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José T. Raga

La vulnerabilidad viaja

Todo ha sucumbido a manos de Gobiernos que nunca debieron serlo. 

Los términos vulnerabilidad y vulnerable son los más frecuentes en la España de hoy, aunque conviene adelantar que España, como nación, nada tiene que ver en ello; otra cosa son los españoles, o algunos españoles, a los que se debe la vulnerabilidad de la nación.

Encabeza la lista el propio presidente, que, huyendo del control parlamentario al Gobierno, puso rumbo a Davos, no se sabe bien para qué; porque confiar en lo que dice, incluso en lo que pretende –no necesariamente coincidentes–, es apostar, a buen seguro, a ser engañado, sin piedad ni consideración.

Que la economía española, más aún, España en sus diversas facetas políticas, sociales, económicas, está hecha unos zorros es algo que difícilmente podrá discutirse. Dentro y fuera, personas individuales e instituciones nacionales e internacionales son prolijas en calificativos, en advertencias, en condenas, respecto al comportamiento y los resultados del gobernar español.

¿Y Sánchez? Como siempre: con sus promesas, sus vaticinios gloriosos, sus viajes a lo largo y ancho del universo mundo, tratando de vender ni siquiera sabe qué, y constatando, a poco que observe, que el comprador mira hacia otro lado.

Tampoco es de extrañar. Son varios los pasajes de la Biblia en los que se nos advierte de este tipo de vendedores, que nada real pueden ofrecernos. Recordemos a San Mateo cuando afirma: "Surgirán falsos mesías y falsos profetas, y harán signos y portentos, para engañar… incluso a los elegidos" (Mat, 24-24).

Cuando llega a producirse el engaño, también en los elegidos, la perturbación del orden natural está garantizada: el orden del bien y el mal, el orden de lo verdadero y lo falso, el orden entre el ser y el deber ser, el orden entre lo permanente y lo efímero… Todo concluye en una gran confusión, para sufrimiento de la población.

Su visión es tan estrecha y cortoplacista que todo lo reduce a dinero; al que vendrá de Europa, que debería condicionarse a logros, no a promesas, para evitar despilfarros. ¿Es que acaso existe un mercado de presidentes del Gobierno, y a qué precio cotizan?

Hay cosas que no se compran con dinero: el desbarajuste, la contradicción, la inseguridad, la frivolidad, en definitiva, las políticas de Sánchez. O sea: ignorancia, autoritarismo, infidelidad a promesas, incluso a normas, a obligaciones…

En Davos, donde alguien pudo escucharle, lo que sí han dicho es que ha pretendido encantar a Intel con 11.000 millones que le darán en Europa para que produzca chips en España, cuando ni se había considerado tal posibilidad.

La propuesta, suponiendo que la hiciera, tiene un sustrato de muchísimo peligro. ¡Destrozamos definitivamente el mercado! Y sin él, qué razón tiene el empresario de verdad. ¿Dónde quedaron, Schumpeter, Knight, Kirzner…? Todo ha sucumbido a manos de Gobiernos que nunca debieron serlo.

Resulta que ahora las inversiones en una empresa, la misma iniciativa empresarial, tienen que esperar a conocer la cuantía de la subvención. Pues mal, muy mal: ellos eran la única esperanza racional.

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