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Los suecos dejan de confiar en el estado del bienestar y los socialdemócratas

Los partidos nacionalistas y otras corrientes políticas están comenzando a ganar adeptos. 

Los partidos nacionalistas y otras corrientes políticas están comenzando a ganar adeptos. 

Los altos impuestos, una libertad de empresa envidiable y un amplio sistema de bienestar han sido y son los tres pilares fundamentales sobre los que se sostiene el sistema económico de los países nórdicos. Sin embargo, en Suecia la sociedad está comenzando a dar muestras de desconfianza hacia su estado de bienestar. Los partidos nacionalistas y otras corrientes políticas están comenzando a ganar adeptos frente a las cuatro formaciones socialdemócratas, que podrían perder el Gobierno en las próximas elecciones.

La llegada de más de 600.000 inmigrantes procedentes de Afganistán y Siria a un país con 10 millones de personas y las últimas subidas de impuestos han sido el detonante que ha desencadenado la pérdida de confianza por parte de los suecos. En los últimos años, ha crecido la tasa de criminalidad, la violencia entre bandas callejeras, las quejas sobre el sistema educativo, el rechazo de las madres embarazadas para dar a luz en los recintos públicos por la falta de capacidad y el número de personas que esperan más de 90 días para ser atendidos por el médico.

"El contrato social sueco necesita ser reformado. A pesar de los altos impuestos, los servicios son cada vez más deficientes. Obtenemos mala relación calidad-precio", aseguraron una docena de empresarios en un artículo de opinión escrito el pasado mes de mayo.

Las elecciones se celebrarán el próximo 9 de septiembre y las encuestas muestran un fuerte crecimiento del partido moderado de centroderecha y de los demócratas suecos -una formación considerada de extrema derecha-. Entre ambos partidos reúnen el 39,9% de la intención de voto, mientras que en los comicios de 2014 apenas superaban el 27%. A ellos habría que sumar el 3,8% de votos de los democristianos y el 4,6% de los liberales. Si además a este bloque se une el apoyo del partido de centro, que tiene más de un 9% en intención de voto, conseguirían echar del poder a los socialdemócratas y a los verdes, que actualmente gobiernan en coalición.

Una prueba del descontento generalizado en Suecia con el sistema de bienestar es la creciente corriente contra los impuestos altos. En febrero, una encuesta mostró que el 45% de los suecos cree que pagan demasiados impuestos, frente al 27% que consideraban lo mismo en 2014.

La economía de Suecia se mantiene en buena situación, con una marcada tendencia de crecimiento. Las cuentas del país se mantienen saneadas gracias a los recortes de gasto introducidos por el partido socialdemócrata, que ha permitido a Suecia disfrutar de superávit fiscal en los últimos años. A pesar de ello, la carga fiscal sueca se elevó al 44,1% del PIB en 2016, frente al 42,6% que mantenían en 2014. Esto les ha convertido en el quinto país con los tributos más altos de la OCDE.

Alarma social

Pero, más allá de la economía, es importante tener en cuenta el contexto social. Suecia ha cerrado en los últimos meses varios centros para que las mujeres den a luz. En algunas zonas del país, el cierre de estos paritorios ha provocado que las suecas tengan que desplazarse hasta 100 kilómetros para poder ser atendidas. Para evitar que no se produjeran problemas de salud ni en la madre ni en el niño se han dado cursos de formación para el momento del parto, ya que, debido a la distancia entre las zonas de población y los hospitales, era probable que la madre tuviera que ser atendida antes por familiares o vecinos.

Lo mismo ocurre con la policía. La falta de coches patrulla y de agentes ha despertado una oleada de robos en varias zonas de Suecia. Este suceso les ha servido a los partidos radicales para cargar contra la política migratoria.

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