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José T. Raga

¿Tan largo me lo fiáis?

Los parados oficiales, más los que están en ERE y en ERTE, conforman ya una muchedumbre, y usted promete crear un millón de puestos de trabajo para jóvenes. ¿Alguien puede creerle?

La brevedad y la precisión le han hecho destacar entre los refranes comúnmente usados por la sociedad para mostrar su escepticismo o desconfianza ante promesas y grandes objetivos sin respaldo, y careciendo de credibilidad quien promete.

Tal expresión la encontramos ya usada en el Siglo de Oro por Tirso de Molina en El burlador de Sevilla, cuando Don Juan, advertido por Diego, "castigo ha de haber para los que profanáis su nombre… que es juez fuerte Dios en la muerte", responde: "¿En la muerte? ¿Tan largo me lo fiáis?".

Con anterioridad la encontramos en Miguel de Cervantes, El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, incorporando a la misma su destinatario: "¡Cuán largo me lo fiáis, amigo Sancho!", mostrándole al escudero la fragilidad de los sueños y los vaivenes del destino.

El presidente del Gobierno, acostumbrado a no cumplir con lo que promete a corto plazo, se ha permitido anunciarnos un plan España 2050. ¿Es una broma? De serlo, es de muy mal gusto.

Muchos españoles viven angustiados por el hoy y, desde luego, ni siquiera vislumbran el mañana. Que el presidente les hable de 2050 sólo puede interpretarse como una tomadura de pelo. Y la respuesta, como la de Keynes: dentro de cien años, todos muertos.

Bromas aparte, sería la primera vez que quien ha mostrado incapacidad en resolver problemas a corto plazo presuma de capacidad para gestionar los del largo plazo.

El problema es aún más grave si consideramos que no sólo el presidente ha sido incapaz en el corto plazo, sino que eso que llama Gobierno, y que no pasa de ser un galimatías ideológico, es también un órgano estéril.

¿De verdad aspira usted a que siquiera escuchemos lo que planee para la España de 2050? Bien sabe Dios que no deseo mal alguno para nadie, tampoco para usted, pero ¿acaso piensa seguir siendo presidente en la fecha a la que refiere su plan? Si no es por otra causa, hágalo por caridad: el pueblo le estará agradecido.

¿O es que quiere, como alguien que yo conocí –usted apenas había cumplido los tres años–, dejarlo todo atado y bien atado? Pues lo atado se desató en un santiamén. ¿No le dice nada la historia de lo ocurrido en su propio país?

No ha cumplido todavía tres años en la Presidencia y ha dejado España y la economía española que no las reconoce ni la madre que las concibió. ¿No le importa quién y cómo va a pagar la astronómica deuda que usted está generando, sin parangón en épocas recientes?

Los parados oficiales, más los que están en ERE y en ERTE, conforman ya una muchedumbre, y usted promete crear un millón de puestos de trabajo para jóvenes. ¿Alguien puede creerle?

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