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José Rodríguez Cuadrado

¿Están educando a nuestros hijos para que no tengan iniciativa?

Es vital que nuestros hijos aprendan a esforzarse, a asumir riesgos, a tener iniciativa y deben conocer cómo funciona el ahorro y la inversión.

Es vital que nuestros hijos aprendan a esforzarse, a asumir riesgos, a tener iniciativa y deben conocer cómo funciona el ahorro y la inversión.
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"Están educando a mis hijos en la idea de que el Estado les resolverá los problemas y no les inculcan la responsabilidad individual", me comentaba un amigo en relación a que el colegio privado donde estudian sus hijos está constantemente con la Agenda 2030. Entiendo que estaba enfurecido porque resuena en su memoria la frase del Foro Económico Mundial: "No tendrás nada y serás feliz". Esta era la primera predicción para 2030 del Foro de Davos que también profetizaba otras calamidades con sentencias como "Comerás menos carne" y "Migrarán 1.000 millones de personas". Un futuro que ya no nos parece distópico viendo las noticias de los últimos meses en España. Tengo los mismos miedos que mi amigo porque este no es un futuro halagüeño para nuestros hijos.

La Agenda 2030 tiene 17 eslóganes que convencen casi a cualquiera. ¿Quién no está a favor del décimo objetivo "Reducción de las desigualdades" o del segundo "Hambre cero"? Pero el diablo está en los detalles. La cuestión es cómo se miden y cómo se consiguen esos objetivos. No hay que pensar mucho para concluir que las desigualdades disminuirían en un país en el caso de que todos fueran pobres. Si todo el mundo dependiese del Ingreso Mínimo Vital en España, sería un mundo más equitativo, pero sería un mundo peor.

El ingenio humano no tiene límites y la historia demuestra cómo hemos mejorado las condiciones económicas de todos los ciudadanos a base de premiar a aquellos que han logrado mejoras para nuestra sociedad. Esos avances requieren de mucho esfuerzo e inversión. Sin embargo, ¿quién va a esforzarse en montar un negocio si no logra unos beneficios que merezcan la pena? Para montar una empresa primero hay que ahorrar, es decir, renunciar a comprar lo que a uno le apetece para poder invertirlo. Segundo hay que asumir riesgos, posiblemente endeudándose, y por último hay que trabajar sin descanso para que ésta salga adelante. Esto solo lo harán nuestros hijos si ven que los beneficios merecen la pena. Nadie se embarcará en un proyecto así si al final gana un salario semejante a aquel que trabaja para otro. Para que nuestra sociedad se desarrolle son necesarias personas que se atrevan, son necesarios valientes que comiencen negocios.

Un negocio tiene éxito si vende algo que las personas quieren al precio que estas están dispuestas a pagar. A muchos se les olvida porque se ha extendido en España la idea de que las empresas solo están para explotar a los trabajadores. Así se repitió cuando se expulsó de nuestro país a las empresas de ciclistas mensajeros.

Cualquiera de nosotros compra un producto cuando salimos beneficiados. Nadie compra obligado y cualquiera podría montar un negocio para cubrir necesidades que no estén cubiertas. No obstante, la queja, nuestro deporte nacional, no hace sino aflorar en una gran parte de la población cuando mascullan "cómo se aprovechan". Ese que protesta no está dispuesto ni a invertir, ni a jugársela, ni a trabajar duro. Quiere las cosas fáciles y que se lo den hecho. Pero si todos fueran como él nadie invertiría y no habría nuevos negocios que vendiesen productos que las personas estemos dispuestos a comprar. No debemos pensar solo en grandes innovaciones que mejoraron la vida de muchas personas como las lentillas o la fregona. Podemos también pensar en el negocio de barrio que nos permite no tener que desplazarnos para comprar.

Este mes ha aparecido la noticia de que, en San Pedro de Manrique, un pueblo soriano, no hay paro y la población crece frente al invierno demográfico que vive su provincia. Esto es solo debido a una empresa de embutidos que da empleo a 190 personas de los 650 habitantes. Si los dueños de la empresa no hubieran dado el paso ese pueblo estaría vacío, pero para dar el paso el éxito debe merecer la pena frente a los riesgos porque el 70% de las empresas que se montan en España no cumplen los 5 años. Si no educamos con perspectiva a nuestros hijos, nuestra sociedad se hundirá y ellos serán siempre dependientes. Esta es la tesis central de Acemoglu y Robinson en su libro Por qué fracasan los países donde defienden que cuando las instituciones económicas tienden a la concentración de riqueza y el poder en manos de una pequeña élite se acaba generando estancamiento y pobreza. Esto lo demuestran con sus estudios históricos de países y España es también hoy un ejemplo porque los derechos de propiedad están retrocediendo (okupas), la fiscalidad está aumentando y el acceso a la financiación es cada vez menor (por la inestabilidad laboral juvenil). Estas tres causas forman un círculo vicioso que no dejará de progresemos y ejemplo de ello es la reciente clasificación de España como democracia defectuosa por parte del Economist.

"Enseña finanzas a tus hijos" es el octavo paso que divulgo en el camino para ser libre económicamente en mi libro Si no llegas a fin de mes es porque no quieres. Por ello es importante que combatamos en nuestras casas el actual mantra de la Agenda 2030 que reciben tus hijos de que papá Estado hará el paraíso en la Tierra. Recordemos que el 42% de los españoles no sabe lo que es la inflación, y por tanto seguirá creyendo que la riqueza se crea imprimiendo dinero.

El actual Estado solo quiere satisfacer a tus hijos con paguitas para que se alienen y que no aspiren a nada más que malvivir. Es vital que nuestros hijos aprendan a esforzarse, a asumir riesgos, a tener iniciativa y deben conocer cómo funciona el ahorro y la inversión. Recuerda, antes de abandonar la educación de tus hijos en la escuela, que muchos de los profesores no han investigado más allá de los 17 títulos de la Agenda y simplemente repetirán como lluvia fina que el Estado solucionará los problemas, y los profesores lo harán al no ser capaces de profundizar porque son ellos mismos víctimas de este pervertido sistema.

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