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José García Domínguez

El Paraíso es Portugal, no Madrid ni Sevilla

Porque un rico, un rico de los de verdad, no pagará casi nada, apenas una propinilla al fisco, si se instala en el país vecino.

Porque un rico, un rico de los de verdad, no pagará casi nada, apenas una propinilla al fisco, si se instala en el país vecino.
Bandera portuguesa. | Archivo

Fue el rojísimo Zapatero quien dijo una vez que bajar los impuestos —y también a los millonarios— es de izquierdas. Pero el socialista ibérico que que con más empeño se esforzaría luego por llevar la doctrina de Zapatero a la práctica sería el actual primer ministro de Portugal, Antonio Costa. La presidenta de la región más rica de España y el de la segunda más pobre, ambos, participan a estas horas de la común fantasía de que los millonarios del resto del país, empezando por los catalanes, harán la maleta corriendo con rumbo fiscal a Madrid o Sevilla. Y algo de eso ha habido, no se puede negar, en el caso madrileño.

Asunto, por lo demás, el de la competencia fiscal a la baja entre regiones, que suscita siempre la previsible polémica provinciana entre y también dentro de los partidos. Provinciana, muy provinciana, en la medida en que, ni a la izquierda ni a la derecha, parece haber aquí nadie capaz de reparar en lo que está ocurriendo con los millonarios en el conjunto de la Península Ibérica. El ministro Escrivá, por ejemplo, viaja muy poco a Lisboa, está claro. Si lo hiciera más a menudo, se daría cuenta de que esa ciudad está llena de españoles que residen parte del año allí.

Los precios inmobiliarios de Lisboa, disparados en el último decenio son prueba de ese interés de los muy ricos europeos, que no sólo de los españoles, por poner un pie en Portugal. ¿El motivo? Tributario, por supuesto. Porque un rico, un rico de los de verdad, se puede ahorrar cuatro perras en Patrimonio e IRPF si fija su domicilio aparente en Madrid, pero no pagará casi nada, apenas una propinilla al fisco, si se instala en el país vecino. Sépase que las rentas de un catalán con pasta son gravadas al 20%, únicamente a un ridículo 20%, si el catalán con pasta en cuestión se compra un piso en Portugal y fija allí su domicilio. Es la única condición. La única. Y nosotros discutiendo de galgos madrileños y podencos andaluces.

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