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Carlos Rodríguez Braun

Un día buenísimo

El "día buenísimo" de Rajoy y de Sánchez-Yebra fue buenísimo… para ellos.

El 7 de abril pasado, según Rosa María Sánchez-Yebra, secretaria general del Tesoro, fue "un día buenísimo para todos los españoles". Mariano Rajoy también celebró la jornada "que no tiene precedentes", declaró. Usted dirá, habrán suprimido el IRPF. Pues no, lo que pasó fue que el Tesoro colocó ese día letras a seis meses con una rentabilidad del -0,002 %, lo que nunca había sucedido antes en nuestra historia.

El argumento es asombroso, porque doña Rosa María habló de todos los españoles, cuando es evidente que no podía referirse a los españoles que ese día compraron deuda pública. Es imposible sostener que un día en el que unas personas adquieren un activo que no sólo no les renta sino que les cuesta es para ellas un día buenísimo.

Conviene, por tanto, explicar por qué han hecho una cosa tan extraña, y quizá entonces quepa dilucidar la cuestión de si fue un día buenísimo y para quién.

El fenómeno de los tipos de interés negativos de la deuda pública –que en tiempos recientes ha tenido lugar en varios países de Europa– quiere decir de entrada que los inversores piensan que esos Estados van a pagar su deuda: no es algo que suceda con los títulos de la deuda de Grecia, por ejemplo, o de mi Argentina natal. Quienes han comprado esos títulos pagando por ellos, que no han sido particulares sino fondos de inversión, es claro que no buscaban rentabilidad.

La explicación estriba en que la política expansiva del Banco Central Europeo, combinada con la obligación de los bancos de pagar un 0,2% por sus depósitos en el BCE, está extendiendo la liquidez por encima de la demanda de crédito por el sector privado y de las oportunidades de inversión, con lo cual se termina dando dinero al Estado e incluso pagándole para que acepte que le prestemos. En consecuencia, el "día buenísimo" de Rajoy y de Sánchez-Yebra fue buenísimo… para ellos.

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