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EDITORIAL

Sánchez e Iglesias, contra los pobres y contra la libertad

La política económica del Gobierno va a causar auténticos estragos, y no sólo ni principalmente entre quienes, como Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, pertenecen a los sectores más acaudalados.

La política económica que pretende ejecutar el Gobierno socialcomunista va a causar auténticos estragos, y no sólo ni principalmente entre quienes, como Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, pertenecen a los sectores más acaudalados de la sociedad.

El PSOE y Podemos proclaman mentirosos que su política económica van a costearla principalmente ‘los ricos’. En primer lugar, en España no hay tantos semejantes de Sánchez e Iglesias. Quienes ganan más de 130.000 euros al año no llegan al 1% y de ahí poco se puede esquilmar. Tampoco hay tantas grandes empresas a las que exprimir: las que tienen más de 250 trabajadores apenas representan el 0,17% del total. Por otro lado, los grandes capitales siempre pueden refugiarse en países vecinos como Portugal –de hecho, ya se lo están planteando– para ahorrase el saqueo, lo que no pueden hacer las rentas medias y bajas, sobre las que va a hacer presa "la banda de Sánchez" (nunca se recordará lo suficiente la advertencia de Albert Rivera).

Sí, las rentas medias y bajas serán las grandes víctimas de los potentados Sánchez e Iglesias. Aunque PSOE y Podemos proclamen en plan peronista que con el dinero de ‘los que más tienen’ costearán las necesidades de ‘la gente’, lo cierto es que ‘la gente’ va a sufrir tremendamente con las políticas de estos populistas patrañeros.

Repárese sin ir más lejos en la guerra contra el coche. Socialistas y podemitas quieren amargar y saquear a los conductores, esto es, a 26 millones de españoles; especialmente a los que poseen un vehículo diésel, que encima están siendo víctimas de una criminalización nauseabunda. Los socialcomunistas quieren implantar peajes en las autovías y asfixiar fiscalmente a los propietarios de los utilitarios más viejos, que, a diferencia de Sánchez e Iglesias, no se cuentan entre el 5% de la población más acaudalada. Y tienen la desfachatez de presentarse como los portavoces de los que menos tienen... En fin, de no creer si no se les conociera ya de sobra, a estos hipócritas.

La titular del orwelliano Ministerio de Transición Ecológica, Teresa Ribera, ha puesto en su diana liberticida a los viajes en avión, excelente medio de transporte que ella por supuesto no va a dejar de utilizar. Lo que quiere, como socialcomunista paradigmática que es, es que dejen de utilizarlos los demás, especialmente la plebe, que es la que más tiene que agradecer la universalización de esta clase de transporte y la existencia de líneas low cost.

Qué decir del revolucionario por cuenta ajena Alberto Garzón, ministro de Consumo que por desgracia no padece la vida miserable que se sufre en su gran referente en punto a consumo: la Cuba comunista del sanguinario clan Castro y sus secuaces. El acaudalado comunista que se permite lunas de miel de ensueño en la supercapitalista Nueva Zelanda pretende crujir al sector de la comida rápida y los ultraprocesados para que quienes no tienen su inmerecedísima suerte, los más pobres, paguen mucho más por satisfacer una de las necesidades más primarias.

El último frente que ha abierto esta yunta de hipócritas de la peor especie es el de las grandes superficies. En el más puro estilo chavista, Pedro Sánchez ha cargado contra los distribuidores por "bajar y bajar los precios", mientras que su secuaz de Agricultura se ha manifestado preocupado por "la espiral de rebajas" en el sector de los alimentos. Verdaderamente estupefaciente, lo de esta izquierda indignada por que a 'la gente' le resulte barato alimentarse...

Las políticas de PSOE y Podemos no pueden conducir más que a la carestía y a la miseria; y a la opresión, pues necesariamente han de basarse en intromisiones formidables en las libertades económicas y sociales. Una opresión buscada, no tiene nada de daño colateral o consecuencia imprevista: esta izquierda es raigalmente totalitaria y por eso busca una transformación radical de la sociedad y de su orden de libertad.

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