que el autor ha leído un par de libros de Ayn Rand.... :-).
Por cierto, lecturas altamente recomendable, todo sea dicho.
La verdad es que resulta paradógico que el egoísmo sea la herramienta que más hace por el aumento de calidad de vida de la sociedad. Pero visto desde la perspectiva biológica y del instinto de supervivencia como individuos, como grupo, y como especie -pero siempre en ese orden-, está claro que cualquier otra cosa que sea ir en contra de nuestra naturaleza está condenada al fracaso
Cuánta razón tiene la Declaración de Independencia de los Estados Unidos cuando expone:
"Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad"
Una cosa es ganar dinero y otra utilizar la política como medio para lograrlo. Sea con contactos políticos, con un cargo, etc...
Que se lo pregunten a Bono y a Felipe González