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La sorpresa que trae Escrivá: "Millones y millones" de inmigrantes para pagar las pensiones

El nuevo ministro confía en la llegada masiva de trabajadores extranjeros en las próximas décadas para sostener las cuentas de la Seguridad Social.

El nuevo ministro confía en la llegada masiva de trabajadores extranjeros en las próximas décadas para sostener las cuentas de la Seguridad Social.
José Luis Escrivá, esta semana, en París, en el Foro sobre Migraciones organizado por la OCDE. | EFE

Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. Las palabras importan y, en este Gobierno muy dado a las denominaciones floridas y novedosas, el nombre del nuevo departamento que dirigirá José Luis Escrivá es en sí mismo una pista. ¿De qué? De los principios que guiarán su acción.

En estos días, casi todo el mundo se ha fijado en la separación de la "Seguridad Social" del Ministerio de Trabajo. Es un cambio importante y que habrá que ver cómo funciona (porque, además, la trayectoria previa de los titulares de las dos carteras no puede ser más diferente). Pero esa novedad ha hecho que perdamos un poco de vista la otra parte, la de la "Inclusión y Migraciones". Sería un error, porque por lo escuchado en los últimos años, durante su mandato al frente de la AIReF, para Escrivá estas dos patas son clave para entender el futuro de la Seguridad Social. O lo que es lo mismo: sí, habrá reforma de las pensiones; y sí, será una reforma que recortará las prestaciones de los futuros pensionistas a través del endurecimiento de las reglas paramétricas (edad de jubilación, normas para el cálculo de la base de la pensión).

Pero el nuevo ministro cree que los cambios no pueden quedarse ahí. En su opinión, la inmigración jugará un papel clave, más importante de lo previsto por otros organismos. En todas las previsiones que ha hecho durante su anterior etapa, Escrivá ha recalcado la importancia de que España sea capaz de atraer a muchos millones de inmigrantes desde ahora a 2050. De hecho, es una condición imprescindible para que salgan sus cuentas. Como hemos apuntado anteriormente, la AIReF ha publicado los informes más optimistas sobre pensiones (y con cierta diferencia sobre el resto). Y todo giraba, en estas previsiones edulcoradas, alrededor de la inmigración. ¿Cuánta? Pues, como aseguraba este mismo jueves el ya ministro en un foro de la OCDE en París: "Millones y millones".

Las previsiones

Como explicábamos el pasado fin de semana, el pasado de Escrivá tiene su parte buena y mala. A los periodistas nos ofrece una hemeroteca de la que tirar para recordarle declaraciones previas. Al ministro quizás no le haga tanta gracia tener que retratarse y explicar por qué cambia de opinión respecto a lo que defendía en el pasado (si es que lo hace). Por ahora, las previsiones de la AIReF a nosotros nos sirven para poner números y conocer el terreno de juego en el que nos movemos.

1. Los números: como es lógico en un tema en el que hablamos de previsiones a varias décadas, las cifras pueden variar ligeramente. Pero Escrivá lleva desde 2017 manteniendo el mismo discurso. En febrero de aquel año, el ahora ministro se presentó ante la Comisión del Pacto de Toledo para explicar a los diputados las previsiones en materia de pensiones de la AIReF. Su intervención se puede resumir en un titular: "España necesitará 10 millones de inmigrantes y el nivel de ocupación de Alemania para mantener el gasto en pensiones sobre el PIB en los niveles actuales".

Un par de años más tarde, la AIReF presentaba sus "Previsiones demográficas". En este informe, el organismo de Escrivá apostaba por un incremento de la población que situaría a España con "entre 51 y 60 millones de habitantes" en 2050, gracias a la llegada de entre 220.000 y 320.000 inmigrantes al año (en términos netos: llegadas menos salidas).

Este jueves, por último, el ya ministro se ha reafirmado en sus números. Como ya hemos dicho, en uno de sus primeros actos al frente del nuevo departamento, ha asegurado que nuestro país "necesitará" de 8 a 9 millones de inmigrantes en los próximos 30 años.

En este punto, hay un matiz que es importante: no es sólo que necesitemos esos inmigrantes, sino que, en su opinión, los conseguiremos. Es decir, hablamos de un deseo y de una apuesta: Escrivá está convencido de que España evitará la japonización de su economía y de que lo hará abriendo las fronteras a millones de personas.

2. Natalidad y empleo: en demografía, no sólo de inmigración vive un país: la natalidad es muy importante en las previsiones de población. Y en lo que respecta al mercado laboral, tan importante es el número de habitantes en edad de trabajar como el número de aquellos que tienen un empleo.

También en estos dos puntos, Escrivá es moderadamente optimista. La parte de la natalidad es quizás la más polémica del informe. La AIReF pronostica que pasaremos del 1,4 actual a los 2 hijos por mujer de aquí a 2050. Esto tendría dos implicaciones positivas: en primer lugar, los jóvenes que comenzasen a incorporarse al mercado laboral a partir de 2040 podrían empezar a ayudar con sus cotizaciones; y en segundo término, una recuperación de la natalidad haría que la presión sobre la deuda española fuera menor (un país con futuro laboral tiene más sencillo financiarse, aunque esos niños y jóvenes todavía no hayan llegado a la edad adulta).

Decimos que es polémica porque no hay nada que permita intuir un cambio de tendencia en natalidad. Si acaso, vamos a peor: cada año batimos un récord negativo. Es cierto que si llegan 250.000-270.000 inmigrantes al año, también debería subir la tasa de natalidad (los extranjeros, de media, serán más jóvenes y tendrán más hijos que los españoles), pero incluso así esta previsión parece muy optimista (ningún país de la UE alcanza ahora mismo esos 2 hijos por mujer que Escrivá incluye en sus modelos).

La otra parte de las previsiones tiene que ver con el mercado de trabajo. En su informe de 2017, la AIReF planteaba un futuro en el que España tenía una tasa de ocupación similar a la de Alemania: esto implicaría pasar del 62-64% actual para el grupo de población de 20 a 64 años, al 76-78% de los países más ricos de la UE. De nuevo, suena bien, pero habrá que explicar cómo se va a lograr.

3. Los recortes: en cualquier caso, hay una cuestión importante y que no siempre se explica cuando se presentan estas previsiones. Y es que las pensiones del futuro serán menos generosas que las actuales con inmigración y sin ella, con natalidad creciente o si sigue hundida, con un poquito más de gasto sobre el PIB o manteniendo el 11% actual.

De hecho, la reforma que plantea Escrivá (subir la edad de jubilación y endurecer las reglas de acceso) supone un recorte de las futuras prestaciones. Los políticos intentarán endulzar el mensaje, pero no podemos obviar la realidad: sin esas reformas, los pensionistas del futuro tendrían derecho a pensiones más altas (otra cuestión es si habría dinero para pagarlas).

A partir de aquí, los inmigrantes o la natalidad servirán para que el ajuste sea más o menos importante. Con diez millones más de habitantes, probablemente la pérdida sería relativamente pequeña; si no conseguimos atraer empleo de calidad a nuestro país, el recorte en las prestaciones a partir de 2035-2040 será muy importante.

También puede ser equívoco hablar del gasto en pensiones sobre el PIB: por ejemplo, en el último informe de la AIReF se plantea un crecimiento desde el 10,6% de 2018 hasta el entorno del 12,5-13,0% del PIB. Decimos que puede ser equívoco porque puede dar la impresión de que las pensiones serán más generosas si gastamos más en esta partida. Y no es así. Eso dependerá del número de pensionistas respecto de la población total: si el porcentaje de población de más de 65 años sigue subiendo, un pequeño incremento en el gasto sobre el PIB limitará el tamaño del recorte que haya que efectuar en cada pensión, pero no evitará que las prestaciones individuales sean menores que las actuales (al menos en términos relativos: tasa de sustitución).

También hay que aclarar que en la ratio gasto/PIB los dos factores son relevantes. Si el PIB crece mucho (porque llegan esos millones de nuevos trabajadores y se ponen a producir) se podría llegar a una situación en la que con un nivel de gasto/PIB similar al actual, el recorte en cada pensión individual no fuera muy grande, incluso con un incremento del número absoluto de jubilados. Eso sí, incluso en las previsiones más optimistas, se trabaja con la certeza de que la generosidad del sistema (relación pensión/último salario o pensión media/salario medio) será cada vez menor (incluso con un fuerte crecimiento económico).

Las preguntas

Hasta aquí, hemos intentado explicar los datos que el nuevo ministro de Seguridad Social ha presentado en los últimos años. A partir de este punto quedan las preguntas sin respuesta, las incógnitas que se ciernen sobre sus planes y previsiones. La respuesta a muchas de ellas dependerá en buena parte de sus compañeros de gabinete y de quién se imponga en las luchas de poder e ideológicas dentro del Consejo de Ministros.

4. Qué inmigración: esto es clave y Escrivá nunca lo ha aclarado. Decir que vamos a atraer a diez millones de personas de aquí a 2050 es como no decir nada. ¿Qué personas? ¿Con qué cualificación y nivel de productividad? ¿Para qué actividades?

Si hablamos de economía, ingresos públicos, gasto en pensiones o cotizaciones, tendremos que admitir que los inmigrantes no son peones, intercambiables unos por otros sin que importen las circunstancias personales. Hay inmigrantes (como españoles) que cotizan más y otros que cotizan menos. Y lo mismo por la parte del gasto. La edad, profesión o educación son claves al respecto. Por eso es muy pertinente la pregunta: ¿qué tipo de inmigrantes atraerá España? Si un ingeniero se jubila, necesitas otro ingeniero para sustituirle. No vale cualquier otro recién llegado al mercado laboral (sea inmigrante o español).

En cualquier caso, este modelo y estos datos apuntan claramente en una dirección: el nuevo ministro intentará aprobar una nueva Ley de Inmigración, con medidas llamativas y que faciliten la llegada y la integración de estos cientos de miles de personas que, en su opinión, necesita España. Hasta el momento no ha ofrecido ninguna pista al respecto, más allá de su llamada a evitar la japonización de nuestra economía. El otro día, en el acto de la OCDE de París, dijo que algo que "habrá que explicar" a la sociedad y habló de hacer pedagogía, según informa EFE. Es una manera delicada de decir que la integración de ese contingente de población tiene una serie de retos, no sólo económicos, con los que no es nada sencillo lidiar.

5. ¿Y si no acierta? Esta pregunta es la más relevante. Porque la reforma que plantea Escrivá, y que implica, entre otras cosas, acabar con el Índice de Revalorización de las Pensiones y, posiblemente también (aunque esto nunca lo ha aclarado al 100%), con el Factor de Sostenibilidad, tiene un problema: retrasa los ajustes y lo confía todo a dos variables (mejora demográfica y de productividad) que no están en la mano del Gobierno.

Lo mejor de lo aprobado en 2013 (una reforma que también tenía aspectos negativos) es que establecía un sistema que se ajustaba a la situación de las cuentas. No era verdad, como dijeron sus críticos, que condenase a los jubilados a una pérdida de poder adquisitivo constante. En realidad, lo que hacía era fijar dos sistemas (IRP y FS) que iban ajustando los gastos a los ingresos. Si había que recortar las prestaciones era sólo porque no había suficiente dinero en caja. Luego quedaba la decisión política de si ampliar la caja (impuestos, reformas, productividad) o no. Pero el ajuste quedaba en manos de una fórmula.

Y lo mismo ocurre con las reformas de pensiones aprobadas en la mayoría de los países europeos en las últimas décadas. Desde las cuentas nocionales suecas a la reforma planteada por Emmanuel Macron en Francia en los últimos meses, todos los sistemas tienen una serie de características comunes (y parecidos, en muchos casos, a lo que el PP aprobó en España en 2013): ajustes en función de los gastos e ingresos del sistema, reglas claras y flexibilidad en la edad de jubilación, información al ciudadano para que decida sobre su retiro…

De hecho, si uno piensa que a España llegarán millones de inmigrantes en los próximos años, que cotizarán mucho y que sanearán las cuentas del sistema, debería estar encantado con el IRP o el FS: si hay muchos ingresos, habrá dinero de sobra para pagar pensiones. En la reforma de Escrivá lo que hay es un deseo (más inmigrantes y cotizaciones) sobre el que se sostienen los cálculos. El ajuste se retrasa (o directamente desaparece) mientras esperamos a que se cumplan las previsiones. Pero, ¿y si ese deseo no se cumple? Para eso no hay respuesta.

6. El escenario: este epígrafe está muy relacionado con los dos puntos anteriores. El crecimiento económico no cae del cielo. Y la capacidad de un país para atraer inmigrantes (de más o menos formación), tampoco.

Lo que ocurra con la economía española en los próximos años dependerá de las decisiones que tomen los gobiernos. ¿Qué políticas económicas, impositivas, de atracción de talento… va a poner en marcha el nuevo Gobierno? ¿Qué política inmigratoria vamos a seguir? ¿Qué medidas son más eficaces si quieres atraer mano de obra de alta cualificación? ¿Cree Escrivá que sus compañeros (por ejemplo, su colega en el Ministerio de Trabajo) van a hacer más fácil que estos profesionales de alto nivel lleguen a España?

Al final, el escenario en el que nos movamos va a depender de las respuestas a estas preguntas. Es decir, todos los modelos y previsiones de la AIReF están supeditados al resto de la política económica: y esa parte no la controla el ministro de la Seguridad Social. Porque, además, hablamos de medidas de muy largo plazo. Canadá, Irlanda o Australia, por poner tres ejemplos de países exitosos en las últimas décadas, desde un punto de vista económico y de integración de la inmigración, tienen una normativa laboral, tributaria, sobre empresas o comercial muy diferente a la española. ¿Cómo actuará en ese sentido el Consejo de Ministros en el que se siente Escrivá?

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