Menú

El mejor aceite del mundo es cordobés y lo fabrica una pequeña empresa

El aceite Knolive Epicure de Sara y Alberto Yévenes no cesa de recibir premios a nivel internacional. 

El aceite Knolive Epicure de Sara y Alberto Yévenes no cesa de recibir premios a nivel internacional. 
La botella premiada | Knolive

El padre de Sara y Alberto Yévenes "está que no cabe en el traje", comenta también orgullosa su hija. Toda una vida dedicada al campo y al aceite a granel "para vendérselo a los italianos" han dado (por fin) sus frutos gracias a la idea de sus hijos de entrar en el mercado del aceite premium.

Fue en el año 2016 cuando estos dos hermanos de Priego de Córdoba decidieron lanzar Knolive, su marca gourmet, y desde entonces, no paran de recoger premios. El último es uno de los más prestigiosos en el sector del aceite, el World’s Best Olive Oils, donde han quedado primeros del mundo en la categoría de virgen extra.Este galardón recoge los resultados de los concursos internacionales más importantes del año y publica una lista de las marcas más laureadas. El Knolive Epicure de Sara y Alberto lidera el ranking. El Top 10 cuenta con otras cinco firmas españolas.

"En todos los concursos a los que nos hemos presentado, con diferentes catadores, desde Alemania a China, nos dan muy buena puntuación. Esto no lo ha hecho nadie. Que una pequeña empresa familiar, con 18 empleados y tan joven haya conseguido llegar a ser la primera del mundo en tres años es increíble. La alegría es inmensa", cuenta Sara Yévenes a Libre Mercado. Yévenes explica que los certámenes "se hacen ante notario con un control exhaustivo" del producto. Es habitual que el notario acuda en persona a la finca y a las instalaciones que poseen en el municipio cordobés para evaluar el proceso. De paso, el visitante también se lleva una botella sellada del oro líquido que la compañía española presentará al concurso correspondiente.

El secreto: la ubicación y el clima

Los creadores de la fórmula del Knolive Epicure han fusionado las variedades de la aceituna picuda y hojiblanca. "Eso rompe con los aceites tradicionales y te da la armonía perfecta entre picor y amargor", asegura Sara Yévenes. "El lugar donde están situados nuestros olivares también es clave", apunta su hermano Alberto. La finca está situada en pleno corazón del Parque Natural de la Subbética Cordobesa. La recolección se realiza de forma manual, cuando la aceituna está muy verde, ya que la mecanización en este terreno escarpado es prácticamente imposible. El secreto de su producto está en "la tierra, la altitud y en el microclima Mediterráneo de alta montaña que tiene la zona y que favorece mucho al aceite", añade el empresario.

"Sabíamos que el tesoro lo teníamos en nuestras tierras y teníamos que envasarlo", recuerda Alberto, mientras se retrotrae al momento en el que decidió junto a su hermana lanzarse a esta aventura empresarial. Decidieron envasarlo en una botella de cristal opaco, "para que no le dé el sol ni la luz, que son los peores enemigos del aceite", apunta Sara.

La botella cuesta 16 euros

Después de un tiempo viviendo en el extranjero, este abogado y esta farmacéutica volvieron al negocio familiar con el objetivo de crear alrededor del aceite una cultura similar a la del vino.Y eligieron un buen momento, porque en nuestro país el oleoturismo y las catas de aceite cada vez ganan más adeptos.

"Empezamos vendiendo las botellas a puerta fría en Marbella, y enseguida gustó el sabor", cuenta Sara. Ahora, el Knolive se vende en el área gourment del Corte Inglés y en multitud de tiendas de delicatessen de las principales ciudades españolas. La botella cuesta 16 euros, aunque el 80% de las ventas se destinan al extranjero. Japón, China y EEUU están entre sus principales clientes.

Al año producen unos 30.000 kilos de Knolive. "Estamos desbordados", asegura Alberto. A pesar de esto, "los italianos nos llevan mucha ventaja. Lo han sabido hacer muy bien envasando el aceite español en botellas bonitas", cuenta Sara. Para la cofundadora de Knolive, un aceite de calidad debe "recordar a fruta o a verdura, primero en nariz y luego en boca". El suyo recuerda "a hierba y a planta tomatera". Sara rompe el mito del color del aceite, "que no es indicativo de calidad" y asegura que el grosor y la textura "varían dependiendo del tipo de la aceituna".

Para catar el aceite, ella prefiere hacerlo sin pan, "mejor con una cuchara o en un vasito". Su hermano recomienda utilizar su producto en "ensaladas, con un buen queso curado, un buen jamón o en un salmorejo". Mientras la marca de sus hijos crece, el padre de Sara y Alberto sigue trabajando en el aceite a granel. "Es incansable", afirma Sara.

En Libre Mercado

    0
    comentarios