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Rajoy se la juega a una carta con Merkel: actuación inmediata del BCE

España busca una reunión con Merkel este mismo lunes, durante el G-20: "Nos la jugamos, y va a ser antes de verano". Entonces, Grecia ya habrá votado.

Con el bono español rozando la barrera del 7% y la prima de riesgo bordeando los 550 puntos, el Gobierno se sumergió en una espiral de incertidumbre -incluso de terror- sobre lo que pueda pasar en los próximos días que solo vislumbró una solución, aunque sea un mero parche que no vaya a frenar la hemorragia de forma permanente: la inyección de liquidez por parte del Banco Central Europeo. Y, para ello, se definió consciente de que tiene que convencer a un socio preferente, tras el cual dirán que sí el resto: Angela Merkel.

El Ejecutivo cree que Alemania acabará cediendo ante un escenario tan apocalíptico. España juega con la baza de que si cae España, cae la Unión Europea en su conjunto. El propio presidente fue muy explícito en la misiva remitida a los responsables comunitarios: la continuidad del euro está en juego, y para que la moneda única continúe en el bolsillo de todos Bruselas tiene que ayudarle a mantener a flote el barco. Como fecha límite, la cumbre del día 28, y como única herramienta, la inyección de liquidez por parte del organismo que dirige -pero no controla- el italiano Mario Draghi.

"La última decisión la tiene Merkel, estamos en sus manos", resumía un miembro del gabinete. El pasado fin de semana, en el que se materializó el rescate financiero, la canciller no habló ni una ni dos veces con Rajoy, sino varias. El próximo encuentro entre ambos podría adelantarse para este mismo lunes, en Los Cabos (México), en el marco de la cumbre del G-20. Según fuentes diplomáticas, sería un despacho a cuatro -también con Italia y Francia- y tendría como otros invitados el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, y el del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy. Incluso podría asistir Barack Obama, proclive a los intereses españoles. Los grandes de Europa volverán a verse en Roma  esa misma semana, el viernes, en la denominada cumbre del crecimiento.

La cita de Los Cabos podría ser decisiva para España, una vez se podría esperar una orden directa al BCE para que actúe. El motivo se hace en forma de pregunta en los círculos de poder: “¿Cuánto puede aguantar España en niveles como los actuales, con la prima de riesgo desatada y el bono español rozando el 7%?”. Y Luis de Guindos, muy preocupado, admite que no muchas más semanas.

El Gobierno escenificó el riesgo real para el país ni más ni menos que en la sede de la soberanía nacional. En el Congreso, Rajoy reunió a la Comisión Delegada para Asuntos Económicos, en la que perfiló qué llevará al Consejo de Ministros. Pero, después, se quedó a solas con su núcleo duro para abordar la difícil situación y poner encima de la mesa todos los posibles escenarios. El titular de Economía insistió en que la respuesta de los mercados es normal, una vez todavía faltan detalles sustanciales como cuál será la cifra oficial para sanar a la banca -las auditorías, según Reuters, estarán listas para el lunes- y en qué momento empezará a funcionar la línea de crédito, junto a la incertidumbre de Grecia. Pero, a renglón seguido, destacó que el país no puede seguir en el ojo del huracán, volviendo otra vez a la idea del BCE.

En el despacho, al que rodeó una tremenda expectación, también estuvieron la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría; el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro; el responsable de la Oficina Económica, Álvaro Nadal; y el asesor principal del presidente, Jorge Moragas. Al término, De Guindos confirmó: “La situación es de tensión”, pero hay que mantener la calma.

“Estamos en un momento histórico. En estos momentos, España y la Unión Europea están haciendo historia y están decidiendo qué quieren ser de mayor”, aseguran fuentes del entorno del presidente. Hito en un contexto de gran volatilidad, en el que una declaración inoportuna puede hacer tambalear a un país entero, como creen que ocurre con España. Atrás quedó la llamada al orden de Rajoy para evitar términos de catástrofe, y que él mismo incumplió en la carta a la UE. El Gobierno se confiesa sin pelos en la lengua: “Nos la jugamos, y va a ser antes de verano”.

Las reformas en marcha

Mientras, el Ejecutivo insiste en la agenda reformista, que pese a semanas muy lights, asegura que no tiene descuidada. Moncloa filtró este jueves por la tarde que la mesa gubernamental llevará a deliberación un informe sobre empresas públicas -habrá eliminación de entidades y otras muchas sufrirán modificaciones para ser más eficientes-, del que dará cuenta Sáenz de Santamaría. La subida del IVA se descarta, en principio, aunque sigue encima de la mesa una vez “es una fórmula de recaudación muy rápida para un momento crítico”. Los hispabonos volverán a quedarse en el cajón, así como la reforma de la administración pública, en la que se trabaja a buen ritmo.

El presidente intenta dar una imagen de tranquilidad, pero solo piensa en la economía y está muy preocupado”, afirma un allegado. El domingo, en el trayecto para participar en el G-20 seguirá desde el avión presidencial los resultados de las elecciones en Grecia, un auténtico punto de inflexión. “Si la cosa va mal, como se espera, el BCE actuará”, interpretan en Moncloa. Pero ya creyeron que lo iba a hacer cuando se traspasó la prima de riesgo hizo saltar por los aires la línea de los 500 puntos, y se mantuvo impasible. De ahí, insisten, en la importancia de negociar con Alemania redoblando la ofensiva diplomática. “Haremos lo que haga falta, ya lo estamos haciendo, pero necesitamos su ayuda. Tiene que entender que España no es una ficha de dominó más, es la ficha que desestabiliza el tablero para siempre”. Dramatismo, dicen, porque el contexto es tan complicado que el Ejecutivo no sabe cómo llegará a las vacaciones de verano.

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