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Dos emprendedores que lo dejaron todo para fabricar sombreros clásicos como en el siglo XIX

Una pareja de emprendedores lo dejó todo para meterse de lleno en el mundo de los sombreros artesanos clásicos.

Una pareja de emprendedores lo dejó todo para meterse de lleno en el mundo de los sombreros artesanos clásicos.
El taller de Madrid donde se fabrican sombreros clásicos solo con técnicas y herramientas del pasado

Fue en la Antigua Grecia, varios siglos antes de Cristo, donde se empezó a utilizar el sombrero de forma habitual aunque como parte del atuendo de trabajo y no por un motivo estético, para evitar largas horas bajo un intenso sol o para protegerse de la lluvia. La historia de los sombreros en España está ligada también a la historia de las ciudades o de los pueblos y su folklore, desde el sombrero alcarreño, al cordobés, pasando por el charro.

En varias ciudades españolas aún sobreviven algunas tiendas y talleres que mantienen ese legado de la época dorada del sombrero, como la sombrerería Medrano en Madrid, fundada en 1832, la Casa Ponsol en San Sebastián, fundada en 1838, o La Favorita, también en Madrid y fundada en 1894. En esta última se cuenta que el propio Che Guevara compró su famosa boina. Estas son algunos ejemplos que perduran después de tanto tiempo y del paso de modas y tendencias.

El gremio de los sombreros no sólo vive de estos antiguos establecimientos que han sobrevivido de generación en generación siendo testigos de la Historia. En pleno centro de Madrid, frente a la concurrida estación de Atocha, se encuentra Maleza HatMakers, un nuevo taller de sombrerería que parece anclado en el siglo XIX, donde una joven pareja de emprendedores han dejado atrás sus anteriores vidas para elaborar, a mano, sombreros clásicos contemporáneos. Ellos son Myrte Sara Huyts, holandesa, y Javier Reta, español. Dos autodidactas que desde hace cinco años dedican su tiempo a este oficio, gracias a sus herramientas de trabajo recuperadas y restauradas de esa época dorada de la sombrerería.

Myrte dejó su carrera en la literatura por su pasión sombrerera y Javier apartó el estrés de su anterior trabajo como diseñador para dedicarse en cuerpo y alma a crear y fabricar sombreros. "Todo empezó investigando cómo adaptar un sombrero que no era de mi talla, curioseando sobre los materiales, el vapor… algo que empezó siendo un hobby y que ahora se ha convertido en nuestro oficio", comenta Javier.

Entrar en su casa-taller es trasladarse a través de los sentidos dos siglos atrás en el tiempo: el olor, el ambiente, la luz o incluso el color de la sala, recuerdan otra época sin modernidades ni teléfonos móviles, algo que añade valor y carácter genuino a esta empresa.

Como los antiguos artesanos gremiales de la Europa medieval, esta pareja española holandesa afincada en Madrid ha conseguido salir adelante elaborando sombreros, desde cero, y lo que es más complicado, valiéndose de las técnicas y herramientas que se utilizaban en el siglo XIX. "Nos encontramos mucho material mal restaurado", cuenta Javier, en referencia a varios de sus artilugios que han tenido que ir comprando a través de internet, rebuscándolos en viejos almacenes o rescatándolos del armario de los herederos de antiguos fabricantes de sombreros.

Todo el proceso de producción de sombreros se centraliza en su pequeño taller artesanal. Después de comprar los materiales comienza un laborioso trabajo en fases que puede durar varios días para cada pieza. En cuanto al tipo de materiales que utilizan Javier y Myrte: fibras vegetales, lana o de otros sombreros reciclados. "Un 80% de nuestra producción viene de fieltro antiguo, aunque ahora mismo hay muchos problemas de abastecimiento, porque incluso varios proveedores estaban en Ucrania", comenta con un tono de preocupación Javier. "Aunque nos lleva mucho tiempo desarmar estos sombreros antiguos, de 1920-80, el material y los colores que encontramos son increíbles".

En este sentido afirman trabajar mucho con proveedores franceses y europeos. "Hemos encontrado una pequeña cooperativa muy buena en Francia y ha vuelto a funcionar con ovejas merinas de Arlés y fieltro de lana de oveja y es de mucha calidad" detalla Myrte y Javier añade que "en España había una industria muy importante de fieltro pero se ha perdido y ha pasado a Portugal".

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Los sombrereros probando una de sus herramientas. | David Alonso


Proceso de elaboración

Todos los sombreros están fabricados a mano, de forma artesanal, y con herramientas precisas y muy antiguas. Un proceso de elaboración que podría recordar a una experiencia espiritual, una simbiosis entre los materiales, la técnica, el arte y los humanos.

"Nos gusta poner nombres a las herramientas con las que trabajamos. Por eso, nuestra máquina de coser se llama 'Maricarmen', y utilizamos una máquina de estampar en caliente apodada 'Paquita' para estampar nuestro logotipo en muñequeras bardanas inferiores y forros", comentan mientras explican el proceso.

Según relatan, la mayoría de sus herramientas y artilugios extraños para sombreros proceden de un sombrerero de Tomelloso, un pequeño pueblo a casi 200 kilómetros de Madrid, en Castilla La Mancha. Incluso poseen un curioso aparato conformador del siglo XIX para medir la forma de la cabeza (procedente de la frenología), que ellos utilizan para adaptar la horma del sombrero.

Esta pareja de sombrereros internacional asegura que su taller "no es solo lugar de creación y juego, sino también la unión entre artesano y cliente, un espacio abierto (con cita previa) para que los invitados puedan participar en el proceso de producción".

La materia prima, la tela y el fieltro, son cuidados por estos artesanos como si de oro o diamantes se tratase. La tocan, la tratan y la manipulan con un cuidado exquisito, similar al tacto que podría tener un relojero con las piezas más pequeñas del engranaje de un reloj de lujo. Desde que llega al taller, la tela o capelina, pasa por varias fases. Debe ser engomada para que coja algo de forma y dureza, humedecida, teñida y luego secada. Y, por supuesto, vaporizada para darle la forma precisa en cada caso. Al finalizar el trabajo se planchan y se lijan las alas, a mano y con mucho cuidado. Y por último se aplica de nuevo otro baño de vapor para asentarlo todo.

En cuanto a la venta de sus piezas, la empresa tiene venta online y ediciones limitadas en tiendas concept store, y sobre todo trabaja con sombreros a medida, "el cliente elige y le medimos para estar seguros de su talla". También "viene mucha gente que quiere algo más curioso y adaptado a la forma de vestir. Hemos diseñado un sombrero que se dobla y se puede meter en la maleta, hacemos un tipo de sombrero que puedes maltratar directamente", aseguran.

Expectativas futuras

Javier cree que el mundillo del sombrero tiene futuro y que se empieza a valorar la parte artesana del producto, "cuando uno aprende parte del clásico, de la tradición, luego ya vas encontrando tu propio estilo, te basas en lo clásico y lo llevas a tu terreno. Somos como los hermanos Roca (los cocineros), metidos en la cocina de su madre, con productos de la tierra. En nuestro taller es un poco eso, un estilo clásico y basándonos en la tradición sombrerera con las herramientas de otra época y nada de modernidades", es decir, "somos tradicionales en el proceso, pero somos modernos en el resultado", matizan.

Según Javier y Myrte "se puede vivir de hacer sombreros", aunque el crecimiento es lento. "Lo que queremos es vender fuera de España, donde se ve que se aprecia mucho más la artesanía y el gremio de los sombreros", se queja Javier, aunque que ve con esperanza un futuro prometedor en el pequeño mundo de los sombreros artesanos españoles.

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