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Hace un tiempo, el secretario general de Podemos, don Pablo Echenique, tuiteó: "El déficit es la diferencia entre los ingresos del Estado y la inversión pública. Sin mirar otros factores, un déficit más pequeño significa que el Gobierno puede invertir menos dinero en el país y un déficit más grande significa que puede haber más inversión".

El señor Echenique, como otros dirigentes de Podemos, es cualquier cosa menos un analfabeto. Al contrario, integra una prestigiosa elite, al ser doctor en Ciencias Físicas y científico del CSIC. Una persona intelectualmente tan preparada como el profesor Echenique no puede no saber que el déficit público, "sin mirar otros factores", no es la diferencia entre ingresos e inversiones, sino, obviamente, entre ingresos y gastos —todos los gastos, en inversiones y en todo lo demás. No puede establecerse sin más una relación directa entre déficit e inversión.

Pero supongamos que pudiera afirmarse esa relación. Supongamos que un Gobierno declara que aumentará el déficit y lo dedicará exclusivamente a la inversión. ¿Tendría en ese caso razón el doctor Echenique, y habría que saludar ese déficit mayor porque sería equivalente a invertir más "en el país"?

No. No la tendría, porque ese dinero para invertir no es el maná, no cae gratuitamente del cielo, sino que es extraído de contribuyentes y tenedores de la deuda pública. Entonces, si un déficit mayor puede ser sinónimo de invertir más, también puede serlo de invertir menos, puesto que los ciudadanos tendrán menos dinero para invertir, porque les subirán los impuestos para financiar el gasto público y la deuda.

Nada de lo anterior constituye un misterio insondable. Sin embargo, una persona inteligente y formada como el profesor Echenique no se ha enterado. No puede ser por ignorancia ni por estupidez. No es que no haya podido enterarse. ¿Prefirió acaso no hacerlo? ¿Por qué? Esa, diría Kipling, es otra historia.

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