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Alemania tacha de "pesadilla" el plan de Draghi para comprar deuda

La prensa alemana, el Bundesbank y Berlín cargan sin contemplaciones contra la intención del BCE de comprar masivamente deuda.

La prensa alemana, el Bundesbank y Berlín cargan sin contemplaciones contra la intención del BCE de comprar masivamente deuda.

En mayo de 2010, cuando estalló oficialmente la crisis de deuda europea tras el primer rescate de Grecia, la prensa alemana tituló a toda página El BCE ha muerto, viva el Bundesbank. La razón de tal declaración no estribó tanto en la decisión de auxiliar a Atenas con el dinero del resto de países sino en la compra de deuda pública por parte del Banco Central Europeo (BCE), presidido entonces por el francés Jean Claude Trichet. Se acababa de romper en pedazos un mito: la prohibición expresa de que el BCE financie estados. La pretendida ortodoxia monetaria de la zona euro, inspirada en la política que venía aplicando el Bundesbank desde hacía décadas, acaba de desaparecer por completo.

Pero lejos de corregir, el BCE acaba de dar una nueva vuelta de tuerca a la flexibilidad monetaria que tanto demandan los países incumplidores del sur. El nuevo presidente de la institución, el italiano Mario Draghi, anunció el jueves un nuevo programa para comprar deuda basura de los países periféricos. Y la reacción de los alemanes no se ha hecho esperar.

El presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, votó en contra del nuevo programa de compra de bonos del BCE. En un comunicado, alertó de que el citado plan se parece demasiado a "la financiación pública mediante la impresión de billetes". Además, señaló que "la política monetaria corre el riesgo de ir a parar al remolque de la política fiscal [...] Si el programa (de compra de deuda) aprobado lleva a que se retrasen las reformas necesarias, se socavará más la confianza en la capacidad de la política monetaria de solucionar crisis", apostilló.

Weidmann lleva semanas advirtiendo a Draghi sobre los perversos efectos que conlleva la monetización (compra) de deuda pública de países insolventes o potencialmente insolventes, hasta el punto de desatar una guerra interna en el seno de la institución monetaria, amenazando incluso con dimitir de su cargo. El banquero alemán alerta de que "no deberíamos infravalorar el peligro de que la financiación a través de los bancos centrales puede crear adicción como una droga". Y añade que "en las democracias deben decidir los parlamentos y no los bancos centrales sobre una tan amplia mancomunización de los riesgos". Y es que, si los bancos centrales adquieren deuda pública de determinados países, "los títulos acabarán figurando en el balance del sistema del euro" y, "al final, deberán responder los contribuyentes de los restantes países".

No es el único. El ministro de Finanzas germano, Wolfgang Schäuble, ha rechazado de forma insistente la monetización del BCE. "Financiar estados no es el papel del Banco Central. La única solución es reducir sus niveles de deuda", señalaba recientemente. Ayer por la noche, tras conocerse el nuevo plan de compras del BCE, Schäuble coincidió con Draghi en una entrega de premios, y el ministro germano aprovechó la ocasión para recordarle al italiano que la financiación de estados por parte de los bancos centrales es un "error". Imprimir dinero para resolver problemas fiscales no es la solución, añadió, de ahí que el BCE se configurara inicialmente como una institución independiente del poder político, a imagen del Bundesbank. Los rescates, sean éstos monetarios o financieros, tan sólo sirven para comprar tiempo. Sólo las reformas pueden resolver los problemas de la zona euro, indicó.

La prensa alemana, enfurecida

La prensa alemana va incluso más allá de tales advertencias y denuncia al BCE por violar nuevamente sus tratados fundacionales. Die Welt, sin medias tintas, acusa a Mario Draghi de "romper" la política monetaria alemana al "inundar con dinero ilimitado" el mercado de bonos. "Las bolsas lo celebran, para Alemania comienza la pesadilla", dice el diario, que llega a hablar de la "muerte del Bundesbank".

Algo menos catastrofistas en la forma, pero no en el fondo, son diarios como el Süddeutsche Zeitung, que avisa de que el BCE cruzó este jueves varias "líneas rojas". Si Draghi autoriza la compra "ilimitada" de deuda, advierte, entonces está financiando Estados "débiles" y "no saneados", y sólo puede hacerlo imprimiendo "cada vez más dinero". "Al final, eso significa burbujas, crisis, inflación", dice el diario recordando el principal temor del país germano. "Eso beneficia a los especuladores, y la gran mayoría de los ciudadanos pagará por ello", añade.

El Frankfurter Allgemeine Zeitung, mientras, sentencia que Draghi ha difuminado con su decisión de este jueves "la frontera entre la política fiscal y monetaria". Y el económico Handelsblatt se hace ya eco de las quejas de muchos políticos alemanes que ya habían levantado la voz contra el BCE y la propia canciller Merkel por sus últimas posturas en la crisis del euro. Tras el anuncio de Draghi, y en vísperas del dictamen del Constitucional alemán sobre el nuevo fondo de rescate, afirman que el italiano "se ha extralimitado en sus funciones" y que está alentando "una gigantesca burbuja" que puede poner "todo el euro en peligro", pese a que su objetivo es en principio el contrario. Reclaman, incluso, una protesta formal de Merkel, que ve recrudecida la presión desde sus propias filas tras el anuncio del plan de ayuda.

Mención aparte merece el sensacionalista Bild, el diario más leído de Alemania, y de Europa. Con sus gruesos caracteres califica el anuncio de Draghi de "cheque en blanco" y se pregunta si pretende con su política acabar con el euro, empleando la palabra kaputt. Entre los analistas a los que consulta sobre el plan, el temor más repetido es la inflación: "Habrá demasiado dinero en circulación", sentencia.

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