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2016: el mejor año para la economía española... ¿o no?

Las grandes cifras siguen siendo muy positivas. Sólo el elevadísimo volumen de deuda y la inestabilidad política ensombrecen el futuro cercano.

Todas las películas de catástrofes comienzan igual: un día plácido, hace sol, la ciudad está tranquila, el protagonista juega con sus hijos en el jardín de casa. No hay nada que indique que aquel momento idílico va a romperse. Pero cuando parece que está todo controlado, justo al final de la primera escena, una ligera brisa comienza a mover la bandera que ondea en el mástil del puerto y las gaviotas empiezan a graznar. Nuestro héroe hace un comentario del tipo: "Los animales están intranquilos, qué les pasará". A partir de ahí, el público ya sabe lo que le espera: un huracán, un maremoto, una invasión alienígena… cualquier cosa es posible.

En la vida real, las brisas suelen ser simplemente eso, un ligero vientecillo que hace incluso más agradable las tardes de verano. El 90% de las veces, cuando se levanta un poco de viento en un entorno tranquilo y con buenas previsiones meteorológicas, aquello no es el anuncio de nada. Las ciclogénesis (ese nombre moderno para designar al temporal de toda la vida) no suelen empezar por sorpresa.

Podríamos decir que la economía española se encuentra en una situación similar. Aparentemente, todo va bien. Casi todos los datos son positivos. Se crece y se crea empleo. Los precios de la energía (una de nuestras grandes cargas) siguen cayendo. El consumo interno se recupera. Nuestros principales socios comerciales (la Eurozona) parece que salen, muy poco a poco, de su letargo. Es una tarde de verano maravillosa… Eso sí, comienza a sentirse un ligero vientecillo. Los expertos consultados para este artículo son optimistas, aunque todos apuntan un pero. ¿Cómo evolucionarán las cosas en 2016? Lo lógico es que todo vaya bien y que las señales de advertencia se queden en nada. Todavía no es momento de meter a los niños en el sótano, aunque no estaría de más echarle un vistazo al barómetro, por si las moscas.

Las cifras

Puede parecer un poco cenizo apuntar a riesgos para la economía española en este inicio de 2016. Pocas veces la situación pareció tan brillante. A modo de ejemplo podemos tomar los puntos que destaca el Observatorio Económico que el servicio de estudios del BBVA ha publicado esta misma semana:

  • El crecimiento económico continuó en niveles elevados al cierre de 2015: 0,8% trimestral y 3,2% interanual.
  • La evolución de la demanda privada continúa en su senda positiva: el consumo de los hogares probablemente siguió liderando la recuperación.
  • El ritmo de creación de empleo se recupera en el cuarto trimestre: el número de afiliados creció un 0,8% en el 4T15, lo que implica una aceleración significativa tras la atonía del tercer trimestre.
  • La capacidad de financiación de la economía española continua ampliándose: el superávit anual por cuenta corriente ascendió a 17.000 millones de euros según datos de la balanza de pagos para octubre.

Como nos explica Ignacio de la Torre, socio de Banca de Inversión de Arcano, hemos entrado en un ciclo virtuoso, en el que sube el consumo, las empresas invierten más para hacer frente a esa demanda y se crea más empleo… lo que hace que el consumo siga al alza. Cuando todas las piezas encajan de esta forma, es complicado que las cosas se tuerzan a corto plazo.

Sin embargo, en las últimas semanas se ha escrito mucho acerca de los posibles riesgos que amenazan en el horizonte. Podríamos resumirlos en cuatro epígrafes:

  • Turbulencias en China, con especial incidencia en los mercados financieros.
  • Recesión en varias de las grandes economías latinoamericanas, especialmente Brasil y Venezuela.
  • Incertidumbre política: ni hay Gobierno ni se espera para las próximas semanas, podría haber nuevas elecciones, posibilidad de que los populistas sigan creciendo en las urnas, desafío independentista en Cataluña…
  • El efecto Carmena: la guinda que ha completado el pastel de malas noticias ha sido la retirada de Wanda de sus proyectos en Madrid y el mensaje que podría enviar a los grandes inversores internacionales.

Optimismo

Por ahora, no parece que se perciba demasiada preocupación en los mercados, que mantienen su tono optimista. De la Torre confía en que la inestabilidad política apenas se note en el crecimiento económico. Al fin y al cabo, como hemos apuntado, quien está tirando ahora del carro es la demanda interna, "¿la gente va a dejar de ir a la compra o a tomar unas cañas porque no haya Gobierno? Pues no creo". En su opinión, la razón de la recuperación del consumo hay que buscarla en la mejora de las cifras de empleo y en la subida de los salarios (los últimos datos apuntan a un incremento del 0,7%), datos que no se verán afectados por las dudas sobre el futuro ocupante de La Moncloa.

En la misma línea, tampoco parece que la desaceleración a nivel mundial tenga por qué preocuparnos. José Luis Ruiz Bartolomé, experto en el sector inmobiliario, incluso apunta a una paradoja interesante: "Haber hecho tan tarde las reformas, incluso puede que nos esté beneficiando ahora. En un momento de incertidumbre, España puede actuar como un lugar que los inversores vean como refugio".

En la misma línea, De la Torre cree que "este contexto a España le beneficia, la gente quiere invertir en monedas estables y entornos jurídicos seguros". "Las grandes reformas ya están hechas y hace falta mayoría absoluta para cambiarlas", añade, otro motivo que tranquiliza a los inversores. Además, hay que tener en cuenta que la inversión directa "apenas suma el 1,4% del PIB y mucha es inmobiliaria", un sector que a corto plazo no va a verse afectado por las dudas políticas.

También Javier López Bernardo, analista CFA y autor del blog de economía española Beauty Contest, cree que "a nivel de crecimiento del PIB influirá poco", la posible salida de algunos inversores internacionales que vuelvan a sus países de origen por los problemas a nivel mundial.

Y un punto importante en el que coinciden tanto López Bernardo como De la Torre. Aunque se habla mucho de Latinoamérica y de los intereses españoles en el Cono Sur, lo cierto es que "las exportaciones a estos países no son tan elevadas" como se piensa. España vende más a Portugal que a toda Latinoamérica. Nuestro sesgo exportador hacia los países desarrollados es muy importante. Entre Europa y América del norte se concentran el 75% de las ventas al exterior (sumando el norte de África pasamos del 80%), por lo que la desaceleración en los emergentes no debería preocuparnos demasiado.

Sí preocupará a las grandes empresas y tendrá su reflejo en el IBEX. Nuestras compañías multinacionales sí están muy expuestas a algunas de estas economías emergentes que tendrán problemas en 2016. Pero la economía española no es un reflejo de su principal índice bursátil. No es que nos tenga que dar igual lo que le pase al IBEX, pero tampoco es un indicador de lo que podría ocurrir este año.

El otoño

Llegados a este punto, podría parecer que no hay mucho de que preocuparse. Como muestra un botón: incluso en un entorno de inestabilidad política como el del último semestre, los datos oficiales del Ministerio de Economía muestran que la inversión extranjera en el conjunto de España y en Cataluña ha seguido creciendo. Y la prima de riesgo se mantiene estable, como si los inversores no se creyeran que los riesgos a los que tanto espacio dedicamos en los medios (independencia, gobierno que se enfrente a Bruselas o declare parte de la deuda ilegítima, etc.) puedan concretarse.

O incluso, pueden pensar que no es tan fiero el lobo como lo pintan. "Cuanta más deuda pública tiene un país, menos margen tiene el Gobierno para hacer el mal", explica De la Torre, que señala a Grecia como ejemplo de que cuando no hay dinero en las arcas públicas y dependes de la financiación exterior, tu margen de maniobra está muy limitado, por muy radicales que sean tus propuestas.

Pero cuidado, la economía española sigue teniendo graves desequilibrios y en eso coinciden todos los analistas. El resumen podría ser que de aquí a otoño van a seguir las buenas noticias, pase lo que pase en la Carrera de San Jerónimo, pero cuando acabe el verano las cosas podrían cambiar.

España, como otros países de la Eurozona, vive desde hace años a través de la respiración asistida que le otorga el BCE y del apoyo, implícito y explícito del resto de la Eurozona. Además, como apunta el BBVA, hay tres factores externos que nos ayudan y mucho: "Precio del petróleo, la mejoría de la demanda europea [nuestros grandes mercados] y la política monetaria del BCE".

De la Torre apuesta porque "Draghi cambie de política para el otoño" y comiencen a elevarse los tipos de interés. Esto, para un país muy endeudado y que ya ha reconocido que no ha cumplido con los objetivos de déficit en 2015, será muy peligroso. Los analistas ya alertan de cómo podría afectar a los mercados de bonos, que han vivido un último lustro de bajísimos rendimientos. ¿Podría haber una estampida de la deuda pública de determinados países? No se prevé un escenario como el de 2010-2012, pero para un país como España sí puede ser fuente de muchos problemas, entre otras cosas porque tenemos que financiar 400.000 millones de euros en este ejercicio.

Y aquí aparecen también las noticias de la nueva política y el mensaje que mandan a los inversores extranjeros, tanto a los que quieren abrir una fábrica como a los que pueden comprar deuda. Esta semana, la noticia es Wanda y sus enfrentamientos con el Ayuntamiento de Manuela Carmena. Ruiz Bartolomé apunta que en este caso "aparecen los efectos del desgobierno. Hay todo tipo de inversores, con más y menos aversión al riesgo y algunos se están echando para atrás. La mala imagen que nos da la retirada de Wanda es muy importante en algunos mecados como China, hablamos de una compañía muy relevante".

Desde la consultora especializada en los sectores inmobiliario y hotelero Irea aseguran que, desde hace varios meses, llevan "notando el parón" de las inversiones en Cataluña. "Hay fondos extranjeros que dicen abiertamente que no invierten en Cataluña", una decisión que, desde Irea, consideran "lógica porque el dinero es miedoso". De hecho, "este miércoles me reuní con un patrimonio privado catalán que puso como condición no invertir en Cataluña, su objetivo era Madrid o Canarias", relata Miguel Vázquez, socio director de la división de Hoteles de Irea en un encuentro con los medios.

Para el turismo y la inversión hotelera en España creen que a 2016 le perjudicarán "las dudas del crecimiento económico global como consecuencia de la debilidad de las economías emergentes, principalmente China, y por las incertidumbres políticas de España tras las elecciones del 20 de diciembre en la que algunos inversores internacionales han tomado una posición de "wait and see".

Al final, es muy complicado (por no decir imposible) calcular cuánto afecta un determinado ejecutivo autonómico, unos meses sin gobierno o un pacto de legislatura. Tampoco puede saberse si los cambios de Mario Draghi llegarán este otoño o se retrasarán. Ni si el respaldo que nos está ofreciendo Bruselas (y las condiciones que nos exige) se mantendría con otro Gobierno. También hay dudas sobre hasta dónde llegará el enfriamiento de la economía china (si será aterrizaje suave o batacazo). La suma de todos estos factores será la que determinará cómo se comportará la economía española en 2016-2017. Ahora mismo, el panorama es tranquilo. Sigue luciendo el sol y no hay nada en el horizonte que apunte en sentido contrario. Sólo se ha levantado un poco de brisa, ¿querrá decir algo?

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