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José T. Raga

Finalmente, se han enterado

¿Para cuándo una política pro empleo?

Parece que es así, aunque más de uno de los que nos gobiernan seguirá manteniendo sus demagógicos principios. Debe de ser por aquello de sostenella y no enmendalla; principio para necios, que son los más.

En el Programa de Estabilidad remitido por el Gobierno a la Comisión Europea dice sentirse preocupado por la evolución de la creación de empleo en nuestro país. No lo creo. No es que la creación de empleo sea preocupante, eso vendrá después, sino que lo verdaderamente alarmante es la destrucción de empleo, que está alcanzando cotas que sólo los socialistas pueden conseguir.

Uno no puede menos de recordar las cifras de desempleo durante los Gobiernos del presidente Rodríguez Zapatero, porque dar el salto atrás a González Márquez es pedir demasiada memoria. Además, éste tuvo acciones brillantes en beneficio de España, que podrían disculpar carencias en un momento en que un Gobierno socialista tenía que justificarse a sí mismo por su novedad.

Rodríguez Zapatero atribuyó el volumen de paro a la crisis financiera, cuando, bien entrada la crisis, dijo del sistema financiero español que jugaba en la Champions por su solidez y solvencia. El presidente Sánchez sitúa la responsabilidad del deterioro de nuestra economía en la pandemia que ha aquejado a la población y, consecuentemente, al crecimiento económico.

En mi opinión, ni lo uno ni lo otro. Tanto la crisis financiera como la pandemia existieron y existen en muchos países, cuando las grandes diferencias económicas de sus consecuencias hay que atribuirlas a la gestión, de entonces y de ahora, por parte de los respectivos Gobiernos.

Pues bien, todo el engreído incienso que se ha tributado el presidente Sánchez a la mínima ocasión –increíbles presupuestos, documentos para Bruselas, planes de recuperación…– no pasaba de ser papel mojado y, como era de prever, le ha estallado en las manos.

Ni el crecimiento del PIB, ni el del empleo, ni el déficit público ni el endeudamiento han cumplido las previsiones del Gobierno. Se le había avisado por activa y por pasiva, pero él, revestido de Presidencia, no podía admitirlo.

En el primer trimestre el PIB ha disminuido un 0,5%, cuando, según los Presupuestos, debería crecer en el año un 9,8%; imposible, con semejante comienzo. Dejémoslo en el entorno del 4,0%, y gracias.

El paro se sitúa en los cuatro millones, más 675.000 encasillados en los ERTE. La ocupación ha disminuido en 137.000 personas gracias al aumento del empleo público (18.000), pues la caída en el sector privado ha sido de 155.800 personas. En los últimos 12 meses la desocupación de privados ha alcanzado los 624.000, mientras que la ocupación en el sector público ha sido de 149.000.

Señor presidente, señora ministra de trabajo: estos son todos sus frutos. ¿Para cuándo una política pro empleo? Ya sé; para eso se requiere más humildad. Sigan con su ideología, pero no pidan peras al olmo y, de una vez, no mientan.

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