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Maestros del tiempo, el centenario oficio de relojeros clásicos que perdura en Madrid

En la Relojería Santolaya parece no haber pasado el tiempo después de seis generaciones de relojeros cuyo oficio más que un trabajo es una pasión

En la Relojería Santolaya parece no haber pasado el tiempo después de seis generaciones de relojeros cuyo oficio más que un trabajo es una pasión
El singular oficio de maestro de relojes de época en Madrid

Tic tac, tic tac, el característico sonido de los relojes es la melodía de fondo en el interior de la centenaria casa taller Santolaya, en pleno centro de Madrid, uno de esos comercios por los que no ha pasado el tiempo desde hace décadas, aunque su labor es la de ser precisos con el tiempo. Su fachada, su letrero y su pequeño escaparate mostrando algunas piezas anticipan lo que en su interior se guarda y se arregla con el esmero y la profesionalidad de un trabajo centenario, heredado de generación en generación que más que un oficio es una pasión, la pasión por el tiempo.

Especializaos en relojería de época, del siglo XVI al XIX, casi todos los relojes con los que trabajan son mecánicos o relojes astronómicos, de pared o clásicos. Un repertorio de máquinas bien engrasadas, algunas ya de tres o cuatro siglos, que han visto pasar la historia familiar de sus propios dueños generación tras generación y la propia historia de España. De hecho las piezas con las que trabajan padre e hija, casi siempre por encargo, no es posible encontrarlas en ninguna fábrica del mundo ya que casi todos los relajes son distintos, únicos. En su momento cada relojero buscaba mayor precisión, un diseño diferente y construían sus piezas según sus propios criterios, por eso, asegura Manuel, "nunca ha habido manuales ni repuestos ni nada, Yo he aprendido de mi padre, mi padre de su padre, y mi hija aprendió en el taller y a través de cursos de relojería fina".

La saga de maestros relojeros comenzó con Bonifacio Santolaya en la zona de La Rioja, hace ya seis generaciones y aún perdura en Madrid , desde que en 1954 abrió la tienda de la calle Murillo 8. En aquellos tiempos, tras la hora del cierre, era frecuente la reunión de coleccionistas y amantes de los relojes en la pequeña trastienda del local para charlar sobre sus últimas adquisiciones o descubrimientos. Un oficio que se aprendía en casa y se transmitía de padres a hijos. " La antigua relojería eran ocho hermanos que prácticamente todos se criaban en el taller y mamaban el oficio", relata Manuel, actual referente madrileño de la casa de maestros relojeros.

Cuando nació Manuel Santolaya, actual gerente de la relojería, desde pequeño rondaba por el taller jugueteando con aquellas máquinas tan complicadas que hacían tictac en las que trabajaba su padre. Manuel no solo trabaja en su tienda taller, junto a su hija, Aránzazu Santolaya que asegura el legado y el oficio, en 1982 ganó por oposición una plaza en el Taller de Relojes y Autómatas de Patrimonio Nacional (una de las colecciones más importantes del mundo, con más de setecientas piezas) , estando desde el primer momento al cargo de las piezas más complejas de la colección y actualmente como encargado de los talleres del Palacio Real, además de tener la confianza de otras familias nobiliarias españolas como la Casa De Alba.

El valor de estos relojes no se cuantifica por su longevidad o su estética, "son catalogamos por el trabajo que conlleva repararlo". Algunos son heredados de abuelos a padres y a hijos y el valor que tiene es sentimental, por ejemplo, cuando una vez se encontró la foto de un antiguo familiar en el interior del mecanismo y el cliente no lo sabía. "En la casa hay algún reloj con el que ha trabajado mi abuelo, mi padre y luego yo", asegura Manuel, que ve en su hija el relevo generacional que asegura el oficio en este pequeño negocio de Madrid.

Preguntado por la historia de la relojería clásica en el mundo, Manuel recuerda que a nivel europeo los ingleses son el referente y siempre lo fueron ya que la relojería inglesa es la madre de la relojería de pared. "El grueso de la corte española tiene relojes a gusto de la relojería francesa", confirma, por la influencia de las monarquías del país vecino. Como curiosidad son los chinos los que tienen en la Ciudad Prohibida, la colección más grande del mundo de relojes de época ya que estuvieron bajo dominio inglés y esto coincidió con el desarrollo de la relojería inglesa, siglo XVII.

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