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La 'oveja negra' de la familia Sarkozy

Olivier Sarkozy es un exitoso hombre de negocios en EEUU. ¿Qué pensará el presidente de Francia de este malvado "especulador"?.

El hermanastro del presidente de Francia, Olivier Sarkozy, ha vendido su casa de ensueño ubicada en el centro de Nueva York por 8,4 millones de dólares (unos 6,3 millones de euros), un 30% menos del precio que pedía por ella en agosto de 2010, según publica Idealista.com. La casa se sitúa muy cerca de Central Park y cuenta con una superficie de 788 m2. El medio hermano del presidente francés necesita mudarse a una casa más grande para poder albergar su cada vez más extensa colección de arte.

Sarkozy compró esta casa en 2005 por 6,75 millones de dólares (5,1 millones de euros) a su antiguo dueño, el famoso fotógrafo Richard Avedon. Tiene cuatro plantas, seis dormitorios, cinco baños y un jardín privado de casi 200 m2. Fue construida en 1910 y Oliver Sarkozy la reformó completamente para conseguir espacios abiertos y luminosos que permitieran resaltar su amplísima colección de arte.

El 'Sarkozy especulador'

No es mucho lo que ha trascendido de la vida del hermano del presidente galo, al menos en Europa, ya que en EEUU, donde tiene su residencia habitual, es mucho más conocido y un habitual de la prensa económica. Olivier Sarkozy es un exitoso hombre de negocios, dedicado principalmente al sector financiero. Actualmente, es director gerente y jefe del grupo de servicios financieros globales de la empresa The Carlyle Group, un fondo de capital-riesgo.

Los fondos de este tipo se dedican, sobre todo, a comprar empresas. El principal objetivo de la firma es adquirir empresas, fundamentalmente de sectores dinámicos y de las que, por tanto, se espera que tengan un crecimiento exponencial. Una vez que el valor de la empresa aumenta, el inversor (en este caso Carlyle) retira los fondos riesgo y sale del negocio obteniendo una alta rentabilidad.

Lo curioso del caso es que este tipo de especulación ha sido duramente criticada desde que empezó la crisis por numerosos mandatarios políticos. Entre ellos, ha destacado el presidente francés, Nicolás Sarkozy, que se ha atrevido a exigir sanciones y controles para frenar estas prácticas. La firma para la que trabaja su hermanastro se dedica exclusivamente a eso: a especular, a comprar activos baratos o en dificultades para, tras sanearlos, venderlos y obtener una mayor rentabilidad. Los fondos de capital-riesgo como Carlyle canalizan grandes sumas de dinero hacia nuevos negocios de alto riesgo y alta rentabilidad. Vamos, que este tipo debe ser la oveja negra de la familia (al menos para los que piensen que hacer dinero invirtiendo en activos con riesgo está mal).

La empresa para la que trabaja el hermanastro de Sarkozy administra fondos por más de 81.000 millones de dólares. Antes de entrar a trabajar en esta firma, para la que ya trabajaron personalidades como George Bush padre, Olivier fue codirector mundial del Grupo de Instituciones Financieras en el Banco de Inversiones UBS, en el que trabajó en muchas de las mayores fusiones en el sector financiero de EEUU. Olivier también pasó 11 años en Credit Suisse First Boston, donde fue Director General del Grupo de Instituciones Financieras, y ha sido el responsable de una serie de importantes transacciones de renta variable de recaudación de capital.

Desde que comenzó la crisis, la figura del especulador ha sido demonizada por algunos analistas y gobernantes, entre los cuales, en los últimos años, se ha incluido el presidente galo, tachándolos de culpables de la crisis y de los vaivenes de los precios. "Compartimos la preocupación de Argentina sobre los capitales especulativos en materias primas, el problema está en la especulación y no en los precios", llegó a decir hace unos meses el presidente francés a Cristina Fernández de Kirchner.

Como muchos expertos ha señalado, la labor del especulador profesional, como el hermanastro de Nicolás Sarkozy, ejerce, de hecho, una moderación en los precios, ya que se basa en la previsión y de la anticipación. El especulador puede equivocarse y será castigado por el mercado al obtener una rentabilidad menor de la prevista o bien saldrá beneficiado cuando sus previsiones hayan sido las correctas.

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