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EDITORIAL

La prioridad de Sánchez

La gestión de Sánchez no está enfocada en sofocar la doble crisis que sufrimos, sanitaria y económica, sino en mantener el poder a toda costa.

No hay duda. España es el peor país del mundo desarrollado en gestión del Coronavirus. Tanto en la crisis sanitaria como en la económica, que amenaza ya con arrasar el tejido productivo. Esta semana la OCDE certificaba que España había sufrido la peor caída del PIB de todos los países desarrollados durante el primer semestre del año con una caída del 22,7%. Un desplome mucho más pronunciado que el de otros países europeos como como Noruega, Lituania o Finlandia que se han dejado entre un 6,7% y un 5%.

Pero que hayamos perdido casi un cuarto de la riqueza nacional no es de extrañar si sabemos que un cuarto de nuestras empresas está en quiebra técnica (con patrimonio neto negativo), como estima el Banco de España, que sólo trabaja en España un tercio de la población, como reflejaba la EPA del segundo trimestre, o que la joya de la corona de nuestro sistema productivo, el turismo, está en estado comatoso, con una caída de volumen de negocio en las agencias de viajes del 95%, una caída del 75% de las pernoctaciones y una destrucción de empleo que supera los 300.000 puestos de trabajo, según hemos conocido esta misma semana.

Ahora, cuando el impacto de la crisis económica ya se deja sentir y amenaza con quebrar nuestra economía productiva, la nefasta gestión de la crisis sanitaria por parte del Ejecutivo dispara los temores a un nuevo encierro. Unos temores que no se han disipado con el anuncio de la vuelta al cole, ya que el Gobierno no ha dejado claro aspectos esenciales como en qué momento los contagios en un centro van a obligar a su cierre. Millones de familias en España siguen con incertidumbre un arranque del curso escolar caótico y sin alternativa. Mientras, el volumen de contagios se multiplica, crece el número de fallecidos y aumenta -aunque más lentamente- la presión hospitalaria.

Y ante esta situación ¿qué hace el Gobierno? Propaganda. La prioridad de Sánchez no es recuperar la economía, ni el turismo, ni los empleos, ni la actividad. Tampoco lo es frenar los contagios del virus, garantizar una vuelta al colegio segura o dotar de mayores capacidades a los hospitales. La prioridad de Sánchez esta semana es aprobar los Presupuestos Generales del Estado que le permitan completar una legislatura que, como ya ha dicho más de una vez en sede parlamentaria a modo de amenaza, "será larga".

Cuando empezamos a hablar formalmente de segunda ola del virus, Sánchez se lavaba las manos tras sus vacaciones al ceder toda la responsabilidad a las Comunidades Autónomas para que, si quieren, pidan el Estado de Alarma. Cuando la OCDE nos señalaba como el país con peor saldo económico del mundo desarrollado, Calviño hablaba de "recuperación vigorosa" y "en V asimétrica". Cuando ha sido evidente que el Gobierno no tiene ningún plan para el arranque del curso escolar -que también delega en las Comunidades Autónomas- Sánchez anuncia que piensa endosarle a empresarios y agentes sociales una conferencia con eslógan podemita: "España Puede: Recuperación, Transformación, Resiliencia". ¿El objetivo? Una foto que presione a Pablo Casado, con quien se reunirá un día después, para que no obstaculice la aprobación de los Presupuestos.

Todas las medidas que toma el Ejecutivo, tanto en el ámbito sanitario como en el económico, han sido reactivas, no preventivas, y con un objetivo claro: mantenerse en el poder. Todavía está por ver que el Gobierno decida fijarse en los países que mejor lo han hecho en esta pandemia para mantener a raya el virus y evitar una hecatombe económica (como por ejemplo Corea del Sur). Eso sí, en propaganda y estrategia de poder, Sánchez y Redondo no tienen rival.

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