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Jorge Valín

La ‘Mano de Dios’ vuelve a manipular la bolsa

Si es curiosa la doble vara de medir del Poder, más lo es la indiferencia del ciudadano hacia este tipo de acciones que no son más que otra forma de corrupción. Los gobiernos y bancos centrales pervierten el mercado en beneficio propio.

En 1988 Ronald Reagan creó el Grupo de Trabajo sobre Mercados Financieros que se materializó a través del decreto de ley 12631, con el fin de "mejorar la integridad, la eficiencia, el orden y la competitividad de los mercados financieros de nuestro país [EEUU], a la vez de mantener la confianza de los inversores" (sic.). Es decir, manipulación descarada del mercado. Curiosamente, si algún particular hiciera eso mismo iría a la cárcel en EEUU, pero si lo hace el Gobierno, gana electores.

Inicialmente, Reagan creó la ley para montar una especie de soviet o grupo de trabajo financiero que velara por el mercado. Esa fue la excusa al menos. El tiempo nos ha mostrado que su propósito real fue manipular el mercado en beneficio político. El "Grupo" vio que su capacidad para cambiar las cosas era mucho más grande de lo que pudieron imaginar al principio. Pueden convertir jornadas bajistas en alcistas, o provocar que los grandes inversores y hedges funds compren como posesos cuando el mercado cae.

En realidad, nadie sabe qué hace tal grupo. Sus acciones son tan opacas como las de la mafia. Tal fue el punto que durante muchos años los analistas creían que era otro consejo político que se dedicaba a cobrar por no hacer nada. Desafortunadamente no ha sido así.

El congresista Ron Paul ha preguntado en diversas ocasiones sobre qué hace este grupo y cómo actúa. Bernanke siempre ha dado esquinazo a las preguntas de Paul, y en muchas ocasiones no le contesta ya que nada le obliga a contestar a las preguntas del congreso. Por otra parte, un antiguo miembro de la Fed, Robert Heller, afirmó en el Wall Street Journal antes de la crisis, que la Reserva Federal "en vez de inundar toda la economía con liquidez, y por lo tanto aumentar el peligro de la inflación, podría estar comprando activos de renta variable directamente en el mercado de futuros". Ahora sabemos que la Fed hace ambas cosas.

Desde la crisis de 2008, la intervención de este grupo, que aquí se le conoce como la "Mano de Dios" y ha creado escuela en Europa, ha aumentado su actividad aunque siempre lo ha negado. Muchos analistas que antes no creían en el poder real de este grupo, ahora parecen admitir su intervención en el mercado directo.

El martes pasó algo curioso en el índice Standard & Poor's (S&P). A primera hora el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, vino a decir que si la economía se estancaba, la Fed metería mano al asunto y crearía más estímulos. La bolsa americana no reaccionó a la noticia y estuvo bajando todo el día hasta los últimos treinta minutos. Entonces, de golpe, y sin ninguna razón, empezó a subir. El S&P pasó de perder un dos por ciento a ganarlo en solo 30 minutos. Otra vez, había actuado la "Mano de Dios". La inexplicable subida repentina provocó que los cortos (aquellos que estaban bajistas), empezaran a recomprar para limitar las pérdidas, lo que aún aumentó más la subida casi en vertical del S&P y Dow Jones.

Si es curiosa la doble vara de medir del Poder, más lo es la indiferencia del ciudadano hacia este tipo de acciones que no son más que otra forma de corrupción. Sin necesidad de buscar el lucro directo, los gobiernos y bancos centrales pervierten el mercado en beneficio propio para conseguir más electores y Poder sobre la sociedad. ¿Qué sentido tiene que el Gobierno haga leyes de transparencia financiera, mil regulaciones y después sea el único que se las salta?

Probablemente, el mito del Gobierno bueno aún persiste en el ciudadano incauto al creer que todas las atrocidades de los burócratas son positivas cuando están travestidas de gloria y bondad, como hizo Reagan al afirmar que la regulación hace "mejorar la integridad, la eficiencia y el orden... del mercado". El resultado de tal "bondad" es el aumento de volatilidad, incertidumbre, pérdidas y una economía planificada que solo vive para financiar los vicios y ambiciones de banqueros centrales y políticos. Con estas estrategias, el Gobierno puede engañar a la gente, pero no nos hará salir de la crisis.

En Libre Mercado

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