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¿Cómo saldría Grecia del euro?

¿Qué ocurriría si Grecia finalmente saliera del euro? ¿Qué medidas adoptaría el Gobierno heleno?

¿Qué ocurriría si Grecia finalmente saliera del euro? ¿Qué medidas adoptaría el Gobierno heleno? ¿La salida sería anunciada con tiempo o de manera inesperada? ¿Se haría respetándose el derecho internacional? Los investigadores de Variant Perception han realizado un completo estudio en el que detallan, entre otras cosas, los pasos que seguirían las autoridades helenas si finalmente abandonara la moneda común.

Tiempos: negación, negación... y salida por sorpresa

Los políticos negarían una y otra vez la posibilidad de abandonar el euro, pero al mismo tiempo estarían preparando, entre bambalinas, los pasos para la salida, que se produciría de manera sorpresiva.

Grecia anunciaría la salida del euro un fin de semana -aprovechando que los mercados están cerrados-. El primer paso sería convocar una sesión parlamentaria ese mismo fin de semana para poder aprobar la ley de reintroducción de la nueva dracma, o el escudo en caso de Portugal -el siguiente país con más incentivos para abandonar la eurozona tras la salida de Grecia-. Al cambio de moneda le seguiría el control de capitales y, probablemente, uno o dos días -lunes y martes- de vacaciones bancarias (como en el caso de Argentina en 2002).

Marcar euros, introducir el dracma y demonetizar euros marcados

Estos serían los pasos a seguir después de abandonar la moneda común. La redenominación de los depósitos bancarios de la noche a la mañana implicaría reconvertir todos los apuntes bancarios actuales –apuntes electrónicos- de euros a la nueva moneda. Un proceso laborioso que conllevaría destinar un cierto tiempo en rediseñar los procesos informáticos y de seguridad correspondientes.

De hecho, algunos medios de comunicación -como el Wall Street Journal- ya han apuntado a que algunos grandes bancos y agencias internacionales de compensación -como el CLS Bank International- estarían, silenciosamente, preparándose a tal fin.

Por otra parte, dado que sería imposible reemplazar inmediatamente el dinero anterior por uno nuevo, primero se marcaría el viejo -euros- para, posteriormente, reemplazarlo por las urgentes emisiones de la nueva moneda -dracma- y, finalmente, proceder a despojar (demonetizar) a los euros marcados de su status de moneda de curso legal -con capacidad de extinguir las deudas-.

De ahí la necesidad de imponer el control de capitales y así evitar que los euros salieran de Grecia para evitaran la merma de su valor. De acuerdo con la experiencia histórica, el proceso entero de reemplazo monetario terminaría en pocos meses.

Banco Central de Grecia

Aunque el Tratado de Maastricht no contempla un mecanismo legal de salida del euro, el BCE se asienta en los bancos centrales nacionales, que mantienen todas sus funciones como bancos centrales –emisión y distribución del dinero, política monetaria, reservas monetarias, política cambiaria, intercambio de monedas extranjeras...-, pero sometidos al mandato de la autoridad monetaria europea. De producirse la salida de Grecia, el Banco Central heleno ya dispondría de las funciones como banco central, solamente que recuperaría la autonomía respecto del BCE.

Control de capitales: inevitables a corto plazo

De acuerdo con la experiencia histórica de otras crisis monetarias, para establilizar el tipo de cambio y evitar la gran depreciación de la nueva dracma, Grecia debería imponer de inmediato un control de capitales tras abandonar el euro. En principio, estas medidas se impondrían por un periodo fijo de tiempo después de la devaluación inicial, aunque en otros casos históricos estos controles todavía son, en cierta medida, efectivos a día de hoy -por ejemplo, Argentina, Rusia, Brasil o China-.

Nueva moneda: redenominación de la deuda

Después de la introducción de la nueva dracma, ¿en qué moneda se pagarían las deudas? Aunque la respuesta no es del todo clara, de acuerdo con algunos informes legales previos a la creación del euro y al principio legal lex moneate -el estado determina su propia moneda-, Grecia podría redenominar en nuevas dracmas las deudas contraídas bajo las leyes griegas, mientras que las deudas emitidas bajo leyes y tribunales extranjeros -por ejemplo, los bonos privados o públicos emitidos en las plazas de Nueva York o Londres- continuarían pagándose en las monedas en las que se contrajeron dado que no podrían ser redenominados por las autoridades helenas.

Impago de deuda soberana

La mayoría de deuda soberana de los países del euro está sujeta a las leyes locales. En el caso de Grecia el 94% de los bonos soberanos están sujetos a leyes griegas, mientras que tan solo el 6% restante lo están a las leyes británicas o americanas. La redenominación en dracmas no se consideraría legalmente un impago, pero así sería considerado por los mercados y las agencias de calificación.

Además, resultaría de vital importancia la reestructuración de la deuda soberana. Y este es un procedimiento informal que probablemente seguiría los pasos establecidos por el Club de Paris -foro informal de países que trata aspectos relativos a la deuda pública-.

Efectos sobre el ahorro y endeudamiento privado

Los ahorradores griegos saldrían a la calle -como ya ocurriera en Rusia en 1998 o en Argentina en 2002- a manifestarse por la diminución de sus ahorros, ya que quedarían denominados en una moneda devaluada -sobre todo los ahorradores menos sofisticados que no hubieran trasladado su dinero al extranjero-. Todo lo contrario que los deudores, los grandes beneficiados, ya que verían cómo disminuye la carga real de sus deudas.

No obstante, también podría esgrimirse que, actualmente, los ahorradores están disfrutando de un ahorro sobrevalorado que no se compadece con la situación real del país.

Quiebras privadas: las leyes locales deben preponderar

Una parte importante de deuda bancaria y corporativa se emite en las plazas financieras de Londres y Nueva York, estando, por tanto, sujetas a las leyes americanas e inglesas. Este hecho motiva que, generalmente, se valoren con una prima por su menor riesgo de redenominación puesto que, siguiendo el principio legal del lex monetae, no cabría su redenominarían en la nueva dracma.

Como contrapartida, los acreedores verían más difícil pagar la deuda en euros con devaluados dracmas por lo que se incrementaría el número de quiebras e insolvencias -como ocurrió con las crisis asiática de 1997-. Los procedimientos de quiebra no se verían afectados y prevalecerían las leyes locales que, aunque diferentes en cada país, suelen presentar los mismos aspectos fundamentales.

Liquidez, solvencia y efectos colaterales

La salida de Grecia de la eurozona provocaría fuertes tensiones financieras internacionales que deberían combatirse por parte de los bancos centrales a través de líneas de crédito y facilidades de descuento ilimitadas. Por otra parte, los bancos franceses, británicos y alemanes tendrían que ser recapitalizados por las autoridades para cubrir las pérdidas por impagos de sus clientes griegos -una recapitalización a la que ya están siendo obligados con la elevación del ratio de su core capital-.

Consecuencias de la salida del Banco Central de Grecia

Al existir un fuerte déficit entre los bancos centrales periféricos respecto al BCE y los demás bancos centrales, de salirse uno de ellos, como el griego, éste tendría difícil atender todos sus pagos, siendo necesarias quitas parciales. Los demás bancos centrales se verían obligados de inmediato a recapitalizarse por sus gobiernos para evitar la insolvencia o bien a través de la siguiente modificación técnica contable.

Cómo recapitalizar el BCE técnicamente

La solución técnica -que no pasa por los fondos públicos- sería la de activar en su balance el valor de los ingresos que ganarían con los activos adquiridos con nuevas emisiones de euros -es decir, capitalizar el señoreaje-. Algo que algunos analistas han cuantificado en 2 ó 3 billones de euros, por lo que podría cubrirse el default de la deuda periférica de, por ejemplo, Italia y España.

Aspectos legales de la salida

Si bien las consecuencias económicas podrían intentar preverse con algo de acierto, el aspecto legal de salir del euro es un tema tremendamente complejo. El problema es que el Tratado de Maastricht contempla como irrevocable tal salida. Por lo que, si Grecia, o cualquier otro país periférico, abandonara la eurozona supondría el incumplimiento del derecho internacional y del Tratado de Maastricht.

Sin embargo, de acuerdo con el BCE –que curiosamente estudió esta posibilidad- el Tratado de Lisboa en su artículo 50 sí permitiría tal salida. En caso de que existiera, además, la voluntad de permanecer en la Unión Europea, Grecia debería salir de la eurozona y volver a solicitar su admisión en la UE, pero sin adoptar el euro.

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