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Carlos Rodríguez Braun

Cándido Méndez y el gasto

Méndez condena la subida de tasas universitarias pero no presta ninguna atención al muro que deben sortear las familias para financiar la educación universitaria o a que la sociedad civil descubrió las becas para estudiantes pobres hace varios siglos.

Méndez condena la subida de tasas universitarias pero no presta ninguna atención al muro que deben sortear las familias para financiar la educación universitaria o a que la sociedad civil descubrió las becas para estudiantes pobres hace varios siglos.

El secretario general de UGT, Cándido Méndez, escribió un artículo en El País sobre la contención del gasto público, una medida a su juicio incorrecta; además, aunque es a veces justificada asimilándola al ajuste del gasto que realizan las familias, según Méndez esto ni siquiera sería válido en el seno de las familias: "Si eso fuera así, en mi casa, hogar de una humilde familia obrera, no hubieran entrado El Quijote, las obras completas de Blasco Ibáñez y un diccionario enciclopédico de dos tomos, el único al alcance de nuestras posibilidades".

El argumento identifica poder político y sociedad civil. Don Cándido no distingue entre la decisión libre de un ciudadano con su dinero y la imposición de la Administración que decide arrebatárselo y gastarlo en su nombre. Pero, veamos, si el señor Méndez elogia la decisión de su familia de ajustar el presupuesto, reduciendo unos gastos y aumentando otros, como el importante capítulo de los libros, es notable que no perciba la importancia que reviste el hecho de que esos libros fueron comprados libremente por sus padres con su dinero; y que no observe que si eso está bien, y está muy bien, entonces también vale para todos los demás gastos que hacen los ciudadanos, a saber, que deberían decidir ellos cómo ajustarlos a sus ingresos, y no los políticos.

Don Cándido deja para el final su condena más dura: "De las últimas medidas del Gobierno, la que mayor filo ideológico tiene es la subida de tasas universitarias, que crea un muro económico para obstaculizar que el hijo o la hija de una limpiadora pueda ser economista". No presta ninguna atención al muro que deben sortear las familias para financiar la educación universitaria, ni al muro que representa un sistema intervenido que produce cada vez más licenciados condenados al paro o a realizar actividades muy diferentes de las correspondientes a sus estudios; no presta atención al hecho de que la sociedad civil descubrió las becas para estudiantes pobres hace varios siglos; en fin, no presta atención a nada más que la ficción conforme a la cual el mayor gasto público siempre es bueno, y quien no lo crea es que padece... ideología.

En fin, sigamos con ideología. Don Cándido Méndez augura terribles catástrofes si la coacción política y legislativa disminuye. "Todo está en riesgo", dice, dramáticamente, todo, la convivencia, la democracia, Europa, todo, porque igual caemos en una economía "de libre mercado como pretendía, entre otros, Aznar". Caramba, y usted igual creía recordar que en tiempos de Aznar hubo impuestos, cotizaciones, regulaciones, Seguridad Social y todo el aparato coercitivo de la llamada "economía social de mercado" que Méndez añora. Parece que no hubo nada de eso. Es más, igual no hubo ni subvenciones millonarias a los sindicatos. 

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