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La fortuna 'virtual' de Amancio Ortega

El patrimonio del empresario español tiene, como el de todos los súper-ricos, un punto de virtualidad.

El patrimonio del empresario español tiene, como el de todos los súper-ricos, un punto de virtualidad.

Amancio Ortega vuelve a ser noticia. Según los datos de Bloomberg, la fortuna del empresario español se ha disparado desde el comienzo de 2015. En estos cien días, el patrimonio personal del fundador de Zara ha crecido en más de 17.000 millones y ya hay quien habla de un valor de más de 65.000 millones de euros. La clave está en la buena marcha de Inditex en Bolsa. Ortega tiene el 59,92% de las acciones del grupo y el valor de estos títulos ha pasado de 23,7 euros el pasado 31 de diciembre a los 30,8 euros a los que cerró la última semana (un 30% de revalorización).

Como casi siempre que estas noticias salen a la luz, se han multiplicado los comentarios sobre el tema. Desde los que comparan su fortuna con la de otros mega-millonarios como Warren Buffett o Bill Gates, hasta los que se imaginan qué tendría que hacer Ortega para dilapidar su patrimonio si se lo propusiera: dicen que si quemara un billete de 500 euros al minuto necesitaría 235 años para acabar con su riqueza.

El problema es que Ortega no tiene 124 millones de billetes de 500 euros. Si los tuviera, podría ponerse a quemarlos a un ritmo de uno por minuto... o incluso más rápido. La fortuna del empresario español tiene, como la de todos los súper-ricos, un punto de virtualidad. Esto no quiere que tenga problemas de liquidez o que vaya a pasar penurias durante el resto de su vida (probablemente ni él, ni su hija ni sus descendientes por varias generaciones).

Pero hay que tener en cuenta de lo que hablamos. Como explicamos en su momento, los mega-millonarios no tienen sus riquezas en una piscina de oro como la del Tío Gilito, en la que el personaje de Disney se bañaba cada día:

- Las propiedades: más allá de sus posesiones personales (casas, coches y demás) el patrimonio del empresario gallego (aunque nacido en León) se resume en dos grandes activos, el 59% de Inditex y Pontegadea, su sociedad de inversión inmobiliaria, que estos días vuelve a ser noticia por la compra de toda una manzana en el centro de Londres. La valoración de las acciones de la empresa textil asciende a casi 57.000 millones, mientras que los activos inmobiliarios de Pontegadea supondrían unos 5.000 millones más.

Como apuntamos antes, la clave de estos meses mágicos es que la Bolsa se ha disparado y la compañía que agrupa a Zara o Massimo Dutti también lo ha hecho, incluso por encima de la media del mercado. Pero cuidado, en realidad, Amancio Ortega sigue teniendo a día de hoy lo mismo que tenía el 31 de diciembre: acciones de Inditex. Ni más ni menos. Por lo tanto, decir que su fortuna ha crecido en 17.000 millones sería igual de cierto que decir que ha caído en 1.000 millones si hoy la empresa se deja un 1% en el parqué.

De alguna manera hay que medir el patrimonio, y la valoración en Bolsa es una aproximación interesante. Pero a corto plazo también puede que haya quién se haga una idea equivocada. No es que no sea cierto que sus acciones han subido. Y los periódicos que han publicado la noticia han explicado bien este extremo. Pero quizás más de uno vea el titular y piense que Ortega ha hecho una operación mágica o que la recuperación de la crisis llega sólo a los ricos o que siempre ganan dinero los mismos... En realidad no es así: el empresario gallego no va a vender sus acciones, por lo tanto, hoy tiene lo mismo que tenía hace 4 meses, una participación mayoritaria en una gran empresa. Como veremos a continuación, su riqueza dependerá de cómo le vaya a la misma, no del valor de cierre de un día u otro.

- La paradoja: además, hay un segundo factor que casi nunca se explica. ¿Por qué vale Inditex 96.000 millones de euros? Hay muchas razones: tiene grandes fábricas, un modelo de negocio consolidado, buenos locales alrededor del mundo, diseñadores de prestigio y una clientela fiel. Todo esto es cierto, pero hay un factor más, que no es menor: "Tiene a Amancio". Es decir, buena parte de la valoración de la empresa depende de su dueño. Los inversores valoran su visión empresarial, su manera de manejar el negocio, su fidelidad a la marca, el hecho de que sea una compañía familiar que quiere consolidarse en el tiempo...

Por lo tanto, si un día Ortega decidiese vender su participación en Inditex ésta pasaría, exactamente en ese momento, a valer menos. Es una paradoja difícil de explicar, pero es algo así como: el 59% en manos de Ortega vale 57.000 millones porque está Ortega; pero si éste quiere hacer líquido ese patrimonio (para amontonar billetes de 500 euros y quemarlos o bañarse en ellos), entonces ya no tendría 57.000 millones. ¿Y cuánto tendría? Pues no lo sabemos. Habría que pensar en cuánto valoran los inversores el valor que aporta el fundador a la empresa, cómo es de insustituible, quiénes son los nuevos propietarios, cómo de replicable a futuro son los procesos que han hecho de Inditex un líder a nivel global, qué señal mandaría que Ortega quisiera dejar su creación...

Son cientos de variables que nadie conoce, pero que es evidente que afectarían al valor de la acción. También podría pasar al contrario, que otra gran empresa pensara que en realidad Inditex vale más de lo que dicen sus acciones y estuviera dispuesto a pagar una prima por comprarla y hacerse con el control (si es que Ortega quisiera vender, claro). Es una pescadilla que se muerde la cola y que parece un juego de palabras: si Ortega quiere tener un patrimonio de 65.000 millones de euros, entonces no puede intentar tener 65.000 millones de euros... sólo puede tener cosas que alguien le dice que en ese momento valen 65.000 millones de euros.

- El momento fatídico: se pregunta Juan Ramón Rallo en este artículo de hace unos meses qué pasó con los súper-ricos de la lista Forbes de 1987. Su respuesta es que la mayoría de ellos ha perdido una parte sustancial de su fortuna. ¿Y eso? ¿Es que eran unos millonarios derrochadores que se pulieron en vicios sus ahorros? En realidad no. La realidad es más simple: los negocios que poseían dejaron de valorarse del mismo modo. Hicieron malas inversiones o vieron como un competidor les echaba del mercado. Ninguno de aquel top-ten está en la indigencia, eso está claro, pero fortunas de varios miles de millones de dólares ahora se cuentan por cientos de millones y hay quién ha visto evaporarse hasta el 95% de su riqueza estimada.

Todo esto tiene que ver con lo que decíamos antes. Ortega no tiene un duro (bueno, esto es un decir, porque algo llevará en la cartera), lo que tiene son acciones de Inditex. ¿Y por qué valen las acciones de Inditex 96.000 millones en total, de lo que a él le tocan 57.000 millones? No por sus edificios, ni por su stock de prendas de ropa, ni siquiera por las decisiones tomadas en el pasado. La clave está en el futuro. Por supuesto, todo lo anterior ayuda. Tener unas buenas tiendas y un modelo de negocio consolidado es un elemento más que los inversores tienen en cuenta. Pero lo más importante es la capacidad de la empresa de generar ganancias a futuro.

Quizás puede verse más claramente con algunas empresas de internet. Hay compañías que han sido fundadas hace 3 ó 4 años, que no tienen más de una decena de empleados y tienen su sede en un piso alquilado de San Francisco que el mercado valora en un momento dado en varios cientos de millones de dólares. ¿Es por lo que tienen? ¿Por el valor de sus activos físicos? No. Es por la expectativa de que en los próximos años puedan generar beneficios.

Pero esto funciona en ambas direcciones. Imaginemos que mañana aparece un tipo que asegura que ha inventado una impresora que es capaz de hacer ropa en casa de forma casi gratuita y además te pone en contacto con diseñadores de todo el mundo. Los clientes de Inditex comienzan a preferir este sistema personalizado a lo que les ofrece Zara o Massimo Dutti. Las ventas comienzan a caer. Y así, de un día para otro, la fortuna de Ortega puede verse reducida al 50-70-90% de su valor actual. En todos los sectores ocurre y muchas veces es casi instantáneo, podemos decir que es un momento fatídico.

Por cierto, esta visión de la riqueza como algo que tiene que ver más con el futuro que con el pasado también es importante cuando hablamos de políticas públicas. En ocasiones, cuando se publica que Amancio Ortega tiene 65.000 millones, siempre sale alguien a pedir que se reparta la riqueza, como si ésta estuviera disponible para el que quiera cogerla. No es así. Por ejemplo, si un gobierno español intentase expropiar Inditex para repartir sus acciones, esta empresa pasaría a valer mucho menos de un día para otro. La razón es simple: uno de sus mayores activos (Ortega y su equipo directivo) ya no estaría y sus expectativas de beneficios serían mucho menores. Nunca se ha planteado, pero sería uno de esos negocios redondos que en ocasiones hace el Estado: pagaría 96.000 millones de compensación por una empresa que justo en ese momento habría perdido el 60-70-80% de su valor.

En este sentido, es relativamente habitual que haya empresarios que, como Ortega, compren activos físicos (nada más físico que una manzana de viviendas en Londres) o creen empresas ligadas al sector inmobiliario. Tiene lógica. Ellos sí saben que su patrimonio, aunque sólido y fundado en empresas consolidadas y con futuro, siempre está al albur de un cambio en los gustos del público. No está de más buscarse un plan B. Y tiene sentido que éste se levante sobre Londres, Madrid o Nueva York.

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