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Carlos Rodríguez Braun

Joyas que sucumben

La riqueza se crea, y los “necesitados” no necesitan que el poder la redistribuya, sino que no obstaculice su creación.

La riqueza se crea, y los “necesitados” no necesitan que el poder la redistribuya, sino que no obstaculice su creación.

El atractivo titular de El País era: "La joya del Amazonas sucumbe al petróleo", con este antetítulo: "Ecuador permite las prospecciones en Yasuní, reserva mundial de la biosfera".

Pero en este caso el discurso progre habitual sobre las malvadas multinacionales arrasando con la bendita naturaleza choca con un dato de la realidad: el gobierno ecuatoriano no es precisamente un paradigma de la defensa del mercado libre. ¿Qué está pasando aquí?

El texto del periódico lo explicaba muy bien: "El presidente de Ecuador, Rafael Correa, lanzó el reto, pero nadie ha recogido el guante". El reto era no extraer petróleo "a cambio de una contribución internacional de 2.700 millones de euros en 10 años", destinados a compensar la pérdida de ingresos. El muy progresista mandatario recaudó… apenas diez millones. Entonces, ahora se van a explotar las reservas de hidrocarburos. En lógica aparentemente impecable, Correa proclamó: "No me gusta el petróleo, pero mucho menos me gusta la pobreza". Y añadió: “El factor fundamental del fracaso del proyecto es que el mundo es una gran hipocresía”. Acabáramos: el problema es la hipocresía de… los demás, claro.

No se trata de elegir entre petróleo y pobreza, porque hay países ricos sin una gota de petróleo y países pobres con mucho petróleo, como Ecuador, sin ir más lejos, o Venezuela, yendo apenas un poquito más allá. La riqueza no depende de los recursos naturales sino de las instituciones que protegen la propiedad y la libertad de los ciudadanos. Así, Correa no tendría por qué decidir él si permite o no la extracción de petróleo, y mucho menos pedirle al resto del mundo que le pague a él por impedirlo.

Esta lógica económica e institucional fue eludida por el editorialista del periódico, que se limitó a seguir la esencia de la falacia de Correa: como no le han pagado, "habrá que meter las máquinas en la selva y que estalle el oro negro para traer los billetes con que ayudar a los necesitados". Esto es no comprender que la riqueza se crea, y los "necesitados" no necesitan que el poder la redistribuya sino que no obstaculice su creación.

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