La obsesión de los políticos por las obras, zanjas y por poner y quitar estatuas y fuentes es tan enfermiza como cara. Si hay una ciudad donde a los alcaldes les encanta dilapidar el dinero del contribuyente para hacer obras, esa es Madrid. Y un enclave donde parece que están buscando un tesoro es la Puerta del Sol.
La gran obra la llevó a cabo Alberto Ruiz Gallardon en 2009. Gallardón se gastó 4,6 millones de euros en que ningún vehículo entorpeciera el paso del peatón. Decía que los espacios públicos estaban invadidos por el automóvil.
Acabada la legislatura de Gallardón, que dejó la ciudad con una deuda de más de 7.000 millones de euros, llegó Botella. En 2013, en pleno estallido de la burbuja inmobiliaria y con las arcas del ayuntamiento de Madrid agotadas, Botella convoca un concurso con arquitectos para hacer otra obra en la zona. Finalmente, Botella deja el proyecto aparcado al igual que Carmena. Almeida, solo 13 años después de la gran obra de Gallardón, rescata el proyecto de Botella y se va a gastar más de 10 millones de euros en su puesta en marcha.