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Más gasto no significa mejor educación: las tres gráficas que lo demuestran

El discurso de las mareas choca con la evidencia que arroja Informe PISA: más gasto no lleva necesariamente a mejores notas. 

El discurso de las mareas choca con la evidencia que arroja Informe PISA: más gasto no lleva necesariamente a mejores notas. 

Según buena parte de nuestros políticos y opinadores, la mejor manera de impulsar la educación española es disparar los recursos que se inyectan en el sistema. Sin embargo, si atendemos al recién publicado Informe PISA y a otros estudios similares, parece claro que gastar más no es, en absoluto, sinónimo de obtener mejores resultados.

La OCDE ya lo advirtió hace años cuando publicó la siguiente gráfica, recogida por la Fundación BBVA y consagrada a comparar el gasto acumulado por estudiantes y la puntuación obtenida en la categoría del Informe PISA que mide los conocimientos matemáticos. Como podemos ver, hasta llegar a un gasto acumulado de 50.000 dólares, los rendimientos son crecientes y un mayor desembolso durante la vida educativa conlleva unos mejores resultados de los alumnos. Pero la cosa cambia conforme superamos este umbral y los países sacan mejores o peores notas con independencia de sus niveles de gasto.

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Por ejemplo, España obtiene una nota similar a la de Suecia y Estados Unidos a pesar de que el gasto acumulado por estudiante ronda los 85.000 dólares frente a los 95.000 de Suecia o los 115.000 de Estados Unidos. Otro ejemplo, España cosecha una nota claramente inferior a la de Canadá, Alemania, Nueva Zelanda, Corea, Polonia, Estonia, a pesar de que asume un gasto más alto.

De hecho, España está a la par de Portugal e Italia, pero esto no significa que los tres países mediterráneos gasten igual: Italia se coloca ligeramente por encima de los niveles observados en España mientras que Portugal se ubica claramente por debajo de nuestro país y de la república transalpina.

Además, a la hora de evaluar el gasto en educación, es fundamental tener en cuenta que los hogares también aportan una parte de los desembolsos totales asumidos en España. Si medimos los desembolsos formativos en porcentaje del PIB vemos que el gasto público ha supuesto una media del 4,54% entre 2002 y 2012, mientras que el gasto privado ha ascendido, en promedio, al 0,87% del PIB durante el mismo período.

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Pero estos porcentajes no son rígidos y se comportan como vasos comunicantes. Así, cuando el gasto público subía con fuerza impulsado por los ingresos fiscales derivados de la burbuja inmobiliaria, el peso del gasto privado sobre el gasto público en educación era del 17%. Sin embargo, cuando empezó el ajuste en los presupuestos educativos de las Administraciones Públicas, el peso del gasto privado creció del 17% al 22% del total.

En esta línea, también conviene apuntar que el gasto por alumno en la educación pública no universitaria no muestra correlación alguna con los resultados cosechados en el informe PISA. Como vemos en la siguiente gráfica de puntos, las distintas regiones logran mejores o peores notas con independencia de sus desembolsos presupuestarios.

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La mejor manera de medirlo es dividiendo el gasto medio por cada pupilo y la nota recibida en el estudio de la OCDE. En Madrid, cada punto obtenido en el Informe PISA cuesta 9 euros. Sin embargo, en Navarra es necesario gastar 14 euros por cada punto y en País Vasco hacen falta 19. De hecho, con una misma ratio de 1 punto por 12 euros, Castilla y León se coloca en cabeza de la tabla (nota media de 515,7 puntos) y Extremadura cae al penúltimo puesto (nota media de 474,0 puntos).

Comparativa internacional

Agustín de Grado y Mario Saavedra han comparado los datos cosechados por España con los de otros países y también han concluido que más gasto no se traduce necesariamente en mejores notas. Por ejemplo, apuntan que Luxemburgo gasta el doble que España pero viene de perder ocho puntos en el Informe PISA y obtiene una puntuación media de 482, por debajo de los 493 de España.

También encuentran de Grado y Saavedra que Estonia supera a Finlandia en ciencia y matemáticas a pesar de que sus desembolsos son menores que los del país modelo. De hecho, los alumnos madrileños rozan la nota de los finlandeses en la categoría de ciencia.

Otro caso digno de mención es el de Turquía, que ha aumentado el gasto público en educación un 23% entre los años 2010 y 2013… pero ha empeorado en casi 40 puntos sus resultados en la categoría de ciencias.

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