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Rajoy rehúsa adelantar los ajustes que llevará a cabo y urge a la UE a actuar

España cumplirá, pero la UE también debe hacerlo. De forma "palpable y ágil", insistió Rajoy. Los "recortes" llegarán en julio, pero no los avanzó. 

El presidente del Gobierno lanzó un doble mensaje cargado de dramatismo. Uno dirigido a la Unión Europea, reclamando que los acuerdos de la cumbre de Bruselas no queden en papel mojado y que a la mayor brevedad posible se avance hacia una unión bancaria e integración fiscal, sin olvidar los instrumentos para zanjar la crisis de deuda y la ayuda directa a las entidades financieras. Otro de puertas para adentro, tirando de la bandera de todos para advertir que el esfuerzo ha de ser general -del Estado, pero también de comunidades y ayuntamientos- y preparando el cuerpo a los ciudadanos, que este mes de julio conocerán "decisiones importantes" para controlar el déficit público.

Fueron más de treinta minutos de tensión ininterrumpida. El tiempo que duró la intervención de Mariano Rajoy en la clausura del campus FAES, en la que cada palabra que pronunció dejó en evidencia que el país está ante uno de los momentos más difíciles de su historia. Ni tan siquiera se molestó en lanzar mensajes de optimismo, para hacer una cruda radiografía de situación tras un viernes de infarto, con el bono a diez años superando el 7%, la prima de riesgo en su peor semana y el Ibex 35 perdiendo un 3,1%. El presidente admitió que las instituciones ya no pueden financiarse.

Partiendo de los cinco principios básicos de su política económica, una "guía" que pasa por la estabilidad presupuestaria y la consolidación fiscal, reformas estructurales nacionales y comunitarias, dar solución a los problemas de deuda -que acuña como lo más urgente- y una integración europea cada vez mayor -que tacha como la "más importante" de futuro y de presente-, Rajoy articuló una respuesta muy contundente dirigida hacia sus socios europeos.

Las pautas anteriores, dijo, "se deben sustanciar ahora en decisiones decisivas para devolver la estabilidad" a los mercados y que se entiendan como una "defensa" clara de la moneda única. Sobre todo se avanzó en el Consejo Europeo, recordó, y de ahí que reclamara firme que "no se puede quedar en una declaración, sino que se ha de plasmar con tiempos y plazos". El objetivo, a sus ojos, es que la arquitectura institucional comunitaria empiece a hacerse realidad a la mayor brevedad posible, visto en las Bolsas que no hay tregua que valga.

"Lo que determinará el verdadero éxito es que cuajen en realidades concretas y palpables, ágiles, rápidas y efectivas" los acuerdos alcanzados, apuntó. Volvió casi de forma sistemática a este mensaje, en uno de sus mayores órdagos dirigidos a Bruselas. "La UE debe cumplir y hacerlo a la mayor celeridad posible", añadió, no sin asegurar que solo así se conseguirán alejar los fantasmas de aquellos agoreros que dicen que el euro no resistirá la crisis. "Un mensaje claro, un compromiso decidido".

Si de algo es consciente el presidente es que la UE no se moverá si España no da los pasos acordados y recordados en esas recomendaciones del FMI y los organismos comunitarios. Su antecesor en el cargo, José María Aznar, le hizo la cama al afirmar solemne que su "principal referencia" -el objeto de trabajo de la fundación que preside, y que hace de laboratorio de ideas del Gobierno y el PP- es España y su prosperidad. Y a los españoles se dirigió Rajoy, avanzándoles que no se irán de vacaciones sin un nuevo tijeretazo.

Bajo el enunciado "control del déficit público y reformas", el jefe del Ejecutivo se adentró también en las arenas movedizas de los "recortes" -como el mismo pronunció- si bien no adelantó los más difíciles, y que no pocas fuentes gubernamentales dan por subidas. Esto es, la subida del IVA -o el paso del reducido al normal-, la reducción de la masa de trabajadores públicos, las prestaciones por desempleo, las pensiones... Nada de esto dijo, pero sí que llamó a un esfuerzo general, en un marco de reto nacional.

Poniendo como ejemplo a Aznar, que pasó de un déficit del 6% a equilibrio presupuestario, el primer recado fue dirigido para las comunidades. "Tienen que hacer un mayor esfuerzo de redacción de su gasto", dijo por segunda vez en una misma semana. Las razones las desveló este diario: los informes de Hacienda no son buenos y la Unión Europea tiene dudas constatadas de que les será imposible cumplir, y así se lo hacen saber sus interlocutores al presidente.

El Ejecutivo reclama un ajuste general de todas las capas de la administración; también de los entes locales. La tijera llegará finalmente el próximo Consejo de Ministros, anunció el propio Rajoy. Se reducirán concejales, se limitarán sueldos y se eliminarán las mancomunidades. "A veces se critica al Gobierno, pero no hacer ningún recorte, ningún ajuste, supone que no podríamos financiarnos", se justificó. "La gran obligación que tenemos en nuestro país es hacer reformas estructurales. No basta con reducir el déficit. Hay que hacerlas", machacó.

El próximo viernes, continuó, también se pondrá en marcha un mecanismo para evitar la inflación normativa, lo que denominó "la desmesura reglamentaria" que hace que todo vaya más lento. También citó la reforma de las administraciones, que llegará antes de verano. No volverá a darse, afirmó, que organismos públicos deban 30.000 millones de euros a personas contratadas por ellos mismos. "Esto no puede volver a ocurrir nunca".

"Tomaremos decisiones importantes en el año en curso para controlar el déficit, tendremos que tomarlas. En el mes de julio y después", desveló, pidiendo a los mercados solo algo de tiempo más, porque las medidas están ya a la vuelta de la esquina. Recordó, como país cumplidor, la reforma del mercado de trabajo o del sector financiero, que dice que en breve hará atajar todas las dudas. Pero también otras fueras de lo económico, como la Educativa, que destacó está muy avanzada y se presentará en breve.

El presidente concluyó apelando a su mayoría absoluta: "Los ciudadanos nos han puesto aquí aunque tengamos que tomar decisiones incómodas y que no le gusten a nadie. Somos conscientes de nuestra responsabilidad y este Gobierno no va a desmayar nunca. Intentaremos hacer las cosas de manera justa equitativa", proclamó. Así, a pesar de las dudas del país, en sus regiones, de la brutal tormenta financiera, Rajoy aseguró que "el rumbo tomado es el correcto" por lo que, volviendo a echar el balón en el tejado de Bruselas, pidió que "con la misma energía y rapidez con la que estamos decisiones" la Unión Europea "esté a la altura de las circunstancias".

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