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José T. Raga

Una sorpresa sorprendente

¿Qué papel desempeñó el ministro de Economía en esa tormenta de rumores? ¿Y la CNMV?

¿Qué papel desempeñó el ministro de Economía en esa tormenta de rumores? ¿Y la CNMV?
EFE

Me refiero a la sorpresa del Banco Central Europeo/Mecanismo Único de Supervisión por la debacle del Banco Popular. Una sorpresa que, cuando menos, resulta sorprendente, pues el sorprendido es la máxima autoridad monetaria –en regulación y en supervisión– de la Unión Monetaria Europea.

¿Se trata de ponerse de perfil cuando arrecia el aguacero y estamos a la intemperie? Quizá, aunque preferiría lo contrario. Preocupante situación si a la sorpresa del BCE/MUS unimos lo dicho por el gobernador del Banco de España: no había razón para que conociera lo que ocurría en el Banco Popular porque estaba fuera de su jurisdicción supervisora.

Visto lo visto, ¿dónde reclamar por los desastres bancarios? Frankfurt (BCE/MUS), ignorante y sorprendido, y Madrid (BdE), que no es nadie –ni supervisa ni resuelve–; por lo que… ¿a dónde acudimos los españoles? La presidenta del MUS nos manda a los tribunales. Demasiados organismos para nada.

Algo ha dicho el BdE, no siendo nadie, para indicar dónde estamos y con quién nos jugamos los cuartos. Ha afirmado que la crisis del Banco Popular no era de solvencia sino de liquidez. Parecía lógico, pero estamos ante un sector, el financiero, construido sobre una relación de confianza –fiducia–.

¿De dónde emanaron las voces, los rumores, para que se quebrara esa confianza? ¿Puede una entidad valorarse el 12 de mayo en 0,752 euros la acción y pasar a 0,317, perdiendo más de la mitad de su valor, el 5 de junio, sólo 24 días después? ¿Por qué no se suspendió la cotización cuando el 30 de mayo ya había bajado a 0,650 euros? ¿Había un interés en la desvalorización?

Aparentemente, ni el BCE/MUS ni el BdE podían suponer nada, pues nada hicieron. Uno porque no podía y el otro porque o no quería o no veía razón para hacerlo. Los más cercanos al incendio aseguran también ser ajenos al problema. Uno, Ángel Ron, se siente consternado; y su sucesor, Emilio Saracho, dice sentirse el primer engañado por cómo estaba el banco. Aprendan: ¡no contraten nunca a milagreros!

Pero ¿puede publicitarse que un posible comprador ha encargado a una consultora que calcule el precio por el Banco Popular? Y después de eso el Banco Popular, como si nada, siguió cotizando en bolsa. ¿Qué papel desempeñó el ministro de Economía en esa tormenta de rumores? ¿Y la CNMV?

Ningún banco resistirá fácilmente a una crisis de liquidez si un bulo que anuncie problemas irresolubles se instala en la sociedad con fuerza suficiente. ¿Habrá que pedir que se establezca un coeficiente de caja del 100% de los depósitos, es decir, que los bancos concedan créditos con cargo a sus recursos propios –capital más reservas– en lugar de hacerlo con cargo a los depósitos de sus clientes?

Lo que sí dijo el señor ministro fue que el Fondo de Garantía de Depósitos no los habría podido garantizar. Un fondo de garantía que no garantiza. Así, sin parpadear y sin dimitir.

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