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Vitoria, Valladolid, Madrid, Vigo… goteo de despidos en las fábricas por la 'guerra al diésel'

Buena parte de la caída del negocio se explica por la guerra al diésel que ha iniciado el gobierno de Pedro Sánchez.

Buena parte de la caída del negocio se explica por la guerra al diésel que ha iniciado el gobierno de Pedro Sánchez.

Los indicadores adelantados llevan meses avisando del enfriamiento de la economía española. El deterioro en el desempeño productivo es especialmente acusado en la industria, que está en recesión y acumula meses con caídas en sus principales indicadores (entrada de pedidos, producción, exportaciones, etc.).

Un sector que está saliendo especialmente mal parado es el automovilístico, donde buena parte de la caída se explica por la guerra al diésel que ha iniciado el gobierno de Pedro Sánchez. No hay que olvidar que la venta de coches viene de cerrar 2018 con los peores datos desde la crisis, mientras que la matriculación de vehículos diésel ha caído un 20%, según los datos de las patronales del sector.

Detrás de estas cifras hay miles de personas que están perdiendo su empleo como consecuencia de la política económica del Ejecutivo. Pensemos, por ejemplo, en lo que ha ocurrido en la planta de Mercedes Benz en Vitoria. Según datos del sindicato UGT, en la segunda mitad de 2018 se produjo la salida de 800 trabajadores. El golpe a largo plazo puede ser aún mayor, puesto que 20.000 personas viven de esta fábrica de manera directa o indirecta. Y todo a pesar de que la fábrica está asumiendo paros continuos en la producción para lidiar con la menor demanda de vehículos diésel.

Algo similar puede ocurrir en Michelin, cuya factoría con sede en Valladolid da empleo a 8.000 trabajadores. Según Mari Paz Robina, presidente de la compañía para España y Portugal, "la crisis del diésel hace que nuestras previsiones de producción sean más bajas". En este sentido, Robina ha pedido al gobierno que "cuide mucho los mensajes, porque repercuten en nuestra actividad". Sin dejar Valladolid, también preocupa el futuro de Renault, donde se han reducido 450 empleos con la eliminación progresiva del turno de noche. Los despidos podrían ir a más en los próximos meses, de confirmarse el franco retroceso de las ventas de diésel.

A la espera de ver lo que ocurre en las fábricas pucelanas, otra provincia castellano-leonesa en la que conviene fijarse es la de Burgos, donde la automoción sostiene 6.000 empleos de forma directa. Según CCOO y UGT, "en los últimos nueve meses se han dejado de generar en torno a 1.500 puestos de trabajo en el sector. No son despidos ejecutados, sino contratos externos que se están dejando de firmar y renovar". Los sindicatos alertan que entre el 20% y el 30% del empleo sectorial está en peligro.

Sin salir de la región, toca fijarse en la localidad palentina de Villamuriel de Cerrato, donde Renault ha reducido 950 puestos de trabajo con modificaciones de jornada. La fábrica recibió el pasado año la noticia de que empezará a desarrollar coches híbridos, de modo que no todo está perdido para la comarca, aunque la evolución del empleo del sector en los últimos tiempos no invita al optimismo.

Vigo también mira de reojo lo que pasa en el resto de plantas. El 75% de los coches que salen de la factoría de PSA en la localidad pontevedresa son de tecnología diésel, de modo que la creación de 4.000 nuevos empleos prevista para los próximos años tendrá que esperar. También hay dudas sobre el mantenimiento de los 8.000 empleos directos que mantiene la fábrica, puesto que se están barajando posibles ajustes de jornada que reducirían las horas trabajadas y el sueldo percibido por el 10% de la plantilla.

En el otro extremo de la Península, los malos augurios ya son una realidad. No en vano, la fábrica de Nissan en la Zona Franca de Barcelona lleva meses desarrollando una propuesta de reducción de plantilla que, a priori, resultará en el fin de entre 400 y 500 de los 3.300 empleos de la planta. Algo mejor le va a Opel en Figueruelas, donde la fábrica opera a plena capacidad, mientras que Seat parece apostar por darle un vuelco a su producción en Martorell, posible salvavidas para evitar un cambio a peor en los niveles de empleo de la fábrica.

Peores son las noticias que llegan desde Comunidad Valenciana, donde Ford ha anunciado recientemente un programa que incluye recortes de personal y paros productivos. Todo esto a pesar de que el gobierno autonómico, dirigido por el PSOE, ha aumentado un 55% las subvenciones concedidas a la fábrica de Almusafes.

El panorama en Navarra es algo más favorable, pero ya el pasado año se produjo un giro a peor en el ritmo productivo de la fábrica de Volkswagen, que cerró ocho jornadas más de lo previsto para capear el temporal de la caída de ventas. No hay que olvidar que el grupo automovilístico ha anunciado que reducirá su volumen total de empleados en 7.000 efectivos, de modo que parte de dicho ajuste puede recaer sobre los trabajadores de la comunidad foral. En este caso, los problemas globales de la marca teutona se suman a la problemática doméstica de la guerra al diésel.

¿Y qué hay del motor madrileño? PSA Villaverde anunció un ERE temporal de tres años que empezó a activarse en 2018, mientras que Iveco sufrió una caída de la producción del 35% a lo largo del año 2018 y llegó a plantearse el despido de 700 trabajadores, decisión que fue salvada mediante la aplicación de un ERE temporal que abarca más de 100 días de duración.

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