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Ignacio Moncada

La confianza hay que ganársela

Si los inversores, empresarios, ahorradores y consumidores perciben que se está liberalizando el marco económico, y que el Estado ha empezado a reducirse a un tamaño sostenible, españoles y extranjeros volverán a tener confianza en la economía española.

Uno de los mantras de Rajoy durante la campaña electoral fue que, para que la economía se recuperase, era necesaria confianza. Y es cierto. Pero a veces da la sensación de que lo que la clase política entiende por confianza es algo casi equiparable con la magia. La confianza, en el sentido en el que hace falta, no es la esperanza en que el presidente dé una conferencia motivacional en el Congreso que provoque una estampida inversora y una regeneración instantánea de la estructura productiva. Es algo mucho más sencillo, y a la vez extraordinariamente importante. La confianza que se necesita es la esperanza en que se va a reformar el marco económico para que la gente pueda volver a generar riqueza a medio y largo plazo. La confianza no es algo que aparezca por poses o buenas intenciones. Es algo que sólo llega si se percibe que el Gobierno va a hacer lo correcto sin pretextos ni excusas. Que se va a poner manos a la obra para devolver a los ciudadanos una economía secuestrada por los políticos. La confianza no es una cuestión de gestos, sino de hechos.

Rajoy decía que el simple hecho de cambiar el Gobierno daría confianza. Está claro que cuando un país en crisis ha padecido un gobierno como el de Zapatero, el mero cambio de partido en el poder aumenta las probabilidades de que se tomen las medidas adecuadas y que, por tanto, la economía termine reactivándose. Pero ese efecto no deja de ser una ilusión. Si el actual Ejecutivo empieza a errar en sus decisiones, si se dedica a cambiar lo mínimo para seguir igual, nos estará haciendo un flaco favor a los españoles. Por decirlo suavemente. Rajoy cometería una grave irresponsabilidad si de verdad se cree que el cambio de Gobierno, por sí solo, va a contribuir en algo a la salida de la crisis. Parafraseando a Einstein, si queremos obtener resultados distintos de los que hemos obtenido hasta ahora, es necesario que apliquemos medidas distintas. Si Rajoy aplica una política económica similar, obtendrá similares resultados. Vulgar perogrullada que de cuando en cuando conviene recordar a nuestros gobernantes.

El actual Gobierno no lleva ni un mes en el poder. Este tiempo no es muestra suficiente para evaluarlo de manera general. Pero también es asombrosamente poco tiempo para haber decepcionado a tantos votantes que depositaron en Rajoy sus esperanzas. Se ha estrenado imitando algunas de las políticas que han llevado al PSOE a destrozar su suelo electoral y a España a un insoportable clima de desesperanza. Pero no debemos por ello tirar la toalla. El Gobierno tiene una tarea inmensa por delante. Debe ser valiente y devolver la economía a la gente, y así generar la confianza que necesita la sociedad española. La confianza hay que ganársela con hechos. Tenemos prisa, así que lo mejor es que se tomen las medidas despacio. No hay nada peor que tomar decisiones equivocadas en una situación de urgencia. Si los inversores, empresarios, ahorradores y consumidores perciben que se está liberalizando en serio, con valentía, el marco económico, y que el Estado ha empezado a reducirse a un tamaño sostenible, sólo entonces españoles y extranjeros volverán a tener confianza en la economía española. No olvidemos que es la gente de a pie quien en última instancia va a sacar a España de ésta.

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