Es curioso que, sabiendo como sabemos que alrededor del 90% de los incendios forestales son provocados por el hombre, sea de fomra intencionada o accidental, la izquierda política y mediática se haya lanzado un verano más a vincular los fuegos que están afectando a diversas provincias españolas con su tradicional discurso apocalíptico en materia medioambiental y climática.
A lo largo del año 2020, último con datos cerrados, la Fiscalía del Estado investigó más de 3.300 incendios forestales y, en aquellos casos en que las pesquisas dieron frutos, procedió a la detención de 440 presuntos pirómanos. Estas cifras han obligado a la reflexión a organizaciones ecologistas como Greenpeace, que admitió recientemente que el grueso de las quemas se dan por este motivo, bien por acciones decididamente delictivas, bien por errores que tienen esta triste consecuencia.
Pero a la izquierda española no le importan los datos, como tampoco parecen preocuparle mucho las soluciones que ofrecen quienes mejor conocen el medio rural. Y, como bien dijo Miguel del Pino, "los mantras no apagan incendios", de modo que la histeria de los últimos días solo sirve para contaminar más aún el debate público.
Así, aunque podríamos hablar de soluciones prácticas (limpieza de bosques, replanteamiento de la política forestal, refuerzo de las unidades anti-incendios…), lo único que quiere hacer el gobierno es seguir hablando de abstracciones ideológicas. Suena muy bonito lo de "salvar el Planeta", pero lo único que propone la izquierda política y mediática para alcanzar esa utopía verde es hundir la economía de mercado a golpe de restricciones, como bien denunció Federico Jiménez Losantos en este diario.
La pena es que bastaría con escuchar a los vecinos de las zonas afectadas para entender mejor cómo podemos limitar el impacto de los incendios. La no limpieza del sotobosque propiciada por el ecologismo extremo y el desconocimiento de la gestión medioambiental que realizan los ganaderos acaban convirtiendo los bosques en un polvorín.
Las advertencias de Lomborg
Vale la pena, pues, escuchar las advertencias de Bjorn Lomborg. El experto danés no discute que existan ciertos riesgos climáticos que deben abordarse con cierta urgencia, pero considera que el discurso imperante en materia medioambiental peca de alarmista y olvida la importancia de la adaptación. Basándose en los propios modelos de la ONU y de foros académicos como la Universidad de Yale, Lomborg ha demostrado que las políticas de reducción de emisiones pueden empobrecer al español medio en 9.700 euros sin que ello arroje resultado alguno en materia de protección natural.
Frente a ese alarmismo, Lomborg defiende las políticas de adaptación. Al respecto, el experto danés se ha sumergido en los datos de nuestro país y ha demostrado que, para empezar, España sufre seis veces más muertes por frío que por calor, tal y como vemos en el siguiente gráfico, de modo que el alarmismo de los últimos días choca con los datos disponibles.
En relación con la adaptación a las temperaturas extremas, Lomborg también ha demostrado que el peso de los fallecimientos por frío o calor sobre el total de decesos que se registran en nuestro país ha bajado del 10% al 5% entre las décadas de 1990 y 2010, sobre todo porque la adaptación al frío ha revelado ser cada vez más eficaz.
A este respecto, el grupo de expertos climáticos de la Universidad Carlos III ha alertado de que las muertes por olas de calor van camino de ser insignificantes en términos generales, merced a la mejoría en el acceso a aire acondicionado y otras tecnologías o métodos de protección ante tales escenarios.
