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Un día en el Monasterio del Cobro: "Las deudas del trabajo las cobramos en casa"

Los cobradores de deuda ejercen una gran presión psicológica sobre los morosos. "Hay morosos profesionales", asegura un cobrador. 

Los cobradores de deuda ejercen una gran presión psicológica sobre los morosos. "Hay morosos profesionales", asegura un cobrador. 
Un día con 'El monasterio del cobro'

11:00 de la mañana en Madrid. Los viandantes del Paseo de la Castellana se vuelven perplejos al encontrarse con lo que parece un monje portando un brillante maletín negro. En una de las caras de la maleta puede leerse, acompañado de un número de teléfono, El Monasterio del Cobro. El público más perspicaz se habrá fijado en que debajo de su devoto atuendo el hombre viste camisa y corbata.

Su nombre es Juan José de Diego y es el responsable de cobros de esta empresa especialista en recuperar deudas. No le da "ninguna vergüenza" salir a la calle con una vestimenta similar a la de los monjes en el siglo XVIII. "Es un uniforme de trabajo como otro cualquiera", asegura en un encuentro con Libre Mercado.

El mismo día que conocemos a este particular cobrador, nos decidimos a acompañarle en una de sus visitas. Va a ser la primera vez que el dueño de un amplio taller de vehículos en un polígono del barrio de Vallecas se encuentre con el hermano De Diego en persona.

Una deuda de 19.000 euros en el dentista

Este moroso en cuestión debe la friolera de 19.000 euros a una clínica franquiciada de Vitaldent. "Los dueños confiaron en él porque conocían a sus padres y no le pidieron ninguna cantidad por adelantado. Les ha engañado, alguien que no tiene dinero, no va al dentista a hacerse la boca entera", asegura De Diego, con la factura a nombre del deudor en la mano. El cobrador también nos enseña una transferencia "falsa" que le hizo el moroso a la clínica y unas fotocopias de pagarés sin fondos "con los que pretendía seguir dándoles largas".

"Hay dos tipos de morosos el que no puede pagar y el que puede pagar perfectamente, pero no quiere", sentencia De Diego. "El primero, siempre va a intentar negociar contigo, el segundo no porque es un moroso profesional", explica.

El cobrador asegura que habla con conocimiento de causa. "Cuando nos llega un expediente, lo primero que hacemos es informarnos de todo lo relativo al moroso", afirma. En el Registro Mercantil averiguan si tiene sociedades a su nombre; en Tráfico, los vehículos que posee y en el Registro de la Propiedad, si cuenta con viviendas. "Hay morosos profesionales que no tienen nada a su nombre para sortear los embargos", asegura.

"Cuando consideramos que la documentación que poseemos prueba que existe la deuda, empezamos a cobrar", explica. Para que El Monasterio del Cobro acepte el encargo, el adeudo tiene que superar los 3.000 euros.

Seguir al moroso "las horas que hagan falta"

El primer contacto de esta compañía con el moroso suele hacerse por teléfono. "Intentamos mediar porque puede haber dos versiones de la historia. Si esto no surte efecto, vamos a hablar con él de traje y corbata. Si aún así no pagan, ya vamos de monjes a intentar recortarle su actividad o bien profesional o bien social", cuenta. Su principal tarea es minar psicológicamente al moroso. "Las deudas del trabajo se cobran en casa y las de casa, en el trabajo", revela.

Vestido de monje ha ido De Diego a Vallecas a entregarle al moroso la notificación de su deuda. "Vamos a estar detrás de él las horas que hagan falta hasta que lleguemos a un acuerdo", dice. La paciencia de un cobrador de deudas es infinita. "Ya veis que el taller está fenomenal, trabaja con un montón de compañías de seguros que le pagan todos los meses", nos dice a las puertas de la nave.

De Diego ha ido solo a cobrar la deuda, "pero lo normal es que vayamos de tres en tres". De los 25 empleados que tienen en Madrid, son 8 los que se ponen el traje de monje. En total, la compañía tiene 120 trabajadores en toda España. El motivo de que vayan acompañados no es otro que "la seguridad".

Entramos con el cobrador en taller en busca del dueño. En la planta de las oficinas, los cuatro empleados observan atónitos al monje. "No está", asegura una trabajadora, mientras algunos de ellos esbozan media sonrisa. "¿Puedes llamarle? Le llevo pidiendo dos meses que pague la deuda que debe", solicita De Diego con autoridad. "Es que no va a venir", responde titubeante ella. "Sois del casero ¿no?", pregunta otro de los empleados. Parece que el moroso no sólo tiene una deuda sin pagar...

De Diego decide marcharse, "hoy ya no aparece por aquí, seguro que le llaman ahora mismo para contárselo", asegura. "Tendré que volver", comenta mientras intenta contactarle por su teléfono móvil. "Me sale siempre apagado porque me ha bloqueado", explica.

"A un compañero le apuntaron con una escopeta"

Para enfrentarte a los morosos "tienes que tener la cabeza fría, mantenerte sereno y nunca perder los nervios", explica. Según cuenta De Diego, los episodios tensos con los morosos son muy habituales. "Hay gente que no se lo toma bien y tenemos nuestro riesgo. A un compañero, que fue a cobrar una deuda a una gasolinera en Mejorada del Campo, le pusieron una escopeta en el hombro", recuerda.

Cuando se encuentran con una situación de peligro, "llamamos enseguida a la Policía". Asegura que "nosotros no estamos haciendo nada ilegal. Buscamos al moroso para darle la notificación que le informa de su deuda, como haría un cartero, y nos quedamos en la calle, que es una vía pública". Tienen programas de seguimientos de morosos durante 24 horas.

A pesar de la inseguridad, De Diego asegura que su trabajo "muchas veces es muy divertido". Recuerda una vez que acudieron a cobrar una deuda a un famoso pub gay de Sevilla "y la gente se pensaba que éramos los stripers".

Es consciente de la mala fama que tienen muchos de los cobradores de deudas. "Yo no sé lo que hacen en otras empresas, pero nosotros llevamos 28 años en el sector y actuamos con la legalidad vigente, sin usar la violencia ni descalificar porque no somos matones. Denuncias, los morosos nos han puesto muchas, pero la justicia nunca les ha dado la razón", asegura.

De Diego no empatiza, ni le dan "ninguna pena" los morosos. "Esos ni lloran", asegura. "Me siento bien cuando una familia que lo está pasando mal recupera el dinero que le deben", declara. Su empresa monetiza una vez que ha cobrado la deuda e ingresan entre el 20% y el 40% de la misma.

El expresidente de la CEOE Gerardo Díaz Ferrán, el exjuez Elpidio Silva e incluso el Ayuntamiento de Madrid en la época de Álvarez del Manzano han sido algunas de sus víctimas, cuenta el cobrador. En los 25 años que lleva De Diego en la empresa otros cantantes, folclóricas, toreros y políticos también han formado alguna vez parte de su lista de morosos. "Mejor será que no publiquemos sus nombres", dice.

En Libre Mercado

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