El precio sigue siendo uno de los aspectos que más disuade a los conductores para no adquirir un vehículo eléctrico. Incluso con las ayudas a la compra de estos automóviles, salen a la venta con un importe un 20 o 30% superior respecto a uno de combustión.
Y si bien es cierto que, en el medio plazo, los costes de combustible y mantenimiento pueden terminar decantando la balanza del lado de los 100% eléctricos, los consumidores suelen acabar apostando por opciones intermedias como los híbridos, por combustibles alternativos como el gas o el hidrógeno, o directamente por los tradicionales diésel y gasolina. Así, según datos de la Agencia Internacional de Energía, los vehículos eléctricos apenas representan aún cerca del 9% de las ventas totales de vehículos a nivel mundial.
No obstante, en los últimos años, se ha venido pronosticando una inminente mejora de la situación competitiva de los eléctricos en base al continuo abaratamiento de las baterías y la mejora de su eficiencia. Gracias a ello, se presumía que los automóviles eléctricos acabarían destronando a la competencia por mera fuerza de mercado. Pero las cosas no están saliendo como se esperaba.
Las baterías, cada vez más caras
Las baterías determinan una parte considerable del precio de los vehículos eléctricos. Y su composición, generalmente en base a metales como el litio o el níquel, las expone ante los bandazos en el precio de estos elementos. Concretamente, el litio de alta pureza ha más que triplicado su precio en los últimos tiempos, mientras que el del níquel, el grafito o el cobalto se ha más que duplicado. Al mismo tiempo, el aluminio, también utilizando en la fabricación de baterías, se sitúa, pese a la reciente corrección, aún muy por encima de la media histórica.
Esta elevación del precio de las commodities supone, por tanto, una reversión en la histórica tendencia a la baja del precio de las baterías. A este respecto, LG, proveedor de Tesla y General Motors, reconoce que las materias primas están suponiendo hasta el 80% de los costos de las baterías.
Esto va a provocar, según expertos consultados por Reuters, que la convergencia de precio con los vehículos de combustión se frene, lo que "podría obstaculizar la adopción más amplia de vehículo eléctrico". De hecho, según Morgan Stanley, los precios de entrada para fabricar un automóvil eléctrico aumentarán en 1.000 dólares solo por el ascenso del níquel.
En agregado, según reporta Bank of America Research, el diferencial de coste de materias primas entre un vehículo eléctrico y uno con motor de combustión se ha elevado hacia máximos históricos, sufriendo los primeros un 140% más de costes.
De entre las causas de este fenómeno destaca especialmente la contracción de la oferta de materia prima proveniente de Rusia. El país produce más del 10% del níquel del mundo, es el cuarto productor de aluminio, el sexto de grafito, el segundo de cobalto y el principal del paladio, también empleado en la fabricación de baterías. En lo que respecta al litio, se trata de un metal cuya demanda se ha disparado en los últimos años impulsada por la creciente fabricación de baterías para dispositivos electrónicos y vehículos. Además, se teme que uno de los mayores yacimientos de este codiciado mineral, situado en Ucrania, acabe bajo dominio ruso.
La reacción de las compañías
Ante este ascenso de costes, las principales compañías fabricantes de vehículos eléctricos se han visto obligadas a trasladar buena parte de los mayores gastos al precio de venta.
Esta capacidad para pasarle las costas al cliente, así como para negociar costes con los proveedores, es, no obstante, mucho mayor en las marcas premium como Tesla. Por su parte, otras pequeñas compañías y startups enfocadas en vehículos eléctricos asequibles, especialmente chinas, están teniendo serios problemas para mantener su márgenes.
Por último, tal y como anunció Libre Mercado, empresas como Tesla, Volkswagen o General Motors se están lanzando a gestionar directamente la minería y refinado de materias primas como el litio.