El Gobierno quiere que los ciudadanos consuman menos alcohol en los bares y que los propios negocios contribuyan a ello. Así lo refleja el borrador de la nueva Estrategia en Salud Cardiovascular del sistema sanitario español. Este documento lleva circulando desde esta mañana y pretende cercar al vino o a la cerveza que comercializan los hosteleros con la excusa de mejorar la salud cardiovascular de los clientes.
El texto, elaborado por el Ministerio de Sanidad, recoge "la necesaria promoción de intervenciones que reduzcan la incidencia y prevalencia de la enfermedad cardiovascular en nuestro país". Entre estas intervenciones, se busca "colaborar con establecimientos de restauración" para que "promuevan la dieta mediterránea como modelo de alimentación cardiosaludable, sin incluir en ella el consumo de alcohol".
En declaraciones a Libre Mercado, el presidente de Hostelería de España, José Luis Yzuel, se muestra "sorprendido" por el documento y ha criticado su contenido, ya que "en este país el nivel de alcoholismo está muy por debajo de otros países". Yzuel ha declarado que "la ingesta de alcohol en el menú, como una copa de vino o dos, ha sido considerado como algo saludable" históricamente.
Inmiscuirse en la vida de ciudadanos
En su afán por inmiscuirse en la vida de ciudadanos y empresas, el Ejecutivo promoverá la obligación de los establecimientos a ofrecer agua del grifo "por defecto" en los menús, algo que los bares y restaurantes ya hacían libremente sin la necesidad de la imposición del Estado. En este sentido, Sanidad ha desmentido que pretenda prohibir el vino o la cerveza en los menús del día como han interpretado algunos medios.
El Gobierno también la ha emprendido contra las máquinas expendedoras. Así, van a regular la presencia y el contenido de alimentos y bebidas en las cafeterías y máquinas expendedoras de las instituciones de la Administración pública y todos los centros educativos, públicos o privados, "de forma que, mayoritariamente, se oferten productos saludables y bebidas libres de alcohol".
Desde Bruselas, también se intentó recientemente subir los impuestos al alcohol e imponer un nuevo etiquetado inspirado en las cajetillas de tabaco con el objetivo de reducir su consumo y luchar contra el cáncer. Como publicó Libre Mercado, el sector del vino español denunció la "criminalización" de su negocio. Finalmente, la medida no salió adelante, pero la regulación cada vez amenaza más a los productos considerados perjudiciales por los políticos.
La carne, las bebidas energéticas -como el Red Bull-, o la bollería también están siendo objeto del hostigamiento del Gobierno.