Cuando nos preguntamos qué es la inteligencia artificial (IA) solemos pensar en películas o libros de ciencia ficción. Pensamos en robots humanoides capaces de pensar por si mismos. Sin embargo, el desarrollo de la IA está más cerca de lo que pensamos. Tanto que convivimos con ella todos los días. Son muchos los recursos dedicados a investigación en I+d+i y muchos los avances logrados en IA.
En un estudio reciente de la Universidad de Bristol (Reino Unido) se ha analizado la aplicación de la IA en las conocidas como industrias creativas, es decir, aquellas que producen, promocionan y difunden bienes y servicios creativos y culturales, donde se encuentran plataformas mundialmente conocidas como Amazon, Netflix o Google. Gracias a procesos de aprendizaje automático y al desarrollo de redes neuronales artificiales, los tipos de aplicación de IA abarcan desde el análisis, extracción y mejora de información hasta la propia creación casi original de contenido.
En este último caso, la IA ya ha sido empleada para, entre otras cosas, la generación de narrativas o guiones literarios, cinematográficos e incluso de videojuegos. Amazon, por ejemplo, lleva desarrollando desde hace años una IA capaz de escribir novelas. Gracias a las posibilidades del big data, tras procesar más de un millón de bestsellers vendidos en la plataforma se generaron mapas de historias y personajes con un importante número de variaciones que permiten conformar varios millones de historias y libros distintos para comercializar, ajustados a los gustos de los usuarios a través, de nuevo, de la IA.
De igual forma, Google ha desarrollado una IA capaz de prestar ayuda a los escritores a la hora de escribir sus propios libros. En experiments.withgoogle.com está disponible un estudio realizado por el buscador que recoge las experiencias de varios escritores que utilizaron las herramientas de IA de Google para escribir sus libros, por ejemplo, autocompletando un texto a partir de la primera y la última línea o generando backgrounds para personajes.
Fuera de la literatura, la IA ya ha tenido usos también en otros ámbitos, como la generación musical, la animación, la realidad virtual o el propio periodismo. Recientemente, GPT-3, una IA creada por la empresa OpenAI —cofundada por el multimillonario Elon Musk—, ha sido reconocida por sus avances en la generación de textos a partir de otras frases o textos. Tal es el progreso de GPT-3 que hace poco menos de un año el diario británico The Guardian solicitó y publicó una columna escrita por esta IA precisamente sobre el posible miedo ante el desarrollo de este tipo de tecnologías.
En cuanto al análisis de información, plataformas tan ampliamente conocidas y utilizadas como Spotify o Netflix también han aplicado la IA en sus servicios a la hora tanto de analizar sus productos y anuncios como de realizar sus recomendaciones de consumo.
Concretamente, la IA no solo determina las recomendaciones de Netflix —el famoso algoritmo—, sino también sus producciones de series o películas originales en base a la información disponible para las recomendaciones. Así, confecciona esquemas a partir de los distintos títulos y de su audiencia, incluso por países, para enlazar sus productos en la plataforma en función de los gustos del usuario y para adaptar el género y la historia de sus producciones.
Otra de las aplicaciones de la IA en el análisis de información son los asistentes virtuales como Siri, de Apple, o Alexa, de Amazon. Estos, entre otras cosas, gestionan horarios y correos electrónicos, responden preguntas sobre la previsión meteorológica o la actualidad y realizan recomendaciones de música, películas e incluso lugares a partir de la información a la que acceden a través de canales digitales.
Como cualquier innovación tecnológica, los avances en IA facilitan, acortan, precisan y abaratan procesos con aplicaciones sociales y comerciales, y la IA en concreto es una de las tecnologías que está desarrollándose más rápidamente. Pese a todo, la previsión es que, aunque irá extendiéndose, la aplicación creativa de IA no podrá reemplazar la creatividad humana en un futuro próximo, pero tal vez sí aumentarla, y teniendo siempre en cuenta las cuestiones éticas y sociales detrás de esta tecnología. Quién sabe qué podrá llegar a conseguirse gracias a ella.