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Lecciones de la Cartera Value

Falacias que no debe tragarse el inversor en Bolsa

La Cartera Value propone un viaje apasionante hacia la selección de acciones que no se basa ni en la última moda ni en la publicidad.

La Cartera Value propone un viaje apasionante hacia la selección de acciones que no se basa ni en la última moda ni en la publicidad.

La inversión debiera ser más el mundo del "depende" que el universo de las generalizaciones. Éstas tienen su utilidad porque nos ayudan a procesar rápidamente información. No obstante, en el ámbito del análisis de activos concretos, generalizar tiene más de pernicioso que de útil.

"El precio de la vivienda siempre sube" o "la vivienda es el principal activo de las familias" ha constituido no hace tanto tiempo algunas de esas generalizaciones nocivas que, por otro lado, suelen alimentarse de las pocas ganas de trabajar y aprender así como de una malentendida comodidad.

Al hilo del análisis de los activos de la Cartera Value solemos poner en alerta al inversor cuando alguna de estas generalizaciones o lugares comunes, "mantras de la inversión", aparecen relacionados con la compañía de la cual les remitimos un informe. Tan peligrosas nos parecen que nunca escatimamos espacio para ponerlas de relieve. Es más, muchas de estas advertencias nos resultan de tanta utilidad para el suscriptor de la Cartera Value como el propio análisis cualitativo y cuantitativo de la empresa.

Algunos ejemplos representativos

Primero. Sobre la pretensión del inversor de ser un gran conocedor de negocios. En nuestro habitual estilo, hacemos hincapié en esta aspiración que parte de las generalizaciones de grandes inversores acerca de que procuran comprar buenos negocios a buenos precios. Nosotros nos inclinamos más bien a pensar que lo que la mayoría quiere decir, realmente, es que procuran comprar a buen precio empresas que tienen negocios que les parecen buenos.

Usted no puede ni debe adquirir la acciones de ninguna empresa cotizada si no sabe a qué se dedica ésta y cuáles son sus líneas de negocio, así como su estructura básica. Ahora bien, olvídese de cualquier pretensión de saber más del negocio de lo que le corresponde.

En primer lugar, el ahorrador-inversor no es un experto en los negocios a los que se dedican las empresas de las cuales compra acciones, ni puede serlo, porque no tiene ni tiempo, ni medios ni formación para ello. Leer las noticias sobre cotizadas en la prensa especializada y en el suplemento dominical de la prensa generalista no vale.

Lo sentimos mucho, pero, para conocer bien un negocio, hay que dedicarse a él durante mucho tiempo y aprender de la experiencia y del tedioso procedimiento del ensayo-error. Como en esos medios no se lo dicen, nosotros, ya que nos paga por ello, le desvelamos esta tan incómoda e impopular como cierta verdad universal: no hay manera fácil en la vida, incluida la inversión bursátil, de ganar dinero, y todo requiere de trabajo y esfuerzo. Lo sentimos mucho, pero así son las cosas.

Segundo. Imitación de los accionistas célebres. Al inversor minorista le gusta verse a sí mismo como alguien que tiene mucho en común con los grandes inversores que todos conocemos. Y no le gusta poco. Le gusta mucho.

Lo que no le gusta es reconocerlo, ni mucho menos, pero increíblemente más importante es si a él mismo le conviene o no participar en la misma empresa donde tiene acciones el gran menganito. Aún peor, refuerza en ocasiones su decisión de inversión porque la presencia de relevantes accionistas bomberos o célebres le provoca un subidón de autoconvencimiento.

¿Quiénes son sus amigos en la estructura accionarial de […]? Para empezar, nadie. Usted aquí no tiene amigos. Lo que tiene son intereses, y, por tanto, lo que le importa no es lo guay que es ser accionista al lado de los famosos del mundo de la inversión y la empresa española, sino si los intereses de éstos están alineados con los suyos propios.

Su lema aquí es "yo-mí-mío" y no fardar con sus compañeros de oficina de que ha comprado acciones de una compañía en la que esté presente Bill Gates, Soros o Buffett. Usted no es su colega. Y ellos ni le conocen ni le conocerán y, probablemente, no tengan ganas de conocerle.

Tercero. Confundir gestión prudente con buen negocio. Hay negocios malos insertos en buenas empresas y malas empresas que gestionan negocios buenos. Pero no es lo mismo una cosa que la otra. Ni siquiera se le parecen.

La mayor parte de los negocios son del montón, normales, y la diferencia la marca muchas veces la dirección que se ha mostrado más prudente en algún aspecto relevante del funcionamiento de la compañía. Sí, normalmente el endeudamiento.

Cuando se trata de un negocio commodity y cíclico, lo que marca la diferencia en cuanto a su rentabilidad es el nivel de endeudamiento, no el negocio ni la brillantez de un gestor. La pregunta aquí es siempre "¿cuánto debes y cuánto te cuesta lo que debes?", y no "¿a qué te dedicas?"

Cuando la gente presuma del tipo de DIN A4 en el que se hacen las fotocopias, hablaremos de marca y todo eso que tanto le gusta al analista al uso y al minorista.

Cuarto. Adicción a las presentaciones corporativas de empresas que se dedican a todo. Nada les gusta más a los CEOS de nuestras cotizadas que fardar a cascoporro de la multitud de cosas que hace su compañía.

Lo cierto es que el inversor pasa muchas veces un kilo y medio de hurgar en la estructura de las ventas porque le mola la cantinela de los 17.587 segmentos de negocio, cuando la mayor parte de las veces las compañías se dedican de verdad a una o dos cosas, que es el grueso de su cifra de negocios, y a unas poquitas el resto del tiempo.

[…] porque eso no es lo importante. Lo que cuenta es que lo que hagan, sea poco o mucho, lo hagan de manera eficiente y rentable. Tener capacidad para diversificar actividades es una cualidad positiva, pero que por sí sola no significa que la empresa sea mejor o más rentable ni que vaya a serlo. Por otro lado, conforme el dicho según el cual es bueno saber todo de un poco y un poco de todo, que una compañía se dedique a una sola actividad no es de por sí negativo si en tal actividad es la mejor o de las mejores.

Por tanto, ni dispersarse ni concentrarse es de por sí malo o bueno. Todo depende de lo que se haga y de cómo se haga. Las empresas cotizadas se obsesionan por presentarse ante la comunidad inversora como polifacéticas y versátiles, pero lo normal acaba siendo que, realmente, lo que cuenta en su negocio sean un par de actividades.

Quinto. Mi empresa me mima con dividendos y me quiere, especialmente a mí, mucho, mucho. Mentira. Los dividendos están casi siempre mediatizados por los accionistas de referencia en función de sus intereses, que incluye que la cotización suba porque la empresa es "generosa con el accionista".

La mayor parte de las veces, sobre todo en la carta a los accionistas de los informes anuales, podrá leer un montón de bobadas al respecto. Pero la realidad es que el que una empresa distribuya un dividendo que le satisfaga no es por amor al minorista, sino por las circunstancias de su accionariado de peso y otras razones varias que, en ocasiones, no atienden al bienestar financiero de la propia entidad.

Lo que en ningún caso tiene usted que tragarse es que […] o cualquier otra, por el hecho de tener una retribución elevada al accionista, lo hacen por amor al arte o, en este caso, por amor al minorista. […] paga un dividendo elevado porque sus accionistas de referencia, que controlan la empresa, están interesados en que así sea, dado que poseen múltiples activos en otra partes y sectores en los que también invierten.

No caiga en el error de pontificar sobre la "acertada política de retribución al accionista" o "el gran interés de la compañía X en retribuir generosamente al accionista" sólo porque lo haya oído un millón de veces, y CEOS y corifeos corporativos varios se lo repitan por activa o pasiva. […] no tiene la política de dividendos que tiene por usted, sino por ellos y para ellos.

Grábese esto a fuego en su cabeza: cuando de accionistas relevantes se trata, tenga bien claro que no son sus amigos ni lo serán. Usted no tiene amigos, tiene intereses. La amistad resérvela para las personas de su entorno y no para los activos financieros.

De la misma manera en que insistimos al suscriptor de la Cartera Value que se deshaga de todos estos mantras y que opere de manera casuística, también le recomendamos al lector que huya de las generalizaciones y frases hechas de la inversión, que, generalmente, encubren grandes falacias, y preste atención a sus intereses pensando de manera independiente y por sí mismo. Su bienestar patrimonial se lo agradecerá.

En Libre Mercado

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