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EDITORIAL

Argentina, venezuelizada y España, argentinizada

Con los niveles históricos de gasto público, deuda, impuestos y número de funcionarios que ha alcanzado el Gobierno de Pedro Sánchez, el camino hacia la argentinización de España no deja de acortarse.

No es ningún secreto que buena parte del Gobierno idolatra al modelo chavista-peronista. Antes de su gran salto a la política, las alabanzas de Iglesias y sus secuaces a la Venezuela chavista, la Cuba castrista o la Argentina peronista eran incesables en cualquier asamblea o tertulia que se les pusiera por delante. Todo cambió en cuanto vieron oportunidad de alcanzar el poder. Entonces, Iglesias, Errejón o Monedero empezaron a maquillar sus discursos, a ocultar su perfil y hasta se atrevieron a colocarse la falsa careta de la socialdemocracia. Sánchez, perfecto conocedor de tan burdo engaño, no tuvo ningún reparo en hacer sitio a Podemos en el Gobierno, lo que les ha permitido llevar a cabo las políticas más intervencionistas y liberticidas de la historia de la democracia.

Por eso, que hace poco Irene Montero pusiera a Argentina como "ejemplo" de país "que no deja a nadie atrás" y que "se pone del lado de la gente" no cogió a nadie por sorpresa. Tener como referente a una economía devastada y sumida en una crisis perpetua, lo único que demuestra es que las totalitarias políticas de Podemos a donde pretenden conducir es a la carestía y a la miseria. Y todo con el beneplácito del PSOE.

En 2019, la victoria de Alberto Fernández en las elecciones presidenciales argentinas llenó de gozo tanto al régimen venezolano de Nicolás Maduro como a Podemos, cuyos miembros no dudaron en realizar entusiastas felicitaciones al peronista.

Desde la vuelta del kirchnerismo, la economía argentina ha ido de mal en peor. El último mazazo para sus finanzas ha sucedido hace unos días, cuando la calificadora de riesgo Morgan Stanley Capital International (MSCI) decidió dejar de considerar a Argentina como una "economía emergente" y la degradó hasta la peor nota posible: la de "standalone". En el que fuera uno de los países más ricos del mundo en los años 20, no cabe más humillación que haber acabado en el pelotón de los subdesarrollados, junto a Jamaica, Botsuana o Zimbabue.

Este hundimiento de la nota implica fulminar a Argentina del del mapa económico y de la inversión internacional. Si ya era arriesgado invertir un solo euro en este territorio, ahora, las posibilidades de perderlo todo se disparan. Y lo que es peor, para los sátrapas del kirchnerismo es motivo de orgullo que una agencia calificadora capitalista critique sus políticas, porque ya dice la marcha peronista que lo que hay que hacer "es combatir el capital".

Al capitalismo se le combate con un gasto público desmedido, con impuestos asfixiantes, con Estados sobredimensionados, manipulando la moneda, con intervenciones salvajes y secuestrando la propiedad privada y la Justicia. Esa es justo la receta de Argentina, cuya fórmula ha dado como resultado que, a día de hoy, el 45% de su población se encuentra atrapada en la pobreza … Y subiendo.

Este país a la deriva, ahogado por la inflación y que va camino de la venezuelización, es el reflejo en el que se miran PSOE y Podemos para aplicar unas políticas que son la antítesis de la libertad. La única esperanza para España es que al formar parte de la UE y no poder tomar decisiones de política monetaria, la riqueza de los españoles no puede ser saqueada de la misma manera que la de los argentinos. Pero con los niveles históricos de gasto público, deuda, impuestos y número de funcionarios que ha alcanzado el Gobierno de Pedro Sánchez el camino hacia la argentinización de España no deja de acortarse. Como en Argentina, no va a haber clase media ni sector empresarial capaz de asumir semejante amenaza. Si no queremos cosechar los mismos resultados que Argentina, no imitemos a Argentina.

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