39,6%. Ése es el tax wedge de un trabajador soltero español que gane el equivalente al salario medio de nuestro país. Es decir, de lo que la empresa paga por tener a este español medio contratado, Hacienda se lleva casi el 40% antes de empezar a hablar. El reparto del palo fiscal al trabajo en España es el siguiente: 11,6% en impuestos directos (IRPF), 4,9% en Seguridad Social del empleado y 23,0% en Seguridad Social a cargo de la empresa. En total, 4 de cada diez euros que el trabajador nunca verá. Es un dato elevado que, además, destaca por tres motivos:
Hace unos días, la OCDE publicaba su informe anual sobre los impuestos al trabajo, Taxing wages 2016. En este documento, el organismo analiza cuál es el peso de los tributos con respecto al coste laboral. Es decir, cuál es la diferencia entre lo que la empresa paga por su trabajador y lo que éste recibe en su cuenta corriente cada mes. Este tax wedge (que se podría traducir como "cuña fiscal" o "presión fiscal sobre el trabajo") es una cifra muy relevante a la hora de analizar cómo se reparten los costes tributarios en una economía y cómo distorsiona la estructura fiscal la creación de empleo.
La buena noticia para los asalariados españoles es que no están entre los más penalizados por trabajar. Por ejemplo, en Bélgica, el 55,3% de lo que paga la empresa a una persona con unos ingresos equivalentes al salario medio va directamente a las arcas públicas; y en Austria y Alemania la cifra está cerca del 50%. Pero es un consuelo muy menor. Porque también hay quien paga mucho menos. Por ejemplo, en países muy ricos y prósperos, como Suiza o Corea del Sur el tax wedge está por debajo del 25%.
En realidad, como puede verse, España está más o menos en línea con el resto de países de la UE. Un poco por debajo si sólo contamos a los de la Eurozona y más cerca de la media si entran todos los miembros de la Unión. Eso sí, si la comparación la hacemos con todos los países de la OCDE, la diferencia entre el tax wedge de España y el de este grupo es de casi cuatro puntos: del 39,6% registrado en nuestro país al 35,9% de la OCDE.
Y cuidado, aquí hablamos sólo de impuestos directos y cotizaciones sociales, no de todos los impuestos. Con esos 6 euros que le quedan de cada diez que gana, el trabajador español todavía tiene que pagar IVA cada vez que vaya a la compra, impuestos especiales, IBI, etc…
** El estudio compara los datos de un empleado soltero con sueldo equivalente al 67-100-167% del salario medio en el país y de una pareja con hijos y con esos mismos ingresos. En el artículo sólo se utilizan los datos de un trabajador soltero con ingresos del 100% del salario medio. En el siguiente enlace se pueden encontrar el resto de datos del informe. La posición relativa de España no cambia demasiado en ninguno de los supuestos. Si acaso, lo hacemos algo peor en el caso de las familias con hijos. En nuestro país, como en todos los demás, la carga fiscal sobre el trabajo es algo más baja para las familias, pero esta reducción no es tan importante como en otros países de la OCDE.
El estudio ya incluye la rebaja fiscal en el IRPF que el Gobierno aprobó el pasado año. Y se nota, porque el tax wedge en España cae un punto respecto a 2014. Sin embargo, si miramos un poco más atrás, la comparativa no es tan positiva. Los asalariados españoles pagan ahora mismo un porcentaje superior de impuestos sobre su sueldo que en el año 2000. Como vemos en el siguiente gráfico, las subidas aprobadas en los primeros años de la crisis (de 2007 a 2012) no se han visto compensadas por esa última bajada.
De hecho, en el año 2000, aunque España estaba por encima de la media de la OCDE (pagábamos más impuestos al trabajo), la diferencia era de sólo dos puntos (38,6 frente a 36,6%) mientras que ahora sube a casi 4 puntos.
Si la comparación es con la UE-21, también nuestra posición ha empeorado. Tanto en el año 2000 como en el 2015, los impuestos al trabajo eran algo menores en España que en la UE-21. Pero el margen se ha estrechado (38,6 frente a 43,3% en el año 2000; 39,6 frente a 41,8% en 2015). En conjunto, podemos decir que en lo que hace referencia a los impuestos al trabajo, el siglo XXI ha sido un período de rebajas en la mayoría de los países ricos, pero no en España.
Por último, es interesante analizar el siguiente cuadro. Muestra los ingresos netos que le quedan a este trabajador soltero con un sueldo equivalente a la media nacional de un empleado a tiempo completo (26.259 euros para la OCDE, que toma como referencia la Encuesta Trimestral de Coste Laboral del INE). Están incluidos todos los países de la Eurozona que también forman parte del estudio de la OCDE (no hemos metido a los países de fuera del área euro por no distorsionar con el tipo de cambio).
Estas cifras son muy importantes, porque cuando se mide la presión fiscal en términos de PIB, no se tiene en cuenta en qué situación deja esa presión fiscal a cada trabajador. Es decir, supongamos que dos países tienen la misma presión fiscal sobre el trabajo (el 50%), pero en uno el sueldo medio es de 50.000 euros y en otro de 30.000 euros. Con el mismo nivel de impuestos teórico, en un país el asalariado medio se queda con 25.000 euros, mientras que en el otro se queda con apenas 15.000 euros. La capacidad de este último para consumir, enfrentarse a determinados gastos o invertir se reduce al mínimo. O lo que es lo mismo: la presión fiscal puede ser la misma, pero el esfuerzo fiscal de uno y otro ciudadano no tiene nada que ver.
Puede que usted haya leído en los últimos meses muchos titulares en los que se dice que España tiene una presión fiscal más baja que la media de los países ricos de la UE o la Eurozona. Y todos los partidos, de PP a Podemos pasando por PSOE o Ciudadanos, aseguran en sus programas que el problema de España es de ingresos públicos, que están muy por debajo de la media de sus vecinos, y no de gasto público, que está más o menos en la línea de la UE. ¿Cómo encaja todo esto con estas cifras de la OCDE sobre los impuestos al trabajo? ¿Pagamos muchos o pocos impuestos? Para responder, hay que tener en cuenta algunas cuestiones importantes que no se suelen explicar cuando se ponen sobre la mesa las cifras de la presión fiscal en nuestro país: