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Antes del Acuerdo de París, Europa redujo sus emisiones de CO2 a niveles de los años 60

España ha reducido de 1,99 a 1,39 las emisiones de CO2 por habitante. 

España ha reducido de 1,99 a 1,39 las emisiones de CO2 por habitante. 
Macron y Merkel, junto a Trump | Efe

Donald Trump ha levantado un gran revuelo con su decisión de retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París contra el Calentamiento Global. Este diario ha explicado ya los elevados costes que tiene dicho pacto para la economía norteamericana, pero también vale la pena detenerse en la factura que suponen para Europa los compromisos suscritos en la capital gala.

La Universidad de Stanford ha explicado que el coste anual para Europa derivado del Acuerdo de París oscilará entre 300.000 y 600.000 millones de dólares, una amplia horquilla en que la banda baja corresponde a los escenarios más optimistas y la banda alta está ligada a cálculos más realistas.

Pero entonces, si el Acuerdo de París es tan costoso para nuestra economía, ¿debemos resignarnos a un sombrío panorama de deterioro medioambiental? En absoluto. Como ya ha señalado anteriormente Libre Mercado, las últimas décadas han estado marcadas por un espectacular aumento de la eficiencia energética que ha permitido reducir significativamente los niveles de contaminación.

Tomemos, por ejemplo, las emisiones per cápita de CO2. En el caso de nuestro país, España, subieron de 0,32 a 1,99 toneladas por habitante a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, pero el período comprendido entre los años 2000 y 2013 ha arrojado un punto de inflexión y ha reducido las emisiones a 1,39 toneladas por habitante, lo que nos deja en niveles de la década de 1970.

Algo similar sucede en Francia. Nuestro país vecino tocó techo en 1980, cuando las emisiones de CO2 per cápita ascendían a 2,56 toneladas por habitante, si bien las ratios que se observan hoy en día son de 1,42, una fuerte reducción que devuelve a la república gala a los registros de los años 50 del siglo pasado.

De hecho, si tomamos como referencia el grupo de las veinte economías más grandes de Europa, comprobamos que en 1980 se alcanzó el pico de las emisiones de CO2, con niveles de 2,61 toneladas por persona, mientras que en la actualidad hemos alcanzado tasas de 1,88 toneladas per cápita, un descenso cercano al 30 por ciento.

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Por tanto, la trayectoria de Europa en las últimas décadas ya invita al optimismo en materia de medio ambiente, gracias a las progresivas ganancias de eficiencia que han desarrollado las economías del Viejo Continente. Es por eso que el danés Bjorn Lomborg, un experto de cabecera en materia de clima, crecimiento y sostenibilidad, insiste en que nada sería más beneficioso para preservar el medio ambiente como potenciar la innovación y el desarrollo en campos que dejan una mayor huella ecológica, caso de la energía, el transporte o la industria.

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