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De Guindos vs Montoro, ¿sólo puede quedar uno?

El ministro de Economía parece el vencedor del duelo con el de Hacienda. Pero Rajoy siempre ha sido amigo de las sorpresas y de premiar la fidelidad.

El ministro de Economía parece el vencedor del duelo con el de Hacienda. Pero Rajoy siempre ha sido amigo de las sorpresas y de premiar la fidelidad.
Luis de Guindos y Cristóbal Montoro, en una imagen de archivo, dialogan durante un acto del PP | Cordon Press

Luis de Guindos vs Cristóbal Montoro: hagan sus apuestas. ¿Quién ganará? En España no estamos muy acostumbrados a estas cosas, pero en las webs británicas ya estarían los dos ministros cara a cara, con sus cuotas respectivas. Sale de favorito el de Economía, pero cuidado, el de Hacienda tiene muchas bazas a su favor y no menores.

La conformación del nuevo Gobierno tiene varias guerras pendientes que tienen en vilo al PP, a las cúpulas de los diferentes ministerios, a los periodistas que siguen la información política y, por supuesto, a los interesados. La batalla principal se librará entre María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría. Pero además de ese enfrentamiento, hay otros que también tienen mucho morbo. Y el más relevante, sin duda, es el que confronta al ministro de Economía y al ministro de Hacienda.

No es, ni mucho menos, un tema menor. En los próximos doce meses se intuyen novedades muy importantes en impuestos, financiación autonómica, pensiones y reforma laboral. Eso por no hablar de los presupuestos, con la doble amenaza del Congreso (y los 175 votos necesarios para sacar las cuentas adelante) y Bruselas. Está claro que en ninguna de estas cuestiones es lo mismo que mande De Guindos o Montoro. Ahora mismo, sólo Mariano Rajoy sabe lo que sucederá. Conociendo al gallego, podemos esperar cualquier cosa.

El enfrentamiento

Desde el comienzo de la legislatura 2011-2015, quedó claro que no había química entre Luis de Guindos y Cristóbal Montoro. De hecho, el propio ministro de Economía lo cuenta en su libro, España amenazada, en un par de párrafos sobre lo que ocurrió en aquel mes de diciembre de 2011, cuando el nuevo Gobierno se enteró de que Elena Salgado y José Luis Rodríguez Zapatero les dejaban 20.000 millones más de déficit de lo previsto y había que tomar medidas para tapar el agujero. Un relato del que el titular de Hacienda no sale especialmente bien parado:

"El ministro de Hacienda propuso subir el IRPF; yo planteao que, al contrario, hay que subir el IVA. En mi opinión, el IVA es un impuesto que produce los mismos efectos contractivos que el IRPF, pero es menos distorsionante para la actividad económica. Montoro, con un criterio más político, argumentó que el IRPF es más progresivo y transmite más la idea de un reparto más equitativo del sacrificio. Rajoy respaldó a Montoro en esta ocasión aunque, al final, solo unos meses más tarde hubo que subir también el IVA" (página 36)

Éste fue sólo el comienzo de una relación tormentosa entre dos ministros que se disputaban el liderazgo del área económica del Gobierno. En los primeros dos años, pareció que se imponía claramente Montoro. No sólo en el asunto del IVA se impusieron sus tesis, durante 2012 y 2013 prácticamente todas las batallas cayeron de su lado.

En aquellos años, lo importante era cuadrar las cuentas, aplicar los recortes y controlar a las autonomías. Eran muchos los marrones. Montoro asumió el coste y eso le generó el agradecimiento de Mariano Rajoy. Ninguno de los dos tenía una preeminencia orgánica sobre el otro. Nunca hubo una vicepresidencia económica. Pero mandaba Montoro.

A partir de mitad de legislatura, empiezan a cambiar las tornas. De Guindos es el encargado de defender en Bruselas los sucesivos incumplimientos del Gobierno en materia de déficit. Eso le refuerza dentro del Ejecutivo por dos vías. En primer lugar, porque el responsable de cuadrar las cuentas es Montoro y no lo consigue ningún año. Y en segundo lugar, porque ahora lo relevante con el déficit ya no es contentar a los inversores, sino al BCE y a nuestros socios. Desde mediados de 2012, España vive en estado de semi-rescate, gracias al respaldo y aval del resto de la Eurozona. En esta tesitura, las batallas ganadas por De Guindos en Bruselas son fundamentales. Hay que recordar que nuestro país no ha cumplido ningún año desde 2008 con su objetivo de déficit. No ya con el inicial o el 3% que figura en el Pacto de Estabilidad de la UE, sino ni siquiera con los nuevos límites renegociados cuando ya era evidente que no llegábamos al límite marcado. Pues bien, incluso estas nuevas cifras las hemos ignorado. Aún así, seguimos teniendo el apoyo de Bruselas e incluso este año nos libramos de una multa que parecía segura.

Pero no sólo el déficit o los impuestos han separado a De Guindos y a Montoro. La gestión del caso Rato, el reparto de los costes entre el Frob y Bankia por los procesos judiciales abiertos por la salida a Bolsa, la relación con las autonomías (especialmente tras la reunión sorpresa de De Guindos con Oriol Junqueras en el aeropuerto de El Prat) o el caso Soria, que dejó muy dañado al ministro de Economía. Y no es una lista exhaustiva.

Por eso, en la mayoría de las quinielas sobre la composición del nuevo Gobierno, casi todo el mundo apuesta a que sólo quedará uno. Como si fuera un reality, la duda está en saber quién abandonará el Consejo de Ministros. En el PP, se da por amortizado a Montoro. Pero el ministro de Hacienda es un superviviente, como Rajoy. Muchas veces anteriormente pareció quemado para la política y salió indemne. Las siguientes son sólo algunas claves que determinarán el vencedor.

¿Vicepresidente con mando en plaza?

El rumor que más fuerza ha cogido en las últimas semanas es el que habla de Luis de Guindos como vicepresidente económico y con mando en plaza sobre los ministerios del área. Sería el colofón de la carrera de De Guindos y un enorme premio que compensaría la decepción que supuso perder la presidencia del Eurogrupo con Jeroen Dijsselbloem. Con España creciendo al 3%, dinero fresco en las arcas del Estado y el encargo de hacer reformas, sería un encargo muy atractivo para cualquiera. Aunque el ministro de Economía descartó en su momento repetir tras las elecciones, ahora se da por hecho que aceptará si recibe el encargo. Lo que está claro es que éste sería un escenario en el que Montoro tendría difícil encaje. No imposible, sí complicado.

Eso sí, el movimiento no es fácil. No sólo por Montoro. Hay otros miembros del Gobierno, muy cercanos a Rajoy a los que tampoco les haría ninguna gracia. Por ejemplo, la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, que perdería su lugar como única número dos del Ejecutivo. O Álvaro Nadal, director de la oficina económica de Moncloa y eterno ministrable. Hay que recordar que el propio Mariano Rajoy asumió desde el principio la Presidencia de la Comisión Delegada de Asuntos Económicos. Entonces se consideró un gesto que demostraba que todos los esfuerzos del Gobierno irían dirigidos a la reactivación económica. Con una vicepresidencia económica, se supone que estas funciones quedarían bajo el paraguas de De Guindos (o de quien fuera).

¿El premio de la fidelidad?

Eso no quiere decir que haya que dar por muerto a Montoro. El jienense es muy parecido a su jefe en su capacidad de supervivencia. No sólo eso les une. Rajoy ha demostrado a lo largo de los años que sabe premiar a los que le son fieles. Y pocos colaboradores han tenido un papel más complicado que su ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, que ha dado la cara por el Gobierno en algunas de las decisiones más impopulares que éste ha tomado.

En realidad, con Montoro hay muchas posibilidades. Una opción sería dejarle la cartera de Hacienda y crear un nuevo Ministerio de Administraciones Públicas. Sería un desaire y un palo duro: hablamos de una legislatura en la que habrá que negociar un nuevo sistema de financiación autonómica. Pero hay que recordar que no sólo con el Gobierno catalán se las ha tenido tiesas Montoro. Varios de los barones regionales del PP tienen malas relaciones con el ministro y estarían encantados de ver un relevo en Alcalá 9. La pregunta sería si Montoro aceptaría quedarse en ese mini-ministerio y, aun peor, teniendo de jefe a De Guindos.

En realidad, como explicaba Rajoy hace unos días, sólo el presidente del Gobierno sabe lo que pasará. Podrían quedarse los dos dentro o podrían estar los dos fuera. Esta última alternativa, con la que nadie cuenta, no sería en absoluto descartable. Hay candidatos de sobra para un puesto muy goloso. Todo apunta a que España crecerá con fuerza en los próximos 3-4 años. Ser ministro de Economía o Hacienda en esas circunstancias es un caramelo que muchos miembros del PP ansían. La clave también podría estar en cómo de ambicioso quiera ser Rajoy en esta legislatura. Si está pensando en aprovechar la coyuntura para acometer muchas de las reformas pendientes, entonces el perfil de De Guindos (que podría llegar acompañado de otros independientes) sería más apropiado. Si la prioridad es mantener la negociación política abierta y centrarse en aprobar cada año los PGE en el Congreso, Montoro tiene más experiencia en el pasilleo y en el trato con otros grupos parlamentarios. La solución, este jueves.

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